Capítulo 5

Los días pasan y Nefertari trata de olvidar a aquel hombre, pero... ¿Cómo hacerlo con el momento traumático que vivió por su culpa? ¿Cómo olvidarlo cuando él la besó de una manera que nunca antes la habían besado? ¿Cómo es posible no olvidar a un hombre por sus caricias? Todas esas preguntas ella se las hacía y aun así fingía no recordarlo, ella misma se daba asco por ser una hipócrita, pero debía seguir, olvidar y centrarse en su hija quien estaba estable pero no se sabía si era sus últimas fuerzas o que realmente la nena era fuerte.

Por otro lado Andrew Ferrugia estaba planeando su siguiente paso, ella pronto debía estar junto a él pagando lo que debía pagar, era su legado, él tenía que terminar con esa venganza y para demostrar que era mejor tenía una fantástica manera de hacerla sufrir y lo haría.

Umbría Italia

Andrew se presentó ante el hombre que es su tutor. Cuando su padre murió tenía tan solo 15 años, fue una muerte repentina, o eso le dijeron a él y a su madre en ese entonces, pero una vez quedó bajo la protección del mafioso más peligroso y temido de la historia italiana escuchó la verdad. Adom Gamal había acabado con la vida de su padre, no solo había traicionado al que ahora es su tutor, sino que también acabó con la vida de su padre y ahora su hija está viva solo para vivir un infierno.

—Hijo mío— se levantó el hombre con pelo entre una mezcla blanca y negra al igual que su barba. Alto y musculoso, no parese ser un anciano, se ve demasiado bien.

—Padre— sonrió Andrew —es hora de irme a Roma para terminar lo que empezaste— el hombre lo abrazó orgulloso de él, es su mejor creación.

—Entonces solo debo decirte que no puedes fallar o habrán consecuencias muy grabes— Andrew pasó saliva con dificultad pero asintió a su amenaza, porque eso fue, una amenaza.

—No te fallaré, la venganza estará terminada y pronto podremos estar en paz y darle a mi padre lo que merece, justicia— el hombre sonrió, la sed de venganza de ese chico es inaudita y perfecta para lo que quiere. 

—Así se habla hijo, así se habla— se sentó tras su escritorio y miró al muchacho frente a él. Sin duda acogerlos a él y a su madre fue la mejor decisión, y pensar que los mataría. Sonrió el mal hombre mirando a Andrew a los ojos —quiero informes de todo lo que hagas, sea con esa mujer o en tu trabajo. No quiero que te expongas si no es necesario, eres un empresario respetado y eres la salvación de la organización, ¿Entendido?— Andrew asintió, por supuesto nunca le hace caso y él sabe que siempre le desobede, le gusta formar parte de la mafia y siempre será así.

—De acuerdo padre— dio media vuelta para retirarse.

—Hijo— Andrew se detuvo y giró para mirarle de frente —tienes prohibido enamorarla— sin decirle nada Andrew salió del despacho y se dirigió con sus hombres, tienen que hacer una entrega de un cargamento antes de irse a Roma.

—Eh Imbécil— Franco le dio un puñetazo a su mejor amigo —nos esperan, no quiero salir con una bala en mi culo. Recuerda que esos rusos son unos hijos de puta y no quiero hacerlos enojar— Andrew empujó a su amigo y río.

—Eres un débil, quiero acción, ya sabes lo que me espera en Roma… ser verdugo de una bruja insolente y trabajar como un buen hombre— se burló de sí mismo —además, ese ruso es amigo de mi padre. Lucian Molcovick es cruel, pero si te tiene aprecio no solo te respeta, te demuestra su lado humano— sonrió de lado —y su preciosa esposa me quiere mucho— se encogió de hombros y Franco solo negó.

—No sé cómo no te han matado antes, eres un imbécil en toda la extensión de la palabra— Andrew se detuvo y miró a su mejor amigo.

—Puedo ser todo eso, pero a la hora de hacer negocios soy el mejor y es eso lo que cuenta. Me doy a respetar y dejo mi posición bien en claro, por eso los mafiosos más respetados tienen agrado hacia mi persona y no me niegan ninguna negociación ni ayuda. Ahora mueve tu maldito culo y vamos por ese dinero, tenemos dos horas de camino— Franco suspiró, ese es su amigo. Desde que aquel hombre lo acogió se volvió malo y frio al punto de querer hacer sufrir a una inocente mujer.

—Vamos, ya es hora— ordenó Franco, es el segundo al mando. Franco se metió en ese mundo de la mafia para ayudar a su familia, su pobreza era extrema y al ver la oportunidad que su amigo le ofrecía no lo pensó y aceptó todo, incluido los riesgos y el peligro. Ahora ahí está, siendo uno de los mejores mafiosos lleno de dinero y de mujeres.

Una vez se prepararon hicieron el camino entre bromas, no es primera vez que negociaban con el temido Molcovick así que no tienen que estar alertas, ese hombre les ha ayudado a conseguir respeto en Rusia y por él ha obtenido la plena confianza de su padre. Claro, sin que éste último sepa que es gracias a Molcovick. 

Perugia, capital de Umbría

Lucian y Rocco hablan mientras esperan al crio que los sorprendió un día… el día que habían atentado contra él y sus hombres ese jovencito con los suyos no dudaron en defenderlos y salvarles la vida. Desde entonces tienen un gran aprecio hacia él y cada vez que pueden hacer negociaciones lo hacen, no lo dudan ni un segundo.

—Blanca me quiere dejar— resopló Rocco quien estaba pasando por una crisis matrimonial —¿Puedes creerlo? Me quiere dejar amigo. Creo que mi mujer está con alguien más— Lucian que sabía por lo que pasaba su amigo por lo que él mismo le contaba y por las conversaciones que escuchaba de su esposa y amiga en casa palmeó el hombro de su mejor amigo.

—Ella simplemente está frustrada, amigo, viajamos mucho y tuvimos a nada de morir nuevamente— Rocco miró a su amigo y Lucian sabiendo que no lo había tranquilizado suspiró y decidió contarle a su amigo lo que negaba a decirle —Azul…— calló, le dolía pensar eso —mi mujer me pidió el divorcio— quiso sonreír pero no puedo —la mujer de mi vida, mi luz… ella… ella me pidió el divorcio antes de salir de casa— Rocco miró a su amigo asombrado, ellos son felices.

—¿De qué me hablas? Pero si ustedes son muy felices— Lucian negó.

—Me dio un ultimátum, mi trabajo o mi familia— negó —y cuando lo dudé ella no dudó en pedirme el divorcio— resopló —creo que es hora de dejar esto, es hora de dejar de tentar a la muerte y centrarnos en nuestra familia— miró los ojos de su amigo —tu mujer está embarazada y por eso está así— a Rocco se le fue el color del rostro cuando su alma voló de su cuerpo. No pudo decir nada, los italianos habían llegado y tenían que hacer la negociación.

—Señor Molcovick— saludó Andrew con gesto serio, respetaba a ese hombre incluso más que a su padre, Lucian Molcovick es grande ante sus ojos —señor…

—Si me llamas por mi apellido te parto la cara muchacho— rio Rocco y lo abrazó —me salvaste la vida una vez y eso te hace digno de llamarme por mi nombre— Andrew sonrió complacido, tenía un gran respeto por esos hombres y que lo trataran como a un amigo era fantástico.

—De acuerdo Rocco, es hora de iniciar— los hombres se pusieron serio y se centraron en el trabajo.

Roma, Italia.

Nefertari había terminado una presentación con sus alumnas la cual había sido todo un excito. Ahora corría por la calle buscando un taxi para ir al teatro y hacer su presentación, estaba muy cerca de convertirse en una bailarina profesional y eso la tenía tan excitada que no podía con la euforia.

Prácticamente se tiró frente a un taxi y aprovechó para subirse, el hombre la miró como si fuera una loca suicida, y lo parecía.

—No me mire así, necesito llegar al teatro en 15 minutos. Le pagaré bien si acelera a fondo— el hombre recorrió su cuerpo con la mirada.

—Lindo tutú— se burló por la vestimenta —¿Cuánto años tienes? ¿Tres?— Nefertari sonrió ante las palabras del irritante hombre.

—Soy adorable lo sé, y sexy también, pero… ¿Adivina qué? Tu mirada es lo más cerca que estarás de mí— sonriendo miraba por la ventana, no sería él quien le amargara la tarde. Estaba muy emocionada y feliz por la oportunidad que se le estaba dando, quizás si llegaba a ser profesional su hija tendría una mejor calidad de vida. Se la llevaría a Rusia para que fuera tratada por su problema.

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