La madre de Elisa se va con su familia al norte y deja a la pequeña en manos de su progenitor, este enferma y muere cuando ella tenia apenas 13 años. Al encontrarse sola, conoce a Reginaldo, con quien se une y procrea dos hijos, Orlan y Dorita. La vida con su pareja fue muy dura, el tomaba mucho y cuando llegaba a casa se quería sobrepasar, situación que Elisa no permitió jamas. En una de sus fiestas Reginaldo estaba siendo robado en una cantina y Elisa se enteró y lo fue a sacar, pero la mujeres que atendían el negocio le hicieron burla y una de ella se acercó mucho a Elisa y esta le dio con na silla en la cabeza y le ocasionó la muerte. Elisa se angustió y salio corriendo para llegar a su casa, pensaba que la policía pronto llegaran por ella, pero pasaron los día y no, luego supo lo que había sucedido, Reginaldo entre su bolencia se echó la culpa para que sus hijos no se quedaran sin su madre. Al quedarse sola con sus hijos, decide poner una casa de huéspedes, siguiendo el sabio consejo de una viejecita. A esa casa de huéspedes llegan diferentes personajes que conviene de manera muy amena con nuestra protagonista. Al final de la novela se sabe la verdad de donde estaba Reginaldo, en la cárcel estudió durante doce años, le dieron un titulo universitario y sale preparado ante la vida. El sueño de los hijos es ver a sus padre felices y buscan la forma de encender de nuevo la llama del amor en esa pareja que termina casándose como Dios manda y hacen una hermosa fiesta chapina.
Leer másConfesiones—Doña Elisa, ¿yo tengo una curiosidad no sé si me permite, preguntarles algo de su vida? — Dijo doña María.—Pues usted es la abuela de mis hijos, y una madre para mí. — Contestó ella.—Pero yo no quiero que se vaya a enojar. —Dijo con dulzura la viejecita María.—Qué es de su familia, según sabemos era una familia grande, su padre fue muy duro con usted, pero qué fue de su madre, de sus hermanos, de su esposo, al que la gente dice que usted le hizo daño, o que se fue para el norte. — Interrogó doña María.Los ojos de Elisa se llenaron de lágrimas y tomada de la mano de su amiga, de esa viejecita dulce que quería como a su propia madre, contó lo que jamás había contado nunca a nadie.
El ExtranjeroDe mañana, mientras regaba las flores que dan hacia la calle, se acercó un hombre de apariencia extranjera. Uno de los huéspedes le ayudó a comprender lo que el hombre necesitaba.Balbuceaba palabras en inglés, y decía yes, ok, y esos términos que son de fácil comprensión.Fue difícil para Doña Elisa poder comprender las necesidades que se le presentaban al huésped, pero se las ingenió para poder darle el servicio.Fue motivo de risas, cuando algún alimento se le servía y él no lo conocía, pero uno de los más recordados es que fue bien cierto cuando le sirvieron un delicioso Kak ik. Todos los comensales se sirvieron sobre el rico recado unas cucharadas de chile cobanero, el extranjero hizo lo mismo y comenzó a disfrutar del platillo.—Que ser esto tan sabroso. — Dijo el extranjero.
El SonámbuloOtro peculiar caso de otro de sus inquilinos fue que una mañana sacando los víveres de una refrigeradora color celeste que funcionaba con gas, se percató que la comida desaparecía y pensó en que podía ser alguno de los huéspedes quien la robaba.Sirviendo el desayuno dijo estas palabras:— “A ver mis hijos si alguien de ustedes se queda con hambre en casa de Doña Elisa, porque es muy tragón y no se llena, que me pida más comida, que para eso hay tanto maíz y frijoles, para que nadie se quede con el buche vacío”. — Decía Elisa.Nadie contestó, pero el fenómeno se estaba repitiendo mucho, además de la comida a veces amanecían algunos platos sucios, ella jamás se acostaba dejando algo sucio.Casi todas las mañanas ella preguntaba si alguien había toma
La NavidadMuchos huéspedes pasaban largas temporadas en Casa Elisa, esa casa se convertía en su hogar, allí desbordaban sus celebraciones, sus costumbres y tradiciones. La navidad era una de ellas, todos ponían un toque especial para esos acontecimientos tan especiales.Al principio Elisa tenía costumbres muy sencillas para celebrar la navidad, su ponche, sus tamales y le compraba algo de estreno a los patojos, pero doña María era muy distinta, año con año fue metiendo mayor solemnidad a la celebración y ahora en Casa Elisa, había un enorme árbol adornado con luces de colores, hacían un nacimiento, para hacer esa remembranza real del motivo de la celebración.—Mire Elisa. — Decía doña María— La navidad es una celebración donde podemos, hacer que los niños comprendan el porqué del
En el Comedor La mesa de Doña Elisa, se agrandaba con la llegada de los diferentes huéspedes, cada cena era una tertulia de aquellas donde alguien contaba bonitas anécdotas de la vida, en el desayuno los comentarios eran muy rápidos, todos estaban concentrados en su rutina de trabajo, el almuerzo también lo realizaban con algo de precisión. Las ocurrencias de doña Elisa, las atenciones de doña María, la espontánea colaboración de Dorita y Orlando, eran ese elemento fundamental en cada comida que se daba. Los comensales al principio callados, pero al tomar confianza, cada uno hacía lucir su habilidad, ya sea con un chiste, una canción, una anécdota, en fin, tanta ocurrencia que se ocurría; eso si, doña María había implantado que antes de comer hay que agradecer a Dios, sin importar el credo, ella misma daba el ejemplo en esa invocación al Creador en agradecimiento de los alimentos. Cuántos no recuerdan el exquisito café hervido, los frijolitos con cr
El TacañoReferirnos a ese término de tacaño, se queda corto con nuestro personaje, que como vendedor ambulante andaba de mercado en mercado, pero se volvía sedentario en lugares donde le iba algo bien.Cierta vez a la casa de Doña Elisa, llegó un hombre algo extraño, que pidió una habitación, pero no pidió servicio de comida, solamente la habitación.El hombre compraba un queso de aquellos redondos secos, lo entraba a su habitación, se empujaba varias tortillas con una pizca de queso de desayuno, almuerzo y cena, luego se tomaba un vaso de agua. Así pasaba sus días, llevaba algunas especias al mercado, las vendía: canela, pimienta, rosa de Jamaica, laurel, tomillo, jengibre, cebolla, ajo, etc.Su habitación era una mezcla de olores, de las ricas especias, y el queso viejo que se apoderaba del ambiente.Doña Elisa acostumbraba br
La CoquetaDescribir la belleza de Cristal es muy difícil, ella motivó muchas alegrías en la casa de huéspedes, su llegada fue algo muy esperado, los inquilinos siempre esperaban con ansias el momento de que la bella y a veces complaciente dama llegara. En sus paseos por el poblado siempre despertaba la mirada lujuriosa de muchos pobladores y de aquellos que la miraban desfilar como en una pasarela. Solía salir con vestidos muy estampados con flores o rosas, un cincho negro y unos tacones de charol porque sabedora de sus atributos disfrutaba cuando alguien se la comía con los ojos.Constantemente oía piropos galantes que cotidianamente endulzaban sus oídos:“Ojalá fuera el aire que roce tu cuerpo, el sol que te caliente, y el agua que calme tu sed, mamacita”“Por la luna daría un beso, daría todo por el sol, pero por la luz de tu mirada, doy mi vida y coraz&oa
El Cleptómano“No hay pecado más grande que ser haragán o ladrón”, solía decir Elisa. De esa forma había educado a sus hijos y si algo no soportaba era cualquiera de esas dos cosas que ella llamaba pecado.Félix, llegó a Casa Elisa una tarde pidiendo un alojamiento, Elisa salió y le atendió amablemente.—Buenas tardes señora. — Dijo Félix.—Sí, buenas tardes. —Dijo Elisa. — En que le puedo servir.—Necesito una habitación y servicio de comida, me informaron que acá es el mejor lugar para estar hospedado. — Expresó Félix.—Bueno si tengo habitación ¿y por cuanto tiempo, necesita el alojamiento? — Preguntó la dueña de casa.—Yo vengo a trabajar con una c