—Mi madre empezó a sospechar de Ámbar, pero a mí me gustaba mucho en ese entonces y la defendí. Le dije a mi mamá que Ámbar jamás haría algo así. Incluso me fui de casa durante dos semanas, lo que resultó en otro titular sugiriendo que el abuelo estaba perdiendo el control sobre su familia.
—¿Entonces todo fue culpa de Ámbar? —preguntó Charly, mirándolo con preocupación.
—Desafortunadamente, mi mamá tenía razón. Parte de la información, incluso se la di yo voluntariamente —dijo Taylor, con la voz entrecortada como si le diera vergüenza admitirlo—. No vi las señales para nada.
—Bueno, estabas en preparatoria —dijo Charly—. Tienes derecho a cometer errores.
Entonces, de la nada, el rostro de Taylor se enrojeció. Siguió tragando saliva y respirando agitadamente hasta que dijo:
—Ella hizo que peleáramos como familia, y luego, lo peor fue cómo humilló a Tristán.
Cerró las manos en puños mientras recordaba:
—De repente apareció un video en internet. Era un video de Tristán tocando los senos