¿Qué pasa con aquellos hombres que se topan con una diosa de espuma que tiene fuego en sus entrañas? Afrodita es una mujer hermosa y sensual. Pura pasión y fuego. Belleza y encanto, deseo y poder. De alma libre y rebelde. Ella no necesita a los hombres, los hombres la necesitan a ella.
Leer másUnos meses después de aquel accidente en helicóptero donde casi pierdo la vida, desperté en una cama de hospital, sin fuerzas, sedienta, hambrienta, con apenas algunas memorias de lo sucedido en mi vida anterior a ese momento, en el que abría los ojos por nueva vez a la vida, como si hubiese renacido en ese instante, como si todo se hubiera reiniciado para mí, como si realmente tuviera una nueva oportunidad para vivir la vida de nuevo. No recordaba mucho, sólo aquel momento en el que todo se apagó, aquel espeso humo negro, el movimiento estrepitoso de aquella máquina averiada, los ojos de Tell fijados en mi, la desesperación en mi corazón, la cara de horror de los demás hombres a bordo, y mucho dolor en mi cuerpo por aquellas heridas que alguna vez tuve, pero que en aquel momento, justo al despertar, ya no estaban, no sentía dolor alguno, tan solo calma, como si fuera
Caminamos por un largo rato, yo estaba exhausta, él parecía acostumbrado, estuvimos recorriendo unos senderos totalmente difíciles de transitar, parecía como si nadie hubiese transitado antes por aquel camino, lleno de árboles, ramas robustas, yerba, y diferentes tipos de plantas, realmente no había un camino marcado, todo estaba bastante cubierto por plantas. Con machete en mano él nos iba abriendo camino sin parar en ningún momento, por un largo periodo de tiempo fue así, ni siquiera puedo saber por cuánto tiempo exacto estuvimos caminando por el bosque. Paso a paso nos fuimos adentrando en el espeso y solitario bosque, caminando de prisa por el camino que él iba haciendo para nosotros, él no se detenía ni miraba hacia atrás, mientras iba delante de mí haciendo lo suyo, tan solo me motivaba a continuar.
Estaba en manos del sabueso por nueva vez, me sentía tan asustada, tan perdida, como si mi vida estuviera pendiendo de un hilo que podía romperse en cualquier momento. Una vez más estaba llena de incertidumbre, sin saber qué sería de mí estando en manos de ese hombre, temía por mi vida, pero a la vez estaba destrozada por la muerte de Oto, no paraba de llorar, estaba desconsolada, rota, sola, temía por Ares, pensaba en que podía salir herido o peor aún tambíen morir por intentar salvarme, no me lo perdonaría, como no me perdonaba la muerte de Oto, me sentía culpable por su destino, sentía que todo lo sucedido era mi culpa, y que Oto había perdido su vida por salvar la mía.Aún seguía llorando la muerte de Oto, a pesar de que hacían ya varias horas que permanecia
¡Despierta! tenemos que irnos ya - Gritó fuertemente mientras me sacudía una y otra vez, pero yo estaba soñolienta y aturdida, como en una especie de trance, sin fuerza alguna como para ponerme de pies o responder a su petición.Él continuó sacudiéndome por un instante, y cuando al fin pude responderle que sí, aún no entendía de qué se trataba ni a qué decía que si, abrí los ojos un poco, apenas podía distinguir su voz y lo que decía, tampoco podía verlo claramente. Esos analgesicos que había tomado me habían noqueado lo suficiente como para sentir que estaba fuera de mí.Esas pastillas la h
¡No puede ser! - Grite al ver su rostro y descubrir de quién se trataba, lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, temía por su vida, por mi culpa estaba allí, por mi culpa lo habían lastimado de esa manera.Su expresión cambió al ver en el estado en que me encontraba, él abrió los ojos ampliamente, inmediatamente pude notar preocupación en su mirada, la sorpresa en su expresión era evidente, su rostro palideció, y luego se tornó triste, a pesar de que se encontraba golpeado y aturdido, seguía preocupándose por mi, estaba ahí por mí, por querer ayudarme, pero en cambio había recibido la golpiza de su vida, todo por tratar de salvarme.
No podía creer que mi propio tío fuera capaz de mantenerme encerrada en un lugar como ese, si los Greek habían resultado ser un desastre de familia, los Tell les llevaban unas millas más por delante, ambas familias estaban desquiciadas, de eso no había duda, no tenían remedio alguno, sin escrúpulos ni bondad, sus niveles de empatía eran prácticamente y casi totalmente nulos, así que si quería escapar de las garras de los Greek, debía hacer mucho más de lo que había hecho hasta ese momento, a su vez, no podía darme el lujo de caer en las de los Tell. En ese momento quizás, entendía con mucha razón el porque mi familia se había involucrado con ellos, es que se atraen como moscas a la carne, eran tal para cual, no tenía esperanza alguna con ninguna de las dos familias. Desperté aturdida y sin sentido del tiempo y espacio, en una habitación rústica, sucia, con poca luz, hedionda a viejo y humedad. No sabía dónde estaba ni porqué estaba ahí, sentía como si me hubiesen desprendido el alma a golpes, todo mi cuerpo se estremecía de dolor, la angustia que sentía era indescriptible, por unos momentos pensé que estaba muerta. Me sentía aterrada y sola, apenas podía moverme, el dolor era insoportable, y ese ardor en los lugares donde recibí los disparos era muy intenso, el frío de la habitación lo hacía aún peor, la sensación de humedad dificultaba la respiración, me entumecía.Me tardé unos cuantos minutos en recobrar la visión, aunque de todos modos, cuando pude ver algo, no podía notar las coCapítulo 25 - Al filo de la muerte.
Luego de terminar la conversación el señor se paró de la mesa de manera brusca y cruel, lanzando la servilleta que tenía en el regazo sobre la mesa y soltando improperios acerca de mi familia, no le importaba que los demás nos observaran, parecía estar disfrutándolo, sus últimas palabras me daban la orden de pagar la cuenta, eso mientras se alejaba de mí sin siquiera despedirse, sin una pizca de remordimiento, sin ni un poco de empatía ante su propia hija.Don Ricardo Tell, un hombre muy elegante y bien puesto, físicamente refinado y agradable a la vista, con piel de porcelana y reluciente a pesar de sus ya cincuenta y tantos años, de apellido de renombre y proveniente de una familia poderosa, tan solo era una persona arrogante, maleducada y tosca, capaz de cualquier cosa por dinero, sin escrúpulo
Por meses estuve lejos de mi vida anterior, evitando reencontrarme con mi antigua vida, tratando de edificar una nueva, con un nuevo trabajo, un nuevo hogar, tomando las sesiones de terapia cada semana sin faltar a ninguna, terminando lo que quedaba de la maestría, estando lejos de mi familia y de todo lo que conocía, convirtiéndome en una nueva yo con cada paso, y sobre todo, sin tener sexo con ningún hombre, sin recurrir al sexo para aplacar mi interior o para aquietar mis demonios. Entendía que mientras estuviera ocupada el pasado no me alcanzaría, entre viajes de trabajo, la universidad, las reuniones con Ares para trabajar en nuestro proyecto, las reuniones en la empresa, entre muchas otras cosas en las que invertía el tiempo, estaría a salvo, con todo ello me olvidé por momento de lo que había dejado atrás, me mantuve en bajo perfil por meses, hasta que algo me hizo reg