Regresamos a Argentina para seguir con la gran mentira de mi nueva vida, y ahora iba a ser peor, debía “casarme” de verdad delante de todos con Connor.
Él no se separaba de mi lado, era prácticamente su prisionera, su esclava. Debía obedecerle o pagaría las consecuencias; y para mí era suficiente con tenerlo cerca. Esa era mi nueva vida, debía aceptarla, aunque por dentro solo ardía mi corazón por el hombre que no podía amar y a quien había lastimado profundamente.
La rutina debía seguir, y entrando a mi oficina, Connor llegó:
―Hoy debo tener noticias de tu padre, pero si me sigues rechazando, no te ayudaré ―Me tomó del cabello―. Eres mi esposa y debes actuar como tal; y eso que aún no te he pedido nada más―. Solo sé mi esposa y tendrás tu deseo.
Cómo podía ser la esposa “feliz”, si no p
Me sentía muy mal por Lucía, me sentía culpable por ser amigo de su esposo y hermano de la destructora de su matrimonio. ¿Cómo podía verla a la cara? Era mi amiga tanto como Miguel, y debía verla. Merecía saber que estaba para ella.Le escribí varios mensajes y no contestó. Las llamadas tampoco. Era evidente que no quería saber nada de mí. Me sentía muy mal por todo lo de Rachel, pero debía levantarme y ver a mi amiga.Compré un ramo de rosas, unos chocolates y fui hasta su casa.―¿Lucía? Ábreme, por favor. Se que estás ahí―dije tocando la puerta y la abrió un poco.―¡Vete, Robert!―No me voy a ir. Hablemos―la observé a través del pequeño espacio que había abierto.―No hay nada de qué hablar.―Lo lamento ―susurré cerca de la puerta.Abr
Todo seguía exactamente igual, pero ahora estaba un poco más feliz en casa. La boda aún no se había realizado le había pedido a Connor hacer las un poco más lentas, no quería levantar sospechas en mi familia; aunque sabía que no podía atrasar lo que estaba escrito. A los ojos de todos, estábamos saliendo juntos.Ahora era momento de viajar a Milán, en Italia, país natal del abuelo de Connor para recibir la herencia; el dinero que me había traído a este hueco del cual no podía salir. Su cuenta bancaria estaría llena como nunca antes; pero yo seguiría igual de vacía. Todos estaban felices celebrando la gran victoria, y el Sr. Trid se sentía aliviado porque al fin resolvería el resultado de sus malas decisiones. Por otro lado, el proyecto de Viena y lo de las casas, había iniciado con éxito y todo estaba saliendo
Ya en el hotel, recibí un correo de Robert. No podía dormir. Quería verlo, sentir su compañía, su amor, su todo; pero no podía dar un paso en falso:Correo electrónico: “Pensé que podía olvidarte, pero me niego a creer que nunca sentiste nada por mí y que eres la esposa de otro hombre. Sé que me amaste y me atrevo a decir que aún me amas, lo sé por tus lágrimas, por esas lágrimas que vi hoy en esos ojos hermosos que no he podido ni quiero olvidar. Nuestra historia está repleta de casualidades, pero verte hoy ha sido el momento más difícil de mi vida, no poder tocarte, no poder hablarte, no poder escucharte, pero al mismo tiempo ha sido el empujón que necesitaba para atreverme a luchar por ti… Quiero verte, que estemos solos y puedas decirme de fren
―¿Qué haces aquí? ―exclamé muy asustada, mirando adentro de la habitación repetidas veces.―Hablar contigo, ¿Connor duerme?―Sí, eso creo―Apreté mis labios. Robert me tomó de la mano y nos fuimos a las escaleras―. ¿Cómo sabias que estaba aquí?―Eso no importa… ¿Estás bien?―¿De qué quieres hablar? ―Fingí estar molesta y me senté en uno de los escalones con mis brazos cruzados.―Quería verte a los ojos y asegurarme de que no me amas ―dijo sonriendo―, pero ahora estoy seguro de que sí sientes algo por mí. Tus ojos me lo dicen.―Creo que mis ojos están equivocados, o has entendido mal ―Evadí su mirada, que tanto deseaba volver a sentir.―¿En serio? ―Insistió.Pero la realidad era que quería esconderme entre sus brazos y llorar.―¿P
Robert me miró con sus ojos rojos repletos de lágrimas, me sonrió un poco y se fue sin decirme nada más. Coloqué mi mano en la puerta intentando sostenerme de ella y que mis piernas reaccionaran. Sentía que mis piernas y todo mi mundo se había derrumbado en ese mismo instante y que nada tenía sentido. Con mi vista nublada por las lágrimas, logré abrir la puerta de la habitación y corrí directo al baño. Connor aún no había regresado.Me observé en el espejo y mis ojos rojos me ardían, pero no más que mi corazón. Robert se había enterado de la verdad, había malinterpretado mis razones y en realidad no podía señalarlo por eso. Había perdido al amor de mi vida para siempre, decirle que había aceptado por dinero me hacía merecedora de su rechazo, era más que obvio.En parte había t
Conocer a Rachel había marcado un antes y un después en mi vida tan drástico que, no me imaginaba cómo seguir sin ella. Quería saber qué estaba haciendo, si estaba bien, si me necesitaba, pero a pesar del dolor tan fuerte que sentía debía avanzar sin ella. Además, no quería mi ayuda.―¿Podemos hablar? ―dijo Miguel tras tocar la puerta de la oficina en Viena a las pocas horas de mi regreso.―Adelante―dije algo serio y confundido con su visita.―¿Cómo estás?―Bien―respondí sin ningún ánimo―. ¿Qué haces aquí?―Es muy evidente que no quieres verme y te entiendo, no quiero que nuestra amistad se arruine… pero me enamoré de Alicia.―Ese no es mi problema.―Lo sé… pero ¿tampoco quieres saber de ella?―En realidad, no.―Es tu hermana… Ella te ex
Robert: Al día siguiente me encontré con Miguel en la oficina de la agencia de viajes. Me sentía muy ansioso por ayudar a Rachel. Era lo mejor que podía hacer por ella.En la reunión, pensamos en varias sugerencias, pero la más rápida y acertada era ofrecerle dinero a Connor, no podía esperar soluciones legales o correctas. Al final, nada me importaba más que Rachel estuviera bien. No quería esperar un segundo más y viajé a argentina con Miguel, para ver a Connor lo más rápido posible.Miguel lo citó con la excusa de solucionar un problema con el terreno del centro comercial.Llegamos al lugar del encuentro y me sentía muy nervioso. A los pocos minutos vi a Connor llegar y fue inevitable sentir rencor y mucha rabia por él. Miguel estaba a mi lado y golpeó sutilmente mi pierna al ver que mi semblante
Rachel: Todo estaba empezando a salir bien a pesar de todo, pero recibí una llamada que cambió mi vida. Una llamada que desearía borrar de mis recuerdos y de mi corazón para siempre.―¿Rachel?―Sí, soy yo…―Soy alicia… Robert tuvo un grave accidente. ―Mi corazón latió como loco sin parar.―¿Cómo? ―grité y me senté muy rápido.―Está vivo, pero fue muy grave.―¡No puede ser! ¿Dónde está?―En el Hospital Privado, acá en Argentina.―¿Aquí? ―susurré…Tomé rápidamente mi cartera y llamé a un taxi. No creía lo que estaba pasando, era una pesadilla. Mientras iba camino al hospital, llamé a Andrea:―Rachel ¿Estás bien? ¿Qué sucede? ―dijo Andrea desesperada escuchand