Un Trato, un encuentro y una recompensa.No se volverían a ver, cada uno seguiría su camino, o eso era lo que se esperaba.Ella con esperanzas, sueños y metas por cumplir. Él, aunque roto, con nuevas ideas y una vida que sacar adelante. El destino les jugara una carta, volviéndolos a poner frente a frente, un encuentro basto paras que se entregaran, en cuerpo, alma, mente.¿Sera esa la única carta que les tendrá preparada el misterioso destino?
Leer másMaría Laura RomanoEl tiempo vuela por cosas de la vida, nuestro compromiso se alargó por un año, y ahora los nervios me comían, esta noche dormiría en casa de mi padre, junto a mis hijos y con mis amigas, exceptuando a Sam, quien solo asistiría a la ceremonia y parte de la fiesta junto a Bruno, sinceramente este no era mi mejor panorama, pero Caleb había insistido y Sebastián le quiso seguir el juego.– ¿En qué piensas? – pregunta Caleb, sentándose a mi lado en la escalera – deberías estar con los chicos en la sala – así es, él es partidario de que pasara aquí la noche.– Deberías estar en mi casa, durmiendo con Ares – espeté con molestia, él solo palmeó mi hombro y siguió su camino, estaba empecinado en mi mar a sus
Ares RossiSentado en la camilla, esperaba a mi pequeña de ojos azules, sabía que llegaría temprano, incluso pensé que más temprano, pero la hora avanzaba, unos pasos me alertaron, cerré los ojos y pronto su aroma me invadió, trataba de no hacer ruido, pronto sentí su peso para los pies de la cama, se acomodó allí, con la mirada fija en la ventana, sacó su móvil y comenzó a buscar algo que leer, porque Sebastián sabía qué hacía eso cuando necesitaba pensar.– ¿Pasa algo? – Pregunté aún con los ojos cerrados, pero ella se mantuvo en silencio – amor – llamé su atención y la vi girarse hacia mí - ¿te pasa algo? - Volví a preguntar, pero ella negó con la cabeza - ¿entonces?– Habl
María Laura RomanoLos rayos de sol pegaban sobre mi rostro, abrí mis ojos despacio, mientras trataba de acostumbrarme a la luz, una mano me atraía a un cuerpo, pronto reaccioné y estaba sobre mi grandote, solté un profundo suspiro, mi preocupación disminuyó de inmediato, después de 4 días por fin había reaccionado.A mi mente vinieron todos los pronósticos negativos del doctor, las llamadas de atención por dormir junto a él aquí en el hospital, por fin podía respirar tranquila, casi lo pierdo por un momento y no quería volver a sentir esa sensación de vacío.– Si pintaste algo en mi rostro, serás castigada – pronuncio con su ronca voz, esa moja bragas que deseaba escuchar desde hace días, una sonrisa dibujé en mi rostro y comenc&eacut
Ares Rossi.Una suave melodía me despertaba, pero un dolor en mi espalda era más fuerte, traté de respirar hondo, pero me costaba, entonces comenzó a faltarme el aire y abrí los ojos de golpe, los ojos de miedo de mi pequeña me observaban, una enfermera entró casi corriendo mientras Bruno sacaba a Mala de la habitación, entonces mis párpados comenzaron a pesar y nuevamente todo se fue a negro.Desperté sintiéndome extraño, miré a mi alrededor y me veía en mi antigua casa, allí donde compartí mi vida de casado con Karla, donde conocí a Mala y donde viví experiencias que me han ayudado a ser lo que soy ahora.Me levanté apresurado de la cama, intenté buscar algo de ropa, pero aparte de la cama no había ni un mueble más, traté de abrir
María Laura RomanoVimos desaparecer el carro, y comenzamos enseguida a pedir más carros, debíamos seguirlos, no permitiría que Ares corriera algún tipo de peligro, ya bastante habíamos arriesgado, mis hijos ya estaban de camino al departamento, ese era nuestro punto de llegada final y nada pasó, pero comenzaba a impacientarme, sentía que lo que había sucedido no era nada, para lo que Dionisio hubiese podido lograr.Eros me indicó la entrada, por allí se lograba ver que la camioneta se detuvo a los pocos metros, preparamos las armas nuevamente, pero esta vez con algo de apoyo, vi a Ares caminar hasta la entrada y no pude evitar sonreír, respiré profundo agradeciendo mi suerte, di unos pasos con mi arma en la mano, le regalé media sonrisa al verlo a los ojos.– ¡Amor! – Lo escuc
Ares RossiEscuchaba atento como Eros daba algunas órdenes y nos proporcionaba armas, las nuestras inscritas y bajo ley, algunos de sus hombres fueron primero, para poder meterse por la parte trasera de la casa, mi preocupación por mis hijos estaba en el tope, de un carro baja Bruno, quien venía con Liam, ellos preguntaban por la situación, pero nada podíamos decirles.– Alguien tiene que llegar con normalidad – hablo Eros – como si no pasara nada, se supone ustedes no saben que hay gente en la casa.– Yo voy – dijo Mala de inmediato, yo me quede viéndola mientras negaba con la cabeza – ¡mis hijos están allí! – su expresión no cambiaba, estaba molesta y preocupada.– También son mis hijos – le dije, mientras le sostenía la mirada, s
María Laura Romano– ¿volviste o vienes de paso? - Pregunta Sebastián, mi amigo no se contiene – o ¿volviste por Caleb? – los cuatro reímos, estamos en mi habitación, aquí nos hemos encerrado para poder hablar por unos minutos.– Vamos si volvió por Caleb – apoya Víctor, quien no suelta la mano de nuestra amiga, ellos se llevan muy bien – ¿verdad bonita? – ella niega con la cabeza.– Nena – digo llamando su atención – debes contarnos, los secretos no ayudan – ella suelta una carcajada – si no sabemos que quieras hacer no podremos ayudarte – termino por decir.– No quiero hacer la gran cosa – dice entre dientes – solo acompañar a Caleb en su recuperación, ustedes me conocen, no voy a
Ares Rossi.Manejaba rumbo al hospital, con María Laura a mi lado, su semblante entre molesta y preocupada me sorprendió, sabía que estaba molesta y a la vez preocupada con su padre, pero aún no sabía cómo reaccionaría al ver a Alondra, porque si Caleb hizo lo que hizo ella debía estar en el mismo apartamento, tengo entendido que lo comparten.Tomo la mano de mi chica, demostrándole todo mi apoyo, ella es fuerte, lo sé, pero también sé que necesita una mano y que todo lo fuerte que demuestra ser, se cae al llegar a casa, al estar solos los dos, suspira y pone algo de música, cantamos en el camino y la veo algo más cómoda, pero a medida que el hospital se hace visible, también lo hace la tensión en su cuerpo.Cuando estacioné el carro, Mala se dispuso a bajar enseguida
María Laura RomanoManejaba con destino al restaurante, allí me esperaba mi padre y Eros, ellos querían hablar, y yo no, pero prefería hacerlo ahora y no después, me detengo en el semáforo y veo los mensajes que me había llegado hace poquito a mi móvil, no podía creer la felicidad con la que se mostraba Sam en las fotografías, ella tenía un semblante más claro y se veía preciosa en un café, las fotografías las había tomado Bruno, ellos envían mensajes a diario, haciéndonos saber cómo se encuentran, dónde están y si necesitan algo.El vehículo que estaba detrás de mí tocó la bocina, no me había dado cuenta del cambio de luz, avance enseguida, eso demostraba mis ganas de llegar al dichoso almuerzo, pronto llegué a mi lugar de estaci