—¡Y aquí está nuestro jamón horneado! —Un hombre alto de poco más de cincuenta años salió corriendo de la casa, cargando un enorme jamón casero.
—Y ese es mi esposo, Enrique Dáuson. —Lo presentó Serena—. Enrique, te presento a Charly.
Enrique se acercó rápidamente a la mesa y dejó el jamón. Luego extendió la mano hacia Charly y dijo. —Por fin conocemos a la invitada especial que tenía a papá tan nervioso.
Todos se rieron.
—¿Qué? —Preguntó Charly con los ojos muy abiertos.
—Es cierto —dijo Samara—. A Dionisio no le importa nada cuando otros políticos visitan la granja o cuando vienen los inspectores agrícolas, pero definitivamente estaba muy atento a la visita de Charly.
—Vamos, vamos. Eso es una exageración. —Dionisio salió de la casa respondiendo.
—¿En serio? —Preguntó Serena—. Papá, me pediste que las empleadas limpiaran el cuarto de Charly tres veces.
—Y normalmente no desayunamos tarta de almendras a primera hora de la mañana. —Señaló Tania mientras comía un pedazo del postre.
—¡Es