La expresión de Charly pasó de confusión somnolienta a modo de ataque total en menos de tres segundos. Miró hacia abajo, analizando su posición muy comprometedora antes de volver su atención hacia él con una mirada mortal.
Sin dudarlo, se incorporó con los brazos listos para la batalla. Y, ¡pum! Charly le mostró a Taylor no uno, sino dos dedos medios, bien servidos, directo en la cara.
—Oye, oye, tranquila, tigresa —Taylor fingió estar sorprendido— ¿Quién te enseñó eso?
Charly: "???"
—Mi maestro —dijo Charly—. Y me dijo específicamente que lo usara con personas que se lo merecieran, y ahora mismo, tú te lo mereces. ¿Aprovecharme de ti? Tú me invitaste... no, espera. ¡Tú me manipulaste psicológicamente para esto!
Taylor se recostó hacia atrás:
—¿Te manipulé psicológicamente? Lo haces sonar tan malo.
—Sí —dijo Charly—. Tú... —Le hizo un gesto, más específicamente a su cuerpo—. Tú y tu... —sus ojos se fijaron en su amplio pecho, diciendo—: ¡tu eso!
Él sonrió, se estiró y flexionó sus mús