Tatiana Mattew es ofrecida como pago a un hombre viudo para ser su esposa y así su padre poder pagar la deuda colosal que tienen con banqueros corruptos.Ella no desea contraer matrimonio, mucho menos con ese hombre al que todos apodan el Sombrío. Tatiana está enamorada de su novio de toda la vida, Lucian. Ahora se verá obligada a decirle sobre su inminente boda con ese extraño. Darío Magghio, desde que su esposa falleció al dar a luz a su único hijo, perdió la alegría y la fe en la humanidad. Desde entonces, se ha dedicado a cuidar a su hijo Dante y su negocio ha decaído. Por tal razón, decide contraer matrimonio para que su hijo tenga el cuidado y el amor que necesita, el cual él siente que no es capaz de ofrecer. Solo así podrá enfocarse en sus negocios y olvidarse del dolor que representa ver a su hijo crecer sin su madre.La vida les trae un giro inesperado y noticias que los dejarán en la miseria emocional o en la alegría absoluta y eterna.La vida presenta segundas oportunidades en el amor, incluso terceras, así seamos ciegos para no quererlo ver y sordos para no escuchar los gritos de tristeza y angustia que se escuchan a nuestro alrededor
Leer másEpílogoUn mes después…Sonrío al ver mi reflejo otra vez frente el espejo de cuerpo completo. El vestido que Darío le pidió a Donatella es hermoso. Él está como un loco. Un loco enamorado. Me fascina y me hace saber que todo irá bien. Estaremos bien, más que bien. En él he encontrado un compañero, un amigo y un verdadero esposo.—Vaya... —Dawson está de pie en la puerta y me observa con ojos tristes—. Eres sin duda alguna la novia más bella que he visto.No sé qué decirle, casi puedo sentir su dolor. Se enamoró de mi hermana. Y e
Angustia——¡Es un desgraciado! —Dawson está fuera de sí. Grita como si un puñal se hubiera clavo en su pecho—. ¡Lo voy a matar!—Dawson, esa es una frase muy fuerte. Tranquilo. —intento calmarlo, pero sé que es imposible. Es como tener a un León enjaulado. Al ver la llave de la cerradura en la puerta, hará lo que sea necesario para escapar y liberarse de su prisión.—¡¿Fuerte?! —exclama, rabioso. Escupe las palabras como si le pesaran en la boca—. ¿Fuerte? Fuerte es que ese mal nacido no esté en la cárcel. Fuerte es que tú… —se acerca y me apunta con el dedo &iacu
Sueño ligero—¿Estás seguro? —pregunta mi esposo.¿Seguro de qué?Parpadeo varias veces. ¿Estoy dormida?Poco a poco recobro la memoria, los recuerdos me asaltan y llenan mi cabeza. ¡Me desmayé! Jamás me ha pasado algo así. Soy bastante fuerte, normalmente lo soy.Recuerdo los brazos de Dawson cargándome como si pesara menos que una pluma, a preocupación de Darío…«Teresa». Mi hermana llega a mi mente de repente.«
Explicaciones sobre LucianEs evidente que le debo una explicación y no solo a Darío, también a mi cuñado, quién ha roto la burbuja de felicidad sin haberse dado cuenta. Darío coloca una mano sobre mi hombro y me aprieta con suavidad. Está confundido y lo entiendo. Las parejas tienen el tiempo de compartir sobre los nombres de sus ex, así como los acontecimientos que marcaron un precedente y la razón por la cual terminaron. En este caso, la razón por la que iba a cortar con Lucian era porque me obligaban a casarme con Darío, aunque después me percaté de que él no era más que un maldito cerdo desgraciado que no merecía ni un saludo. Sin embargo, no me preocupé por contarle a Darío sobre él. Quizá quise olvidar todo sobre mi tiempo con ese ho
Noticias y respuestasLos días transcurrieron sin ningún tipo de altercado, como si Darío y yo viviéramos de repente en una burbuja de amor, comprensión y cariño. Las semanas pasaron sin siquiera darme cuenta. Nos habituamos a levantarnos juntos al amanecer y hacer el amor como si fuese la primera vez; nos amamos a cada momento y disfrutamos de la compañía del otro. Vivo en un paraíso. Me enamoré de mi esposo sin proponérmelo o buscarlo. Un día desperté y no pude imaginarme una vida sin él a mi lado. Si que menos sin Dante, ese regordete y juguetón hijo que la vida me otorgó. Lloriquea o ríe para que lo cargue.Sin embargo, no todo es felicidad en nuestro paraíso. A veces Darío se vuelve un hombr
Hacer el amorSus manos acarician mi cuerpo y sus labios recorren mi cuello para transportar mi ser a un lugar donde solo existimos él y yo. Deseaba esto tanto como respirar. Deseo a Darío. Lo quiero dentro de mí mientras susurra mi nombre y me ama como lo hizo en el lago.—Eres hermosa. —Besa uno de mis pechos; su boca es como cielo.Sus palabras me resultan chocantes, pues él no puede verme.Me chupa y me saborea. Muerde ligeramente mi aureola y mi cuerpo vibra seducido por la humedad de sus labios.—No me ves. —Sonrío con timidez.
Hablar siendo honestoTatiana MagghioVeo a Darío de pie frente a mí. Lo noto cansado. Es increíble cómo el cuerpo humano puede reflejar tantos sentimientos en cuestiones de horas. No me fui por mucho tiempo, pero sí por el suficiente para poder entender y aceptar lo que debo hacer. Mis manos sudan, nerviosa. Estoy asustada y angustiada, pues la situación en la que me encuentro no es la idónea. Sus palabras se hundieron en mi cerebro, volviéndolo loco, mientras escuchaba cada una de sus acusaciones. La única que me afectó era el hecho de haber comparado a su ex esposa conmigo.No soy como ella y jamás lo seré.— Tatiana... —me llama. Veo que tiene intencione
La verdadDarío MagghioHoras después, todavía sigo esperando en el comedor el retorno de Tatiana. La espanté, como si ella en verdad fuera culpable de alguna atrocidad. Mis demonios del pasado hicieron que mi presente se vea vilmente afectado. Ahora, al sentir la casa vacía y al saber que fui responsable de la ida de Tatiana, comienzo a entender que debo de acostumbrarme a mi nuevo presente y dejar de enfocarme en lo malo que otra persona me hizo en el pasado. Y ese alguien no es otra más que Arianna. Por culpa de ella, luego de tantos meses desde su muerte, me responsabilizo por no haberla alcanzado a tiempo cuando ella se lanzó del balcón. Con solo pensarlo, mi cuerpo se congela y siento una ira voraz, una que con el pasar de los meses he aprendido a controlar.
Vuelta a casaLlego a casa de mis padres en diez minutos. No pensé ni un segundo a dónde ir cuando el chófer de aquella familia me preguntó la dirección. El hombre tuvo la delicadeza de no mire las fachas con las que me monté en el sedán negro.—Hija, pero ¡¿qué traes puesto?! —exclama mi madre al abrir la puerta principal—. ¡Eres una mujer casada con un hombre respetable!—Olvídate de lo que traigo puesto. ¿Por qué no me preguntas qué cosa hizo como para que viniera así a la casa? —le digo mientras entro y voy directo a mi habitación.—¡No me grites!