—Taylor, voy tarde. ¡Ya no puedo esperarte más! —Exclamó Charly mientras se abrochaba los pantalones. Metió los libros en su mochila antes de salir corriendo hacia el pasillo.
Taylor todavía estaba en la ducha. Empapado, asomó la cabeza por la puerta del baño y dijo. —¡Oye! ¡Oye! ¿No se te olvida algo, novia?
—¿En serio, me estás molestando ahora? —Refunfuñó Charly, pero regresó corriendo solo para darle un beso rápido.
—Nos besamos cuando nos despedimos y cuando nos vemos. Es lo nuestro —se quejó Taylor—. ¡No olvidamos lo nuestro!
—No voy a discutir contigo —respondió ella, dirigiéndose hacia la puerta—. ¡Adiós, nos vemos en la escuela!
Los días pasaron. Todo había estado genial entre Charly y Taylor; ser una pareja oficial les daba más libertad para expresarse.
En la escuela, ella tenía más confianza para llamar a Taylor su novio. Ya no dudaba en buscarlo cuando lo necesitaba, y asistir a sus entrenamientos de básquetbol se había vuelto un hábito.
En casa, se besaban mucho, pero afor