Epilogo

Después de haber visto a Michael defenderlo e impuesto a su alfa contra los razas puras. Eliot no tenía duda de que Michael era una cajita llena de sorpresas y él se había hecho una nota mental en no molestar demás al puberto mientras estuviera embarazado pues no quería terminar como su hermano con la nariz rota.

Ya tenían el tiempo suficiente para irse a otro lado y dejar todo atrás. Se fueron a un país en el que estaban seguros que nadie los iba a molestar por cosas de que ambos eran alfas y que estaban esperando a unos pequeños cachorros. Nueva Zelanda era su destino ideal, Eliot tenía todos los medios necesarios para que nada les faltara.

Aunque, el alfa durara de tres a ocho horas fuera de casa, siempre tenía su teléfono en el oído hablando con su pequeño puberto, sólo por él había aprendido a usar esos aparatos