Mr. Meyer (Mi posesivo y controlador)
Mr. Meyer (Mi posesivo y controlador)
Por: Melanie Fraser
Prólogo

Aquí estoy, terminando de trabajar para volver de arrimada a la casa de mi tía, ha pasado un mes desde que mamá murió, ya no tengo nada por que luchar, perderla me ha dolido mucho, ella era mi única familia en toda la vida, solo cuento con mi tía y ya está.

Mi trabajo en el bar me está fastidiando, hombres que solo quieren propasarme conmigo, un jefe capullo que solo me ve como un potencial para darle más dinero.

Odio a los millonarios, son arrogantes y se creen lo mejor del mundo, ¡joder como los detesto!

Mis días básicamente se basan en extrañar a mi madre, trabajar, y ver como mi sueño de ser Arquitecta se va alejando cada día más.

—¿Comiéndote la cabeza nuevamente?— Nicol mi tía y mi salva vidas en estos momentos me sonríe, seco mis manos que están mojadas por el hielo de las cervezas y niego después de un suspiro.

—Solo estoy hartándome de mi vida, estoy cansada de intentarlo y ver como fallo una y otra vez, se suponía que esta vez podía irme a la universidad en USA, pero aquí me ves, varada y sin dinero por la deuda que he tenido que pagar, ¿No es grandiosa mi vida?— mi tía asiente.

—Lo es, tienes solo 19 años cariño, tu futuro se puede salvar, aquí la jodida soy yo con mis 35 años— carcajea —no tengo muchas opciones, pero tú sí. Ven es hora de nuestra salida y se nos hace tarde— mi tía tira de mi mano, casi corriendo montamos a su coche, le miro confundida.

—Hey calma, ¿A dónde vamos tan deprisa? vivimos a 30 minutos— le miro divertida, mi tía es bastante loca e impulsiva al igual que yo.

—Ya lo verás cariño, ya lo verás— sin más acelera a fondo, le miro asustada ahora, vamos a las carreras.

Mi tía esquivó choches, tocó el claxon como loca y fue grosera con medio mundo Al llegar a nuestro destino le miro sin saber qué es lo que hacemos aquí, ella baja corriendo y va directo al maletero, no me muevo de mi puesto hasta que siento como tira de mí con fuerza.

—Pero Nicol… ¿Qué hacemos en el aeropuerto? Y ¿Qué haces con mi maletas?— mi tía gruñe porque pongo resistencia –Nicol… para joder— grito en medio aeropuerto, mi tía me mira furiosa —¿Qué hacemos aquí? explícame o no me moveré de este lugar, tú decides— mi tía resopla desesperada.

—Eres cabezota, no puedo contigo Dani, ¿Recuerdas que me hablas siempre de esa dichosa universidad en los Estados Unidos? Pues bien, me contacté con ellos y tienes la oportunidad de seguir tus estudios— sonríe emocionada y yo no me lo creo —sé que eres buena en los estudios y podrás ganarte esa beca, igual metí en tu bolso todos mis ahorros, si no consigues la beca podrás buscar donde vivir y un trabajo para que puedas pagar la universidad, pero no vuelvas, lucha por un mejor futuro— me llevo las manos a la boca, mi corazón late con fuerza, ¿Qué ha hecho esa loca? 

—No, no puedo aceptar algo así, Nicol… quedarías sin nada, no puedo aceptarlo— me niego con rotundidad.

—Daniel, para mí es demasiado tarde, tú tienes una vida por delante, yo estaré bien, lo prometo, acepta esto cariño, ve y gánate esa beca y cuando seas una gran arquitecta vienes por mí y me muestras ese país tan famoso— me guiña y luego tira de mi mano, sin saber como reaccionar me dejo guiar. Estoy a nada de irme a ese país que soñé visitar desde niña, mi tía me ha dado la posibilidad de cumplir mis sueños. La emoción se va dando su lugar, mi corazón va tan rápido que me agito.

Al llegar a la puerta después de llevar a etiquetar las maletas miro a mi tía con los ojos llenos de lágrimas, ella siempre estuvo ahí para mí, jamás me dejó sola, y aunque no llevamos la misma sangre ella jamás me ha tratado con diferencia, era la mejor amiga de mi madre y cuando ella murió prometió siempre estar para mí.

—Gracias por esto, prometo que vendré con un título y un buen trabajo, estarás orgullosa de mí, tendremos una vida mejor, lo prometo— le abrazo con fuerza y dejo salir las lágrimas –cuídate mucho, te llamaré en cuanto llegue, te amo tía— ella llorando a mares asiente apartándose de mí.

—Cuídate mucho cariño, ya sabes que primero los estudios y después los chicos, mantén tu pureza hasta que estés graduada, y Daniel… te empaqué la carta de tu madre, cuando tengas el valor para leerla hazlo— sonrío asintiendo.

—No te voy a defraudar tía— dándole un último beso y un abrazo me despido, tomo en manos el billete del vuelo y paso a la sala de abordaje.

—No seas muy grosera cielo, siempre lucha por lo que quieres y entrégate completamente, jamás… jamás dejes que te obliguen a dejar tu creencia y olvidar lo que crees correcto— grita mientras me voy alejando. Al primer llamado me coloco en la fila. Con las emociones a flor de piel y con un futuro que con esfuerzo convertiré en lo mejor y más brillante que pueda haber.

He estado nerviosa en todo el vuelo, aunque mi tía me ha dicho que me estarán esperando en el aeropuerto no puedo evitar estar intranquila, estaré en un lugar sola y dependeré totalmente de mí, ahora agradezco a mi madre por enseñarme a ser fuerte y superar cada reto que la vida me da.

Al bajar del avión busco en los carteles y veo mi nombre, frunzo el cejo al ver a ese hombre trajeado de mirada dura. Sin decirle nada voy por mis maletas y después voy con él.

—Oh, lo siento— se disculpa una mujer que casi me deja de culo en el suelo, no digo nada ese hombre no me da buena espina, ya me veo en esa universidad con todos esos adinerados que se creen dueños del mundo.

—Hola— saludo en mi ingles con bastante acento —yo soy Daniel López— el hombre recorre lo largo de mi cuerpo con un gesto indescriptible.

—Finalmente llegó— responde con voz ronca –déjeme ayudarla por favor— cuando me va a quitar las maletas niego –tranquila, no es nada, puedo ayudarla— lo pienso por un momento y finalmente me dejo ayudar. El hombre me guía por todo el aeropuerto hasta llegar al estacionamiento. Al subir veo a un hombre en el asiento trasero, frunzo el cejo —él es mi compañero, es nuevo y debe practicar— miro al hombre a mi lado con desconfianza.

—Un gusto señorita— aquel olor que desprende lo conozco, es tabaco mezclado con vodka, paso saliva con dificultad, los nervios se elevan y esa sensación de peligro va creciendo en mi cuerpo. El hombre arranca el auto y se pone en marcha —eres muy guapa— susurra el hombre a mi lado –serás una maravilla en la universidad— dice burlón, con el corazón casi en la boca miro para todos lados, estamos en un lugar solitario, todo está oscuro, todo es extraños así que decido estudiar a mi acompañante de asiento y su mano tatuada es la única señal que necesito. Sin esperarme a nada y realmente asustada golpeo al tipo que iba a mi lado y después al que va conduciendo, este detiene el auto y yo abro la puerta, el hombre al que golpeé primero tira de mí provocando mi caída, me tiene sujeta por el pie, le doy una patada en la cara con mi pie libre. Una vez estoy libre mw levanto y corro como nunca.

Con el pensamiento de salvarme voy tocando todas las puertas que veo, pero en ninguna abren, los hombres vienen tras de mí. Agitada y creyendo que ya no estaré a salvo grito con desesperación, veo a un chico que está cerrando una puerta, sin pensármelo voy cruzo la puerta, un auto pasa y toca el claxon, por poco me atrooella. Llego con el chico y con fuerza abro la puerta y tiro de él para después cerrar.

—Por el amor de Dios niña, ¿Qué te sucede?— pregunta escandalizado con voz femenina.

—Joder— grito al ver a los hombres —vamos corre… corre— tiro de él para adentrarnos al lugar —por una mierda, deja de gritar y corre— le ordeno al verlo tan nervioso —¿Dónde están las puertas traseras?— él histérico y tembloroso me señala el lugar, sin soltarlo salimos por ahí, tras correr varios minutos nuestra suerte cambia, hay policías y estos ofrecen su ayuda, el tipo me mira asustado y con ganas de matarme.

—¿Qué ha sucedido? ¿Por qué corrías así? ¿Quiénes eran esos?— agitada y sudorosa le miro.

—Se suponía que venía para una beca de la universidad, pero esos dos no eran de la universidad… creo son… son de trata de personas— le miro a los ojos, siempre he sido fría y oculto bien mis emociones con personas que no conozco, pero esta vez es la excepción, casi me raptan –me lo han robado todo, los ahorros de mi tía para poder vivir aquí, mi ropa y todos mis papeles— paso la mano por mi cabello para peinármelo y dejo salir las lágrimas, tiemblo como una hoja de papel al viento, el chico se acerca a mí ahora con cara de preocupación.

—Lo lamento cariño, para estos tiempos hay muchos de esos hombres malos— me mira a los ojos y después mira al policía que está más allá –si dices algo de esto ellos te van a deportar, ven conmigo, prometo que no te haré daño, mírame soy gay— me sonríe ahora con ternura. Sin dinero, sin ropa ni documentos aceptó ir con él, no me da desconfianza y no quiero estar sola en un lugar que no conozco y donde esos hombres puedan atacarme nuevamente.

—Gracias por salvarme el cuello, y muchas gracias por esto, prometo que una vez me arregle me iré— él niega sonriendo.

—Te has salvado tú misma, yo solo gritaba como perra en celo— sonrío por lo que dice, el susto no se me va del cuerpo pero él lo hace más fácil —soy Simone— tiende su mano.

—Yo soy Daniel— se la estrecho.

—¿De Daniela?— niego, siempre hay esa confusión con mi nombre, creen que lo digo en diminutivo, pero no es así.

—Daniel, lo sé, es nombre más para hombres, pero aquí me tienes— me mira a los ojos y me sonrío de una manera que me calma.

—Todo estará bien Daniel— asintiendo en medio de un suspiro, pienso en cómo casi fui secuestrada por dos hombres que no tenían buenas intenciones, si mi tía se diera cuento de esto no se lo perdonaría nunca.

Aquí estoy, en un país que no conozco con un desconocido que se ha ofrecido ayudarme, cuando creí que todo iría para mejor se derrumba como si nada.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo