—¿Se enlazaron? —preguntó Mario con cara de asco, sus ojos se movían entre Teo y yo.
—No, ¿qué haces aquí? —le preguntó Teo con un suspiro.
No me perdí la mirada de alivio en la cara de Mario.
—Estoy aquí porque me despertaste cuando te estabas escabullendo fuera de mi habitación, así que fui a la tuya y no estabas allí. Entonces te oí aquí. ¿Qué querías y por qué estás aquí? —preguntó.
Teo dudó. —Estaba comprobando si fuiste tú quien nos estaba observando dormir, y estoy aquí para mantenerla a salvo.
—¿Crees que estuve aquí observándolos? —resopló Mario.
—Bueno, eres el único que ha tenido problemas con ella, así que sí, fuiste mi primera suposición —Teo se encogió de hombros.
—Tengo mejores cosas que hacer que observarte en la cama con ella —gruñó Mario antes de salir furioso.
Teo cerró la puerta con un suspiro, pude ver cuánto quería ir tras Mario, lo dividido que se sentía entre quedarse allí conmigo o ir tras su amigo.
—Ve, te necesita —le dije suavemente.
—No, necesito quedarme