—¡Es tan hermoso! —exclamó Charly, observando las pequeñas luces doradas que parpadeaban en la oscuridad.
Una a una, las luciérnagas aparecieron, casi como si estuvieran bailando solo para ellos.
Taylor bajó la mirada para observar su expresión y dijo:
—No, tú eres más hermosa.
—¡Bah! —Charly lo miró con ojos brillantes—. Qué cursi eres.
—Bueno, creo que eso te encanta de mí —respondió Taylor con su típica sonrisa presumida.
Pronto, las luciérnagas flotaron a su alrededor, emocionando a Charly. Una se posó en su brazo por un momento antes de volar. Taylor atrapó suavemente la misma luciérnaga entre sus manos, su luz brillando entre sus dedos.
—¿Sabes? —le dijo mientras se la entregaba a Charly—, las luciérnagas brillan para encontrar a su pareja.
Charly arqueó una ceja.
—¿Estás tratando de insinuar algo, Taylor?
Él se rio, y las arrugas de expresión en su rostro lo hicieron ver aún más guapo.
—Bueno, pensé que eras inteligente. ¿No puedes leer entre líneas?
—¡Ah! —Charly le dio un coda