Capítulo 1

Booke salió del instituto temprano. Era su último día de  clases y estaba feliz por eso; no volvería debido a que era  muy inteligente y, además, por muy ser aplicada le saltaron  algunos cursos. 

Al salir temprano aprovechó para caminar, pero se sentía  incómoda al ver cómo los hombres la miraban sin ningún  disimulo. 

Sus hermanas estaban en casa con su padre y eso la hacía  sentirse un poco mejor, aunque no tanto, su padre no era de  fiar. 

Llegó al bosque y se fue a lo más profundo de este sin mirar  atrás. Siguió caminando sola con un rumbo fijo en su cabeza  hasta que vio al final del sendero un gran y hermoso lago. 

Dejó su mochila en el piso, se acostó en el verde y esponjoso  pasto, para luego mirar las copas de los árboles. Booke era una omega muy alegre y de cuerpo envidiable  por cualquier omega, beta o hasta una alfa. Rostro de niña,  al igual que su voz, cuerpo con bastantes curvas, trasero  grande. Sus ojos eran de color azul, pero cuando su ropa era  de un color diferente al de sus ojos; estos se tornaban del  mismo color de la ropa. 

Cerró los ojos dejándose llevar por los ruidos de los pájaros  y de las hojas moviéndose al sentir la brisa pasar. Sonrió  inconscientemente como una niña pequeña, se mordió el  labio y suspiró abriendo los ojos, viendo que el cielo se estaba  tornando color naranja. 

Suspiró levantándose de allí y tomó su mochila. Comenzó a  caminar por el bosque y tocaba los árboles con gran inocencia  en el acto. Esa era una de las cualidades de Booke: ser muy inocente, pero muy inteligente. Tomó una manzana y se la  llevó a la boca, saboreando ese delicioso sabor. Escuchó cómo una rama se rompía, así que su loba se puso  en alerta completamente por cualquier movimiento que  pasara. 

Vio cómo un lobo salía de entre los árboles. Un Alfa la  miraba con hambre y eso la asustó de sobremanera, así que  ajustó su mochila en su hombro y comenzó a caminar rápido  sin mirar atrás; escuchó pasos apresurados a sus espaldas.  Dirigió su vista hacia atrás y vio al mismo hombre tras de ella. 

Aceleró el paso hasta que sintió cómo la agarraban del brazo  inmovilizándola y deteniendo su caminata apresurada. El alfa  la acorraló contra el tronco del árbol, para luego esconder su  rostro en el cuello de Booke olfateando y lamiendo; sonrió de  manera lasciva. 

—Aún no estás marcada. Es una gran lástima para la  persona que no podrá hacerlo nunca —comentó con voz  ronca, y Booke tembló. 

—N-no m-me haga nada —susurró temblando al sentir las  manos de ese hombre recorrer su cuerpo. 

—Ay... —ronroneó—. Tu voz es igual a la de una bebé que  aún no conoce al mundo y eso me hace sentir excitado, pero  sobre todo porque tienes un cuerpo tan curvilíneo. —Mordió  el lóbulo de la omega, de forma lenta y sensual. 

Booke se sentía aterrada. Su loba le decía que saliera de allí  lo más rápido que pudiera, pero simplemente no podía; el  hombre que la estaba acorralando contra el tronco del árbol  era bastante fuerte. 

La mochila de Booke cayó al piso al momento de sentir  cómo ese hombre comenzaba a tocar su trasero por encima  del pantalón. El hombre que tenía enfrente era bastante fuerte, a decir  verdad, su cuerpo era de un dios griego. Booke no quería  nada con él.

Así que tomó valor y le dio en sus partes nobles, aprovechando  esa oportunidad para salir corriendo, como alma que lleva el  Diablo, hacia la salida del bosque... o mejor dicho, hacia una  de ellas, ya que no tomó el camino por donde había llegado. 

—¡Détente en este mismo instante! —gritó el hombre, a sus  espaldas; ella no lo escuchó. 

Continuó corriendo, hasta que al final del camino vio un  carro pasar y eso le dio esperanzas porque ya estaba muy  cerca de la carretera. Eso no le serviría de nada, ya que ese  lugar era solitario y muy pocos carros pasaban por allí, aun  así no perdió las esperanzas. 

Sintió que la agarraban de la remera que tenía puesta y fue tirada al piso con brusquedad, logrando que a su labio se le  hiciera un corte, al igual que a la frente. El cielo estaba oscuro  para esos momentos, lo único que hizo fue llorar con más  ganas que antes. 

—Te dije que te detuvieras, pero no me hiciste caso y eso se  paga. Ahora sabrás lo que es bueno —murmuró, besando su  cuello con bastante lujuria. Booke sintió repugnancia en ese  momento... De solo percibir la lengua de ese hombre en su  cuello, se quiso morir. 

Volteó su rostro hacia el lado izquierdo, tomó una piedra  y se la pegó en la cabeza; se levantó, mientras pudo, y salió  corriendo otra vez hacia la carretera. El hombre desconocido se retorcía en el piso, y cuando vio  a su presa salir corriendo fue tras de ella con una mano en la  cabeza. 

La omega siguió corriendo hasta que llegó a la carretera,  pero cayó al piso cuando sintió un auto frenar de golpe frente  a ella, logrando que sus manos se rasparan.  Soltó un grito de dolor al ver sus manos en ese estado y sus  ojos se llenaron de lágrimas que se mezclaran con un poco de  sangre que salía de su frente. 

Del lujoso carro que casi la choca salió lo que pareció ser el  chofer.

—¿Estás bien? —preguntó una voz suave. Levantó la  mirada y se topó con unos ojos color miel, que la miraban  con preocupación. Ella negó con la cabeza. 

El hombre la observó con curiosidad. Vio que de su frente  salía sangre y que sus labios estaban partidos, eso lo asustó.  Pero después cayó en cuenta de que no hizo nada de eso  porque el carro no la impactó tan fuerte. 

—Liam, ¿qué pasa? —preguntó una voz ronca saliendo del  carro y viendo hacia donde estaba Liam junto a alguien. —Parece que se cayó antes, tiene la frente con una herida al  igual que su labio —explicó, girándose hacia su jefe. Booke vio hacia donde Liam miraba y observó al hombre  que creyó que jamás volvería a ver en mucho tiempo. —¿Cuál es tu nombre? —preguntó Liam. 

—Booke —susurró, tímida 

El señor se acercó a Booke, la vio con curiosidad y sonrió  para sus adentros al ver de quién se trataba; no había  cambiado mucho, aunque su rostro se encontrara con esa  herida. 

Booke volteó hacia el bosque cuando escuchó cómo una  rama se rompía y vio su peor pesadilla. Se colocó detrás de  Liam, quien la miró extrañado por su actitud. 

—No deje que me haga nada, se lo pido, por favor —le  suplicó temblando a Liam. 

—¿Fue él quién te hizo eso? —preguntó Nathan, y ella  asintió—. Sube al carro ahora —le ordenó muy serio. Liam la ayudó a levantarse del suelo y a entrar al lujoso  carro, mientras que Nathan se quedó fuera. 

—Tú vienes conmigo —ordenó, caminando hacia el hombre  que sostenía su cabeza con ambas manos. 

La omega entró con ayuda de Liam al carro, quien le pasó  un paño húmedo para que se limpiara las heridas. Escucharon un grito desde lo más profundo del bosque y  eso logró que Booke volteara su cabeza hacia ese lado. Vio  cómo Nathan salía sin el saco que tenía puesto, realmente enojado y se preguntó si la iba a matar o algo así, aunque  también se preguntaba qué pasó con el hombre del bosque. Nathan subió al carro con el semblante serio y Booke se  encogió en su lugar. 

Cuando su jefe llegó, Liam entró al lujoso carro. —¿Dónde vives, niña? —preguntó, mirándola fijamente y  ella se mordió el labio. 

—Al final de la calle... Dobla a mano izquierda, la última  casa de esa calle es donde vivo —murmuró bajando la mirada. Nathan sabía perfectamente dónde vivía, solo quería  comprobar si era la chica que conoció hace más de dos años. Le dio la dirección a Liam, quien de inmediato comenzó a  conducir hacia donde le habían dicho. 

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó con voz dominante. —Booke Taylor, señor —respondió subiendo la mirada para  mirarlo. 

—¿Y el nombre de tu padre? —preguntó de nuevo, otra vez  sin rodeos. 

—Mark Taylor —volvió a responder nerviosa. Ya no le  gustaban ese tipo de preguntas. 

Nathan pudo oler que la chica estaba nerviosa. —No estés nerviosa, no te voy a hacer nada... «por  ahora» —comentó para sí mismo, pero Booke lo escuchó  perfectamente. 

—¿Qué pasó con el hombre del bosque? —se animó a  preguntar, y Nathan la vio con una ceja levantada. —Ya no volverá a estar en esta vida, no te preocupes. —Se  encogió de hombros, con indiferencia. 

—Lo mató —sonó más como una afirmación que como una  pregunta. 

—Sí, lo hice, sí eso te hace sentir mejor. No me gusta que se  metan con lo que es mío —comentó serio y Booke se sintió  morir en esos momentos. 

—Ya llegamos —informó Liam cuando aparcaron frente a  una casa muy vieja. 

Nathan se preguntó si era verdad que ella vivía allí. —Muchas gracias, señor —respondió abriendo la puerta del  carro, y cerrándola después de que salió. 

Vió que de su casa salió el hombre que la engendró con cara  de estar borracho y notablemente furioso. 

Nathan observó si era el hombre que lo estafó hace años y  efectivamente era él. 

Hace años ese hombre desapareció del planeta como por  arte de magia y ahora lo tenía frente a frente. Nathan nunca  se imaginó que se lo volvería a encontrar, y menos en la  misma casa. 

Salió del carro cuando vio cómo el hombre tomaba del  brazo a Booke y eso lo hizo enfurecer de sobremanera, así  que se acercó a ellos y tocó el brazo del alfa, quién lo miró  sorprendido. 

—Entra a la casa, Booke, y espérame en tu cuarto ya  sabes cómo —le ordenó, soltándola de una forma agresiva,  haciéndola caer al piso, pero se levantó y corrió a su cuarto. 

Volteó su rostro hasta quedar frente al hombre que pensó  que jamás volvería a ver. 

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó el padre de Booke con  brusquedad. 

—¿Así es como me recibes después que me estafaste, hijo  de perra? —soltó con rudeza mientras avanzaba hacia él. —Yo no tengo tu dinero, si es eso lo que quieres; hace años  que me lo gasté. —Retrocedió y Nathan rio sarcástico. —Descuida, no quiero el dinero... Quiero algo mejor —sonrió  perversamente. 

—No entiendo. —Frunció el ceño. 

—Mejor hablemos adentro porque lo que te voy a proponer  te va a encantar —le explico entrando como perro por su casa  y el padre de Booke lo vio extrañado. 

Booke se mordía las uñas de las manos por el nerviosismo  que estaba sintiendo en ese instante. Su madre se había ido a  trabajar, pero faltaba mucho para que ella llegara.

Su padre era un vago de lo peor, Booke siempre se preguntó  por qué su madre se casó con una persona así, si ese hombre  era tan asqueroso hasta para mirarlo. 

Sus hermanas estaban dormidas cuando fue a verlas, era  mejor así para que ninguna de ellas escuchara cómo su padre  la castigaba por llegar tarde. Aún recordaba el día que él la  maltrató por primera vez. 

La puerta se abrió mostrando a su padre con una sonrisa  que daba miedo. 

—Te vas de aquí hoy mismo, ya no eres mi hija —espetó con  una sonrisa maliciosa. 

—¿Qué estás diciendo? —preguntó curiosa. 

—Lo que escuchaste; te acabo de vender al alfa de los alfas — dijo sin rodeos y el mundo de Booke se vino abajo en cuestión  de segundos. 

Su padre la vendió al hombre que años atrás la quería solo  para él.

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