Libertad En Cautiverio
Libertad En Cautiverio
Por: Melanie Fraser
Prólogo

Flashback

—¿Prometes no dejarme nunca?— Lucían sonrió después de su pregunta, aquellos ojos oscuros le hacía sentirse seguro, ella era su calma, su tranquilidad en medio de la tempestad.

—Por supuesto que jamás lo haría, eres importante para mí— Azul sonrió de igual manera —¿Estás mejor?— preguntó mirándole el brazo, en el había un moretón, consecuencia de las tantas palizas que le daba su padre, él para no preocuparla asintió con una preciosa sonrisa.

—Estoy bien, no debes preocuparte por mí— la tranquilizó. Aquellos niños de tan solo 10 años se habían criado desde niños, el padre de lucían era un hombre frio y duro, sin esposa y con muchas responsabilidades lo pagaba con su hijo que cada día pensaba en lo que hacía mal, para él Azul era su salvación, solo se sentía en paz con ella.

—Claro que debo preocuparme— suspiró mirando el cielo –cuando seamos mayores nos iremos a estudiar lejos de aquí— ellos que estaban sobre el tejado de la casa de Azul miraban las estrellas y como siempre se ponían a pensar en el futuro –así tu padre no te golpeará más y yo estaré lejos de los gritos de mis padres— giró su cabeza para mirarle, aquel niño era su mejor amigo y siempre la protegía en el colegio.

—Azul hija, debemos irnos— los niños se sentaron rápidamente, era tarde, ¿A dónde irían? Se preguntó Azul confundida, Lucían por su parte la tomó con fuerza de la mano, no quería que se fuera, no quería estar solo, no con su padre ebrio en casa –Azul, que vengas aquí, debemos irnos— gritó esta vez su madre sobresaltando a la niña, no entendía lo que pasaba así que soltándose de Lucían bajó y se metió a la habitación seguida por su amigo.

—¿Qué sucede mami? ¿A dónde vamos?— la mujer nerviosa y conteniendo las lágrimas sonríe, a su hija y mira al niño del que cuidaba y salvaba siempre de las garras de su padre, le dolería mucho dejarlo, pero su vida en Rusia se había terminado y debía emprender vuelo con su hija, los malos tratos de su marido cada día iban a peor y la podría terminar matando.

—Tienes que despedirte de Lucían cielo, hoy nos iremos a casa de tu abuela— los niños se miraron extrañados, los abuelos de Azul vivían en Norte América y estaban en temporada de colegiatura.

—Pero mami, ¿Qué sucede con mi colegio? ¿Qué va a suceder con Lucían? Debemos cuidarlo, ¿Recuerdas?— Azucena con lágrimas en los ojos asintió.

—Él estará bien, es un niño fuerte, ¿Verdad Lu?— el niño le miraba serio, no entendía nada –prometo que Azul siempre te llamará y estará en contacto contigo, ahora debes irte a casa ¿Vale? Si tu padre te vuelve a lastimar llama al nuero que te he dado— acarició el cabello corto del niño –toma— le tiende un móvil –cuídalo mucho, será la única manera en la que puedas contactar con Azul, jamás… jamás… lo pierdas, cuídalo tanto como cuidabas de ella— le da un beso en la frente, a Lucían las lágrimas le brotaban, las únicas personas con las que se sentía a salvo lo dejaban, se marchaban.

—Pero mami…— Azul se abrazó de su amigo, no pretendía dejarlo –quiero quedarme con Lucían, prometí que nunca lo dejaría, no quiero irme— Azucena no pudo contener más las lágrimas, sin decir una sola palabra tomó a su hija del brazo y la alejó a la fuerza de su amigo, le dio una última mirada a la carita triste del niño y sintiéndose mal salió con su hija.

—Azul…— susurró Lucían al verla alejarse, tenía el corazón partido.

Vuelo privado, dirección New York, año 2018

—¿Estás nervioso?— preguntó con mofa a su amigo —¿Tiene que ver con la investigación que hice? Amigo, has dicho que jamás vendrías a este país… no después de lo que paso y…

—Calla— gruñe Lucían a su amigo y mano derecha –he cambiado de opinión, además, las cosas no son como antes, así que no me jodas— sonrió pensando en lo que próximamente haría, no lo podía creer, realmente estaba pasando lo que deseó por años —¿La viste? ¿Es hermosa cierto?— Rocco mira a su amigo preocupado, aquello era una obsesión que no quería dejar de lado, se culpaba mucho por la investigación que hizo, quizás debió mentirle a su amigo, pero no podía decirle que realmente otro hizo esa investigación por él.

—Si— da un largo suspiro y mira por la ventanilla del jet –es hermosa, y ahora entiendo por qué tu obsesión con esa mujer— miente, mira a su amigo –no lo entiendo, eres rico, poderoso, y dueño de la mayoría de hoteles a nivel mundial, ¿Por qué querer precisamente a esa mujer? Tienes a Aliona, ella es una reina, es un penco de mujer… está para follársela siempre que te den ganas porque jamás terminas de satisfacerte, siempre quieres más... y más… y más con ella— eso a Lucían le cabreó, su amigo podía llegar a ser un imbécil.

—Estúpido— Rocco alzó las cejas, no era bueno ver a su mejor amigo enojado, pero algunas veces provocaba matarlo y tirarlo al fondo de un lago para tirarle concreto después –no lo entenderías, ella es distinta— decide callar, su amigo sabía todo, pero él mantenía algunas cosas en secreto, Lucían solo quería quitarse a esa mujer de la cabeza, y lo haría teniéndola para él y una vez aburrido la dejaría de lado como se merecía.

Hotel Silver Apple

—Por el amor de Dios Cosy— Azul mira a su amigo con reproche, era sumamente descarado.

—A ver Diosa— como siempre habla entre gestos –los papuchos están para lujuriarlos, observarlos y degustarlos, ahora… quiero que mires a ese moreno de culo duro y redondo, quiero que lo lujuries y te des cuenta que el idiota de tu noviecito no sirve para nada— Azul rodó los ojos, su amigo estaba loco, no tenía vergüenza ante nada –Diosa… for the love of sex, debes buscar otro norte… debes encontrar algo que te llene, que te clave hasta el fondo y te haga gritar— carcajea ante el gesto de su amiga, Azul por su parte solo negaba, no era de esas mujeres liberales que tienen sexo con desconocidos en medio antro.

—Cosy por favor, déjame en paz, ya te estoy diciendo que no soy como ustedes, amo a mi novio y no pienso dejarlo porque les cae mal y…

—Momento querida— se ve interrumpida por Blanca –yo soy una santa, y te puedo asegurar que tu soso no me cae mal, lo odio, es un estúpido arrogante con sueldo de policía que se cree narco, Cosy tiene razón Diosa, o lo dejas o envejecerás amarga por tu mal sexo— Azul que no estaba acostumbrada a esos temas se sonroja, sus amigos eran muy descarado.

—No puedo con ustedes, realmente no puedo— negando se alejó de esos dos que le miraban como si fuera un caso perdido. Azul era una mujer dulce como lo era de niña, tradicional y muy buena, las malas palabras, los malos tratos y el descaro no eran parte de su vida, por lo que muchas veces le hacía preguntarse por qué tenía a dos amigos tan locos como lo eran Cosy y Blanca.

—La santa Diosa se nos ofendió…— chilla Cosy en tono chillón, era un gay que cualquiera amaba, su desparpajo y su manera tan natural de ser le hacia una persona única, es buen amigo y un estupendo cómplice.

—Tendremos que secuestrarla después— propone Blanca en confidencia con su amigo y rival, ella al igual que Cosy es una estupenda amiga y cómplice, pero con su amigo siempre había rivalidad, tenían el mismo gusto de hombres y para su suerte en la mayoría que se fijaban les gustaba los dos sexos por lo que vivían en constante disputas –no entiendo como es nuestra amiga desde toda la vida y aun no se espabile— Azul quien atendía la barra del bar no era consiente de como un par de ojos le miraban con intensidad.

—Pues bien… que sea esta noche, nuestra niña tiene que crecer, debe dejar a ese fracasado de una vez por todas— puestos los dos amigos en acuerdo inician atender el lugar junto a su inocente amiga que no sabía lo que se estaba planeando en su contra. Rocco que estaba en una esquina apartada con Lucían peinaba el lugar con la vista mirando descaradamente a todas las mujeres que para él eran arte.

—Ve y pide un trago— Rocco mira a su amigo y resopla, estaba quedando loco, desde que llegaron horas antes estaban en ese lugar apartados de todos y que nadie los veía por mucho que por ahí pasaran.

—Eres un maldito enfermo, ve tú y habla, ¿No que se conocen de niños? Bueno… ya sé, la vida te ha tratado de la mierda y no te reconocería, pero quizás ver tus ojitos brillantes te recuerde— ríe burlón ante la mirada molesta de su amigo. Rocco no lo comprendería, él no estaba enamorado, él solo quería cerrar ciclo y eso lo haría de la mejor manera que conocía, tomándola para él, obligarla hacer su voluntad y una vez se cansara de ella dejarla de lado. Jamás imaginó encontrársela, cuando escuchó que aquella mujer que fue su calma en la niñez estaba trabajando en su hotel no lo creía así que envió a su amigo y cuando este le confirmó no pudo evitar venir inmediatamente, ahora que la tenía en frente, ver esa preciosa sonrisa y la delicadeza con lo que lo hacía todo le aceleraba el corazón, pero no hacía caso, quizás eso solo era por el reencuentro.

—Hola— saludó Azul en su perfecto inglés al recién llegado —¿Qué puedo servirle?— Rocco quedó plasmado, esa mujer realmente era hermosa, su simple tono de voz te hacia estremecer por lo aterciopelada que era, sus ojos oscuros brillaban como una estrella y su sonrisa resplandecía cual luz en medio de la oscuridad, su tono de piel moreno era encantador y perfecto –oh! lo siento, no habla inglés— dijo esta vez en español —¿Qué le sirvo?— el móvil de Rocco sonó y le saco de su admiración.

—Lo lamento— se apresuró a decir antes de contestar el móvil.

—Le vuelves a mirar fijamente y te mato— tras la línea la voz de Lucían denotaba cabreo y celos, eso a Rocco le descolocó, se supone que solo quería tirársela y dejarla de lado después, ¿Por qué aquel comportamiento?

—Lo siento, mi amigo— sonríe y le muestra el móvil después de colgar, Azul que tenía una infinita paciencia y era comprensiva asiente sin perder su bonita sonrisa.

—No se preocupe, veo que habla el inglés— él sonrió algo avergonzado, se había quedado como un tonto —¿Desea que le recomiende algo? ¿O ya tiene pensado lo que desea pedir?— estaba fascinado con esa chica, quería comprender que tenía pensado Lucían con ella, ¿por qué dañar a una persona que no parecía hacerle daño a nadie?

—Dame un dos roca, bueno que sean dos, también el de mi amigo— Azul divertida asiente y se dispone a servir los tragos, Lucían moría de celos, quería matar a su amigo por mírala tanto, estaba cabreado, lo quería despellejar vivo, ella no tenía que sonreírle, no tenía que siquiera tratarlo con amabilidad.

—Oh… un ángel salido del mismo infierno para hacerme pecar— susurró Cosy mirando a Rocco, aquel rubio alto, musculoso e imponente era un papucho de esos que le hacía temblar hasta los huesos.

—Ni se te ocurra, ya le puse ojo y será mío— le advierte Blanca –mantén tu distancia, no seas un devora miembros— Cosy se llevó las manos al pecho y le miró ofendido.

—Tengo mucha más clase que tú, y por cierto my heaven, este culito llama mucho más la atención que el tuyo— torciéndole los ojos se aleja de ella contoneando sus caderas, Blanca le miraba incrédula, él era mucho más descarado que ella. Azul que los había visto les sonríe divertida.

—¿El rubio ruso de hace unos minutos?— pregunta a su amiga quien asiente buscándolo con la vista –no los entiendo a ustedes, están locos, tantos hombres y se fijan en lo mismo— Blanca mira a su amiga con ternura y niega.

—Si fueras un poquito más maliciosa lo comprenderías querida, y por cierto, hoy nos vamos de juerga— antes de que Azul pudiera contestar Blanca caminó en dirección a Cosy, aún no habían terminado, aquel rubio si se quedaba en el hotel seria suyo.

—Nos podemos ir— Lucían no apartaba los ojos de Azul, cada movimiento que ella hacia él lo tenía bajo su observación, tenía el plan indicado, ella seria suya y esta vez seria él quien la abandonaría. Ambos hombres salen del lugar y van al coche, esa misma noche actuarían.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo