ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 56. Una atracción peligrosa
—¡Lo mato, es que yo lo mato...! ¡Y luego lo entierro debajo de la jaula! —exclamó Nahia con el corazón acelerado.
Nahia salió de las sombras hacia la noche, y la luna llena brillaba lo suficiente como para iluminar el pequeño sendero que atravesaba el patio trasero de la casa de Aaron. Esa noche había acudido a una cita muy especial al que Aaron la había invitado y esperaba ceña y velas, ¡no hombres medio encuerados y una jaula de pelea clandestina!
El lugar parecía envuelto en un extraño aire de excitación y expectación. En el centro del patio había luces, gradas, consolas de audio, una enorme pantalla y una jaula. Nahia pudo ver a unas cuantas personas arremolinadas alrededor, con los rostros iluminados por una excitación febril. A un lado habían levantado un bar y un puñado de hombres estaban reunidos en torno a él, hablando y riendo.
Más atrás, cerca de la casa, un grupo de mujeres se afanaba en sus propios preparativos. La abuela Katerina estaba en el centro, con rostro severo