Capítulo 36 – El Arete y la Mentira
Punto de vista: Sofía Rojas
La notificación del mensaje brilló en la pantalla, pero Sofía no lo abrió. No lo necesitaba. No quería más promesas que se deshiciera en la primera curva del dolor. Ya no.
Estaba agotada de esperar milagros en labios que ya no creía.
Se paró frente a la ventana, con una mano sobre el vientre, acariciando esa nueva vida que palpitaba en silencio. Afuera, el cielo se teñía de nubes espesas, como si también presintiera que ese día no estaba hecho para la luz.
El mensaje decía:
> "Sofía, por favor. Quiero ayudarte. Decime si necesitás algo. Estoy acá, lo juro."
Ella respiró hondo. No respondió de inmediato. Miró el celular, lo dejó sobre la mesa, lo tomó otra vez. Esta vez, con los ojos secos y el corazón en llamas, escribió:
> "Si el bebé necesita algo, te lo haré saber. Pero por decisión mía. No porque vos me lo pidas. No insistas y quedate tranquilo que ahora podés volver con Valeria. A ella nunca la hiciste esperar