Alice y Robert pertenecían a importantes familias, aunque se conocían de niño, no volvieron a verse hasta saber que estaban comprometidos. Robert se negó a casarse con ella, pues no la amaba ni tampoco la conocía. Cuando Alice supo que Robert no quería aquel matrimonio, sintió alivio, ya que ella tampoco deseaba casarse con él y amaba a otro hombre, por lo que recurrió a sus padres para la anulación del compromiso, pero estos se negaron, ya que si cedían ante la familia de Robert Graham, parecería que ellos eran más importantes y poderosos, por lo que los Taylor tenían que seguir adelante con aquel compromiso. Todo siguió su curso hasta el día de la boda y una vez celebrada, Robert sacó su ira contra la joven Alice por obligarlo a casarse con ella y no negarse al igual como hizo él. Pero Alice intentó explicarle que ella tampoco deseaba casarse con él e incluso le confiesa que ama a alguien más. Más aquellas palabras solo enojan a Robert, creyendo en todo momento que Alice se siente superior a él y por esa razón exige que le diga quién es el hombre que ella ama, pero Alice no puede contarle eso, pues se trata del mejor amigo de Robert, Jared.
Leer másJared no solo era el mejor amigo de Robert, sino que era como su mano derecha para todo, uno de sus empleados de los que más se valía, más ahora que tenía a una amante y dejaba de lado muchas de sus responsabilidades, en él era en quien descargaba toda su confianza y mucho peso de trabajo, hasta el que no le correspondía.En lo personal, Jared era un buen amigo, se conocían desde hace muchísimos años, pero cuando entraban en el campo de lo laboral, Robert no lo veía más que como un empleado más, por eso que Jared le haya colgado la llamada de aquella manera, era casi un insulto para él o para su autoridad como su jefe. Allí no valía la amistad.—¿Tienes que irte ya?—su voz aún sonaba agitada por toda la actividad.—¿Ya pensaste lo que te dije, Rob?—Dayana quería dejar de ser su asistente y obtener un puesto mejor en la empresa, lo tenía muy claro, eso de ser su amante no solo se quedaba allí, habían metas dentro de esa función, como escalar dentro de la empresa, sacar provecho de ser s
—¡Jared! ¡¿No me escuchas?!—inmerso en sus pensamientos, él ignoraba por completo la voz de su asistente que le llamaba en más de una ocasión, sin que su jefe le escuchara. Enojada, llamó una vez más, atreviéndose a gritarle otra vez porque él parecía estar sumergido en otra cosa, sin ser capaz de escuchar su voz.—¡Jared!No podía dejar de pensar en Alice, en cómo estaba, cómo la estaría pasando luego de la pérdida de su hijo. Pensaba en la relación tan extraña que ella tenía con su esposo, como si careciera de amor, como si…no sintieran nada uno por el otro, tal como dijo Sofía Taylor. También le mortificaba mucho que ella escuchó su confesión, una parte de él sentía alivio de que ella no dijo nada pues aquel no era el momento ni el lugar, pero por otro lado, quería que ella tuviera una mínima opinión, ya que escuchó lo que él le dijo cuando pensaba que estaba dormida, cuando él se confesó al creer que ella no lo escuchaba.También deseaba que al menos ella dijera algo, porque ni s
Para Alice era muy extraño tener a Robert cerca por tanto tiempo. No se movió ni por un segundo de aquella habitación y tampoco podía hacerlo, tenía que demostrarle a los Taylor que él no estuvo presente porque no pudo, no porque no quiso. Y la única manera era quedándose al lado de Alice, hasta que su familia bajó la guardia luego de la disculpa de Robert frente a todos, pese a lo mucho que le costó hacer aquello, ya que…no le gustaba sentirse inferior y menos inferior a Alice Taylor.Le dieron el alta en el hospital y él aún estaba allí.Se comportaba como un esposo, uno preocupado.¿No que tenía que viajar? ¿No había dicho él que tenía cosas más importantes que hacer y que estaba muy ocupado? ¿Por qué ya no se marchaba?Pero no podía solo desaparecer con su amante, era un momento en familia y él no podía darse el lujo de escaparse, no cuando los Taylor lo tenían en la mira. Un error más y las consecuencias podrían ser fatales, no podía darse el lujo de que la mayor de los Taylor si
Fue algo muy raro.Poco contacto tuvo con aquel embarazo y no era un gran entusiasta de tener un hijo con Alice, pero nunca pensó en la muerte de esa criatura y más ahora que sabía que era necesario un heredero de la unión de ambas familias para mantener dicha unión. Siempre los despreció a ambos y los dejó en aquella casa encerrados, siendo inconsciente de que podría necesitarlo, que su padre había llegado a un acuerdo con los Taylor.¡¿Cómo es que no le dijo algo así?! Le habría prestado al menos una poca más de atención a Alice o su embarazo.¿Habría sido por su culpa?¿Tuvo que ver con la manera en la que él tomó la noche anterior a su esposa? ¿Sería posible?«No, no puede ser que sea mi culpa, algo debió haber hecho ella mal como para perder a nuestro hijo. Si hay un culpable, debió de ser ella que era la que estaba embarazada, culpa mía no puede ser.» Decía a sí mismo para no cargar con ese peso, camino hacia el hospital donde ella se encontraba, viéndose ya con la responsabil
—Te amo, Alice Taylor. Y lo hice desde el primer momento en que te vi. Eres y serás la mujer de la que estoy enamorado, aunque esto nunca podrá ser.Alice escuchaba cada palabra que salía de los labios de su adorado Jared, apretaba sus ojos, al igual que sus manos en su pecho, intentando apaciguar aquellos fuertes latidos y esa confesión que llegaba a ser como un bálsamo para sus heridas.¿Qué debía hacer? ¿Abrir los ojos, decirle que escuchó todo y confesar el amor que ella también sentía hacia a él desde el primer momento en el que lo vio? ¿Confesarle también que ese amor era correspondido?No sabía qué hacer, pero empezó por abrir los ojos.Al ver que ella estaba despierta y que probablemente escuchó todo, el blanco rostro de Jared se puso pálido y luego sus mejillas tomaron un color rojo, poniéndose rápidamente de pie, alejándose de ella, estando muy avergonzado porque ella probablemente escuchó esa confesión que él hizo desde lo más hondo de su corazón.—Y-Yo…—Alice jamás lo habí
Cuando Jared Sinclair recibió la noticia de que Alice Taylor había dado a luz, dejó todo lo que hacía y al saber el hospital donde ella estaba ingresada, fue directo hacia allá sin pensárselo dos veces.Conocía a sus hermanas y fue a las primeras que vio al llegar al hospital.—Sofía.—la saludó con un beso y un abrazo. Además de Alice, era a Sofía la otra Taylor con la que él tenía confianza, más cercanía.—Tiempo sin verte, están todas aquí.—observó a la familia Taylor que guardaba silencio, tristes por la pérdida del bebé de Alice.—¿Qué es? ¿Niña o niño?—preguntó en voz baja, sin saber lo que pasaba, algo entusiasmado porque sería el hijo de Alice y aunque no fuera suyo eso lo ponía feliz, la felicidad de ella también lograba alegarlo a él.Miró a los alrededores de aquella sala de espera, buscando con la mirada a Robert, su amigo, asumiendo que tenía que estar con Alice y su nueva criatura al no verlo allí.Sabía que se sentiría celoso de verlo tan feliz junto a su familia, a su bebé
—No te dejan de llamar, ¿no vas a contestar?—preguntó la pelirroja a su lado. Miró con sensualidad y deseo a Graham.¿Cuánto tiempo llevaba siendo amantes? ¿Desde cuando se veían de aquella manera? ¿Cuándo fue que ambos se enfrascaron en aquella historia de infidelidad?Era su asistente, quien no tuvo ningún remordimiento de meterse con él, incluso sabiendo que era casado, porque sí, ella lo sabía, todos sabían de la deslumbrante boda que hubo entre la alianza de Robert Graham y Alice Taylor, no había nadie que no supiera de aquella importante boda.Tampoco a Robert le importó en lo más mínimo aquello, su esposa era algo que no le importaba y en cuanto ella no saliera de aquella casa donde él la dejó, todo estaría bien para él. La tenía sometida, con miedo a revelarse ante él, era todo cuanto Robert quería, mantener bajo su yugo a Alice, que entendiera ya de una buena vez que ella no era más que él, que no podría escapar de su lado y menos la dejaría estar con ese hombre al que ella d
Alice estaba sobre la cama y su bebé no estaba con ella, recién despertaba, sintiéndose muy extraña luego de la cesárea, recordaba haberse quedado dormida, pero nunca recordó haber visto a su hijo. Habían pasado varias horas desde la cesárea, ella no sabía nada de él.—Es un niño.—dijo su hermana mayor, Sofía, recién dándose cuenta Alice que su hermana estaba allí con ella.—Diste a luz a un niño.—volvió a decir con una sonrisa.—Quiero verlo, necesito verlo.—Alice levantó su mano para que su hermana de acercara.Su hermana tomó asiento a su lado y sujetó su mano para lo siguiente que le iba a decir.—Alice, no nació un niño sano y por el momento no puede estar a tu lado, es prematuro y tiene otros problemas con los que nació. A decir verdad, y espero que seas fuerte, él tiene pocas probabilidades de vida, está muy débil y…—ella comenzó a llorar al saber la condición de su hijo, sin dejar a su hermana decirle todo lo que tenía que contarle sobre la pequeña criatura.La pena de Alice er