Niego una y otra vez. Armani sigue sosteniendo la fotografía de Dante, trato de alcanzarla, la necesito, necesito esa foto para no olvidarme de su rostro.
—¡Dámela!
—Ni Bianca ni Hugo existen, no son personas reales, Anaís. Solo están en tu mente. Creaste a esas personas imaginarias, porque uno; necesitabas deshacerte de tu padre, y aunque sabías que Dante acabaría con él, tú necesitabas a alguien más, alguien más, para terminar con Dante. Dos; sabías que al matar a tu marido heredarías cada una de sus propiedades.
—¿Qué?
—Dante acabó con tu padre, y luego tú acabaste con tu marido.
Armani me acusa.
—No, yo no lo hice. No le maté, no maté a nadie. No sería capaz.
—¿Dónde está su cuerpo, An?
«Soy tu Amo, An.»
—Quería a Dante a pesar de todo lo que me hacía. No estaba en sus cabales, yo tampoco lo estaba. Pero le quería.
—Entonces háblame de Hugo. Dame una pista.
—No sé nada, no sé nada de ese hombre.
<Me miro en el espejo y me veo hinchada, redonda y fea. Tan solo falta un mes. Pero reconozco que ya se me está haciendo muy largo.Max salió hace rato a trabajar, se ha convertido en mi única familia.Mi madre dejó claro que no quería volver a verme. Extraño a Olivia, llevo más de un año sin verla. Seguro que ha cambiado mucho en este tiempo.En toda la soledad en la que estoy asumida, una descabellada idea llega a mi cabeza. Pero tengo miedo. No quiero llegar a casa de mi suegra y ser rechazada.Me visto con lo más decente que tengo. Y me arreglo un poco. El taxi ya espera por mí. Decido no decirle a Max sobre lo que voy a hacer.Los nervios sumados a la ansiedad que siento me asfixian.El taxista debe estar contento por la carrera que le voy a pagar. Puedo asegurar que no ha hecho un recorrido tan caro en su vida.—Si necesito que vuelva a por mí, ¿podría volver a llamarlo?—Claro, pero ten en cuenta que al estar lejos, tardaría en v
Vuelvo al único lugar de donde siempre quise escapar.Todos en mi comunidad sabían que Dante estaba vivo, que estaba al mando como líder después de la muerte de su padre, pero nunca lo delataron. Porque de eso se trata nuestra unión, de protegernos los unos a los otros.Dante hizo muchos cambios. Reglas absurdas que él nunca llegó a entender. Mejorando muchas cosas de las que nos rodean.Y lo que más me alegra es que al fin hay una biblioteca pública disponible para todos. Dante donó todos los libros que su padre poseía y guardaba bajo llave.Sujeto el libro que Max me regaló mientras clavo mis ojos en mi pequeño.Lo regalo a la biblioteca pública, y así muchas personas pondrán disfrutarlo y amarlo como una vez lo hice yo.Con esto me despido de Max. De mi único recuerdo. Y aunque no volví a saber nada de él, me hubiera gustado decirle algunas cosas, pero tal vez sea mejor así, sin más reproches ni dolor.Llevo el carrito de mi bebé con una
Llevaban tiempo sin estar a solas. Ángel apenas tenía cuatro meses y Anaís parecía que se desesperaba cada vez que lo dejaba con alguien.—Quiero jugar contigo, An.Tiempo atrás se habría escandalizado y ruborizado al escucharlo decir eso, pero Anaís solo buscaba un poco de intimidad con él.Dante todavía cojeaba un poco, pero eso no era un impedimento para lo que necesitaba.Anaís solo se quedó quieta, mirándolo.Paseo la fusta por uno de sus pechos, rozando todo a su alrededor con la intención de que ella enloqueciera.Apartó con delicadeza la melena de ella hacia un lado, y saboreó con sus labios el cuello de Anaís.Dante dejó caer la fusta al suelo. No iba a causar dolor en ella. No quería hacerla llorar, ni siquiera ansiaba volver a probar sus lágrimas saladas. Todo aquello quedó atrás.Detrás de ella, pegó todavía más su cuerpo al de ella. Le subió la camiseta, ella elevó sus brazos en el aire hasta que la prenda fue arrojada al
Quiero tener el poder sobre sus lágrimas, incluso deseo saborearlas, como un maldito enfermo. No lo puedo evitar. Pensar en ella de aquella manera me excita mucho.Soy un enfermo, un loco, un perturbado. Lo supe cuando todavía era un niño, aunque siempre he intentado reprimir lo que las lágrimas y el dolor provocan en mí.Me termino de poner la corbata, como si esta prenda tan odiosa, fuera a hacer la situación menos dolorosa para ella.—¡Dante! —grita mi padre —. Date prisa o llegaremos tarde.Él es el único que está a favor de esta boda. Tal vez piensa que con una esposa mis instintos más primarios quedarán en coma. Él siempre estará a favor de formar una familia. Y también está al tanto de toda la oscuridad que siempre me ha rodeado, y lo único que él quiere es que yo siga sus pasos. Eso nunca va a pasar.
AnaísNadie me entiende, siempre he cumplido las normas que mis padres decía seguir para ser una mujer decente.Sabía que ponerme a llorar en medio de mi propio compromiso le daría a entender a Dante que yo no deseo ser su esposa. Ya he conocido el amor. Un amor del que ahora todos quieren despojarme y obligarme a permanecer al lado de alguien que no me merece. De entre todas las mujeres que morirían por casarse con él, ha escogido a la única que nunca lo ha deseado, por supuesto a mí.Él abandonó nuestra comunidad, y lo entiendo. Yo también lo hubiera hecho. Ambos hemos conocido el mundo exterior.Al conocer a Max, el médico de la ciudad, me abrió los ojos y me dio esperanzas de creer que mi vida no tiene que ser como la de mi madre, ni la de cualquier otra mujer que viva bajo las órdenes de un hombre.Max es mi héroe, es mi salvador. Es el hombre que logró devolverme la vida, a raíz de eso, mi padre permitió que yo fuera a menudo a la
Tengo que llevar a mi hermana al colegio. La observo. Ella todavía es muy pequeña. Tal vez dentro de diez años todo haya cambiado. Yo no quiero verla sufrir. Yo tampoco deseo sufrir.—Pareces tan triste.Posa sus pequeñas palmas por mis mejillas, y estira mis labios con todas sus fuerzas, obligándome a sonreír.—Mucho mejor, An.Ella es la única que me llama así. An. Suena dulce. Incluso parece bonito. An.Olivia separa su pequeña mano de mi mejilla. Sonreí. Ella merece mi sonrisa. No tengo que mostrarle lo infeliz que me siento. Lo destrozada que me encuentro. No puedo negarle una sonrisa. No puedo transmitirle mi dolor, eso sería muy egoísta por mi parte.—Ahora pareces una novia feliz.«No lo eres»No lo soy. Pero ella no tiene por qué saberlo.—¡Date prisa!Yo doy responsable de ella. De ayudar a mis padres a guiarla por el buen camino. Pero no soy un buen ejemplo a seguir. Aunque ella piensa todo lo contra
Me acomodo en mi cama, quiero despejar mi mente de cualquier pensamiento negativo que pueda perturbarme.No sé en qué momento he desarrollado este rechazo hacia Dante. Tal vez él sea un buen hombre, o será un buen marido. El caso es que no hemos empezado con buen pie.Ese día no era consciente de lo que decía. Bueno, sí que lo era. Pero quiero creer que esa chica mal educada no era yo. Solo sé que su atrevimiento por cortarme el paso me llevó a insultarlo. Luego le escupí... ¿en qué pensabas?No es propio de mí ese comportamiento tan vulgar. Ni de ninguna mujer de mi comunidad. Supongo que trataba de espantarlo. Quise ser alguien en quien él jamás se fijaría, y conseguí todo lo contrario. Intento borrar todo aquello. No quiero volver a pensar en ese día.Max había abandonado mi habitación. Yo había deseado poder levantarme y ver el aspecto que tenía. Quise estar guapa a pesar del dolor que pesaba sobre mi cuerpo. Yo quería estar perfecta.Mis
Tiempo atrás:Max era atento. Tal vez demasiado. Quería que dejara de prestarme tanta atención y a la vez me preguntaba si solo actuaba así conmigo o lo hacía con todos sus pacientes.—Empezaremos la rehabilitación lo antes posible, el hecho de que tengas sensibilidad, aunque sea mínimas, aumenta las posibilidades de volver a caminar.Él tenía fe en mí. Yo en él. Era como si todas las esperanzas que tenía de recuperarme fueran gracias a él.Esa vez fue él quien empujó la silla. Los dos solos. Sin nadie que pudiera detener mi imaginación.—¿Cuántos años tienes?—Veintisiete.Hubiera dado lo que fuera por ver su cara al responder a esa pregunta.—¿Puedo hacer otra pregunta?—Por supuesto.Tal vez era mejor no tenerlo cara a cara. De esa forma se me hacía más fácil indagar en su vida personal.—¿Estás casado?No