Capítulo 5

Dominic

La cena había terminado hacía más de una hora, pero yo seguía en el estudio, con la copa de vino aún en la mano y la mirada fija en la chimenea apagada.

No era común que Linsey invitara a empleados a la casa. Mucho menos una secretaria novata, pero ahí estaba ella: Paula Jones. Sentada en nuestra mesa, hablando con James como si lo conociera de toda la vida, respondiendo con naturalidad a cada pregunta, sin titubeos, sin adornos. Demasiado… cómoda.

Demasiado perfecta.

No era desconfianza lo que sentía. Era algo más sutil. Una inquietud que no sabía nombrar. Desde que llegó a la empresa, Paula había sido impecable, puntual, precisa, discreta. Cumplía con todos y cada uno de los requisitos que yo había estado buscando desde el inicio, pero también había algo en su forma de moverse, de observar, que no encajaba del todo con su expediente.

No era solo eficiente. Era estratégica.

Y eso, en el mundo de los negocios y la gente rica, era una señal peligrosa, porque a menos que no seas un peligro, no deberías mostrarte así.

Me levanté y caminé hacia la ventana. Desde allí podía ver el auto que la llevaría de regreso. Linsey la acompañaba hasta la puerta, sonriendo como si ya fuese de la familia. James la abrazó antes de subir al coche. Paula se inclinó para despedirse, y por un instante, su rostro quedó iluminado por la luz del porche.

No parecía una amenaza, pero las amenazas más peligrosas rara vez lo parecen.

Se notaba que para James, ella era definitivamente un verdadero ángel y todo gracias a su gripe.

Volví al escritorio y abrí su expediente. Lo repasé por tercera vez en la semana. Todo estaba en orden.

Demasiado en orden.

Las referencias eran impecables. La experiencia, suficiente. Pero había algo en la forma en que había respondido a la entrevista, en cómo se había ganado a Eric, en cómo había manejado la situación con mi prometida… que no podía ignorar.

Tomé el teléfono.

—Eric —dije cuando respondió—. Quiero que revises el historial de Paula Jones. Todo. Desde el principio. Universidades, empleos, direcciones. Si hay algo que no encaje, quiero saberlo.

—¿Sospechas de algo? Porque si es así podríamos…

—No —lo interrumpí—. Pero quiero estar seguro.

Colgué. Me quedé en silencio unos segundos. Luego, sin pensarlo demasiado, abrí la cámara de seguridad de la recepción. Retrocedí hasta esta mañana. Allí estaba ella, entrando a las 6:20 de la mañana, saludando a Sam, sonriendo mientras mantenían una conversación un tanto ruidosa al parecer. Su cara sonrojada y nerviosa que buscaba indicio alguno de una persona que haya escuchado sobre el tema. Luego en el ascensor, sola hablando por teléfono tranquilamente. Luego en su escritorio, revisando documentos.

Todo normal.

Demasiado normal para mi gusto.

¿Nadie notaba nada raro? Ni siquiera Linsey o James, solo yo. Mi hermana nunca había sido tan amigable con alguien en toda su vida. Era altanera y recatada, odiaba a los oportunistas e incluso a Diana, mi ex prometida, la detestaba como si hubiese hecho lo peor del mundo. En definitiva no entendía la razón de su amor hacia Paula, pero necesitaba encontrar el fondo por más difícil que fuera.

Nada podía ser tan perfecto sin tener algo oscuro detrás y todo se resumía a ese mensaje.

---

Paula

El auto se alejaba de la residencia Anderson y yo no podía evitar mirar por la ventana, como si aún pudiera sentir la mirada de Dominic desde alguna parte.

La cena había sido perfecta. Demasiado perfecta. Linsey era encantadora, James un ángel, y Dominic… bueno, Dominic había sido Dominic. Pero algo en su mirada esta noche había cambiado. No era frialdad. Era análisis. Como si, por primera vez, me estuviera viendo de verdad.

Y eso no era parte del plan.

Me acomodé en el asiento y saqué el celular. Un mensaje me esperaba.

> “¿Todo bien?”

Respondí con una sola palabra.

> “Sí.”

Pero no era del todo cierto, porque esta vez no solo estaba observando, también me observaban.

Dominic comenzaba a sospechar de alguna forma y mis instintos me lo decían. Esos ojos no eran los mismos que me criticaban todas las mañanas cuando ingresaba a la oficina.

Sabía que él no lo dejaría así. Sus sospechas hacia mí comenzaban a crecer lentamente por alguna razón desconocida y yo necesitaba movilizarme más rápido para que no me descubriera. Dominic quería información que le confirmara sus sospechas sobre mí: una espía, policía, agente de la CIA, alguien sospechoso.

Le escribí a mi colega en un código que solo nosotros podíamos usar. Nadie lo suficientemente inteligente podría descubrirlo solo viéndolo, necesitaría mucho más que eso y cuando finalmente entendiera, otro nuevo estaría siendo utilizado en su lugar.

> ”Activa el expediente que te pedí”

Envié el mensaje y a los segundos una nueva notificación vibró.

> ”Tu expediente ha sido activado, prepárate para lo que venga”

Suspiré apagando el teléfono y recostando mi cabeza en el asiento. Eric sería el primero en verlo, porque su mejor amigo así se lo pidió. Información falsa que creerás porque tampoco confías plenamente en mí ahora que sabes las dudas de tu jefe hacia mí. Soy más de lo que leas hoy, algo que deberías temer en el futuro, pero que no desecharás porque me necesitas.

---

Eric

No era la primera vez que Dominic me pedía que investigara a alguien, sin embargo esta vez era diferente.

Paula Jones

La secretaria que había llegado por accidente, la sobreviviente a su indiferencia por los demás, la misma que cuidó a James como si fuera suyo y ahora, la mujer a la que Dominic comenzaba a ver con recelo.

Está bien, él nunca confía en nadie, pero ¿investigarla? Ya eso era otro tipo de descontento.

Encendí mi computadora personal, no la que normalmente usaba en el trabajo. Si mi mejor amigo quería respuestas, se las daría, pero no sin antes ver por mí mismo qué tan justificada era su sospecha.

Ingresé a la base de datos interna. Universidades, empleos pasados, direcciones. Todo estaba allí, absolutamente todo. Bastante limpio, como una persona promedio.

No había errores tipográficos ni inconsistencias con las fechas. Las referencias eran válidas e impersonales. Correos genéricos, números que re dirigían a buzones de voz. Incluso las redes sociales eran completamente normales. Ninguna foto comprometedora o publicaciones fuera de lugar. Era una persona impecable en todos los sentidos y bastante aburrida también.

—¿Quién eres, Paula Jones?

Decidí indagar más, accediendo a bases de datos externas y con permisos restringidos que no me importaba pasar. Allí estaba lo que buscaba.

Su imperfección.

Un nombre similar, coincidencia en fecha de nacimiento, pero apellido distinto.

Paula Jiménez.

Registrada en una base de datos militar, luego eliminada. Sin detalles exclusivos, solo una nota: “Transferencia confidencial. Clasificación: restringida”.

Mi estómago se tensó y la punta de los vellos se me erizaron ante lo leído.

Volví a mirar su foto, su historial perfecto y su sonrisa en la identificación.

Dominic tenía razón ante sus sospechas. Paula no era cualquier persona, por eso tanta eficacia y cuidado.

Había sido entrenada para esto, no era una coincidencia que su expediente fuese el mejor. Ella era lo que se había forjado para que pudiese ser lo que Dominic necesitaba y ahora sin ella, yo tendría que volver a retomar sus absurdas labores.

No estaba de acuerdo con tenerla, pero tampoco podía permitir que Dominic la desechara. No era fácil encargarse de su trabajo teniendo otro por cumplir. Estos años sin ella eran en definitiva los peores y no estaba dispuesto a volver a ellos.

Cerré todas y cada una de las pestañas que me llevaban a la verdad, dejando únicamente las que reflejaban humanidad y las envié a Dominic por correo en un documento protegido.

No era correcto mantenerla cerca, dado a que posiblemente se trataba de una razón sospechosa, pero mientras ella no supiera que estaba enterado de su verdadera identidad, ninguno correría el riesgo de ser el enemigo del otro y podríamos continuar una convivencia sana.

Pula era en definitiva lo que siempre había buscado Dominic, echarla era como clavarme una daga en el corazón.

—No dejaré que te vayas, señorita Jones. A cambio demuéstrame de lo que eres capaz.

La pantalla de mi celular se iluminó con un mensaje de Dominic quien parecía haber esperado demasiado por la información acerca de su joven secretaria.

> “¿Solo encontraste esto o me estás ocultando algo más, Eric?”

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