Ava Campbell necesitaba un cambio en su vida después de terminar con su novio de 5 años, así que decidió irse a Italia sin nada más que sus pertenencias y un poco de dinero. Poco tiempo después se puso a buscar trabajo para sobrevivir y gracias a una amiga consiguió empleo de niñera para uno de los hombres más ricos y atractivos de Italia. Alessandro De Luca a sus 38 años no tiene tiempo para romances. Su matrimonio terminó de la peor manera posible y le dejo dos hijos que aunque ama con todo su corazón se vieron arrastrados en un infierno de divorcio. ¿Qué pasará cuando conozca a la nueva niñera de sus hijos?
Leer másAlessandro observó a Ava correr detrás de los niños por la orilla de la playa. Piero y Fabrizio riendo a carcajadas, más felices de lo que nunca habían estado. Era así como cualquier debía de pasar su infancia. Libres de preocupaciones. Él disfrutaba de verlos pasar tiempo juntos. Cada momento era único y valioso. Estaban pasando el fin de semana en la casa de playa que habían adquirido recientemente. A veces él necesitaba alejarse de la ciudad y aislarse junto a su familia. Así que se recluían en la casa del lago o aquí. Alessandro apagaba el celular y dejaba a su secretario a cargo de todo. Con el tiempo sus empleados y socios se habían acostumbrado a esta nueva faceta de él. Ahora era un hombre casado que amaba a su familia y no había nada más importante para él que ellos. A algunos podía no resultarles muy agradable la idea de que no los atendiera por estar con su familia, pero nadie diría nada mientras necesitaran de él. Antes hubiera pensado con cinismo
Ava se miró al espejo y sonrió. Nada podría arruinar ese día. No importa qué, para ella sería un día perfecto y no porque Alessandro se había encargado de darle una boda sacada de una revista de bodas. No. Lo único que a ella le importaba era la persona que le esperaba en el altar, la persona a la que uniría su vida. Habrían cerca de 500 personas, poco si considerabas que se trataba de la boda de uno de los hombres más ricos del país, y a ella solo le importaba una sola persona en este momento. Si hubiera sido por ella se habría casado con tan solo su familia y amigos presentes. No sabía casi nada de los invitados a su boda y ellos no sabían nada sobre ella. Había sido Alessandro quién había insistido en que invitaran al menos a un grupo de personas con poder en el medio, pero también consideradas. No quería que nadie divulgara falsa información de que la estaba manteniendo en secreto y que era por eso que la boda se había llevado casi a escondidas. A Ava poco o nada
Decir que Ava estaba feliz sería un eufemismo. Ella estaba completamente extasiada.Todo estaba saliendo a la perfección. Alessandro estaba haciendo lo posible por darle la boda de sus sueños. Además de asegurarse que no esforzara demasiado. A veces exageraba un poco. Bastaba que ella mostrara signos de estar cansada y la sacaría de cualquier lugar sin importarle lo demás. Lo cual no era del todo productivo porque se iban a casar dentro de una semana y según la organizadora aun había detalles por pulir. Ava opinaba que la mujer era la mejor en su trabajo, pero necesitaba relajarse un poco.La de la boda era ella, pero la más estresada era su organizadora de bodas. No entendía como la mujer se sometía a eventos de esa magnitud una y otra vez voluntariamente. Si lo pensaba bien ella no era quién para juzgar. Enseñar a niños también podría ser todo un reto gran
Los niños bajaron primero del auto. Ella se arrastró por el asiento y miró hacia afuera. Giovanni le sujetaba la puerta mientras se tomaba su tiempo para bajar.Este era el próximo paso. Quería decir que se sentía segura, pero no era del todo cierto.Esta sería la forma de confirmar todos los rumores o al menos los más importantes. Hace una más de una semana habían llegado de Francia y al día siguiente de su llegada muchas de las revistas habían mostrado fotos de ella y Alessandro caminando por Jardin des Tuileries. Para ser sincera Ava no había pensado que alguien los podía seguir en otro país, pero tal vez debería haberlo supuesto. No se habían alejado demasiado de casa, todavía podían reconocerlos.Ahora su posible embarazo era el titular de muchas revistas de chismes. Eso junto a algunas suposiciones de que Alessandro
Cuatro días.Cuatro benditos días.Ese era el tiempo que Matteo había aguantado hospitalizado antes de pedir su alta. De hecho habían sido dos días, pero Ava le había lanzado una mirada mortal que él no había tenido más remedio que callar. Pero al cuarto día mientras Alessandro y ella aún estaban en el hotel Matteo había aprovechado para hacer que el doctor firmara su alta.Cuando llegaron al hospital, él ya estaba esperándolos cambiado con una muda de ropa diferente a la bata de hospital y una sonrisa presumida.—¿Qué se supone que estás haciendo cambiado? —preguntó Ava.—El doctor acaba de firmar mi alta. Dijo que estaba lo suficientemente bien para irme a casa.Ella ni siquiera lograba entender como había logrado que eso sucediera un día domingo, pero no le sorprendería saber
En su segundo día en Francia unas caricias en su espalda la sacaron de su sueño. Alessandro depositaba besos a lo largo de su columna y luego subía de regreso acariciándola con su nariz inhalando su aroma.Ava estaba perfecta donde se encontraba. Se acomodó mejor y sonrió aun sin abrir los ojos. Las ventanas debían de estar abiertas porque podía sentir los primeros rayos del sol llegando hasta ella.—Es hora de levantarse —anunció Alessandro depositando un último beso en su espalda.—¿Qué hora es? —preguntó ella aun reacia a moverse.—Cerca de las siete de la mañana. —No entendía porque la despertaba tan temprano. Aunque él se escuchaba tranquilo por un segundo pensó que tal vez algo había pasado con su hermano.—¿Todo bien con Matteo? —Trató de no preocupar
La alarma sonó cuando el sol estaba iluminando la habitación en todo su apogeo. Eran cerca de las doce del mediodía y después del corto descanso que había tomado se sentía renovada. Aunque no se habían levantado tan temprano ese día, las emociones y el viaje imprevisto la habían dejado agotada.Estiró la mano hasta alcanzar el celular de Alessandro que estaba sonando sobre el buró y presiono el botón para apagar la alarma. Se giró en la cama en medio de los brazos que la tenían envuelta.Alessandro aún tenía los ojos cerrados. Su rostro se veía tan pacífico. Ella se sentía contenta de que él estuviera más tranquilo.—Despierta dormilón —dijo sacudiéndolo con suavidad.—Llevo despierto mucho antes que la alarma sonara —le respondió él aun con los ojos cerrados&
Los segundos que pasaron mientras esperaban que Matteo despertara para poderlo ver se hicieron eternos. Ella odiaba cuan lento se podía poner a veces el tiempo. O bueno para ser más exactos odiaba como la percepción de este cambiaba de acuerdo a la situación. Si era un momento feliz el tiempo apenas y duraba. Por otro lado si se estaba en una mala situación el tiempo parecía dispuesto a no avanzar. Justo como ahora.Alessandro y ella se habían acomodado en uno de los sofás mientras esperaban. Ella tenía la cabeza recostada sobre las piernas de él. Sus esfuerzos por entablar una conversación con Alessandro eran inútiles porque él apenas respondía con algunos monosílabos. No lo podía culpar su mente debía estar a miles de kilómetros. Aunque para ser sinceros esa era única señal de que no la estaba pasando bien, por el resto el trataba de co