La entrada a la vistosa mansión es en silencio con la sensación del inminente resultado. Acabaremos en la cama, envueltos entre sábanas, sudor, olor a sexo y placer absoluto. No dudo por un segundo que Julio podrá satisfacer cada fantasía o deseo que tenga.
—Puedes dejar tus cosas… escasas cosas en la habitación para invitados.
Suelta mi mano y camina hacia el segundo nivel.
Me quedo de pie en medio del salón sin saber qué hacer. La calidez y seguridad que desprende Julio sigue siendo la misma que en el avión, pero algo cambió entre nosotros, quizá no es más que la tensión sexual que ocupa gran parte de mi cerebro en este momento. Contemplo el salón; todo en madera preciosa, la baldosa color crem
Huele a café.Me duele todo el cuerpo, más que todo mi satisfecho sexo, un recordatorio viviente de lo que fue mi noche con Julio.Fantástica.No tengo otra manera de describir cómo se preocupó porque yo alcanzase el placer primero que él. Solo pienso en los orgasmos que tuve anoche y se me eriza el cuerpo.Una noche fue suficiente para convertirme en una mujer diferente.«Una noche con un completo desconocido que besa como el diablo».Me remuevo en las sábanas y admiro la habitación. Parece más delicada que la típica alcoba de solteros. Es obvio que una mujer se ocupa de dar unos toques por aquí y por allí. Solo de pensar que alguien ponga sus manos en las sábanas donde Julio me hizo suya hace unas horas me llena de una rabia incongruente.«Fue una noche», me repito una y otra vez, aunque mi corazón me traiciona cuando lo veo entrar con dos tazas negras en la mano.Oh,¡café de mi corazón!
El pescado al coco es justo lo que recordaba; la masa blanda y fresca, crujiente por fuera y dorada, con unempanizado de harina de pan y con ligero sabor a coco gracias a la ralladura puesta antes de freír.Un plato típico de días de playa.No hay una sola playa del país donde no se ofrezca al público pescado frito.Disfrutamos del almuerzocon unas cervezas Corona.Escucho las anécdotas sobre cómo el papá de Julio construyó el hotel con apenas diez habitaciones gracias a unas tierras que su padre le dejó al morir de un paro cardíaco a los 51 años. Eso deja un pequeño temor en mí. Mi madre es joven aún, la vida puede esfumarse de entre los dedos con un chasquido. No sé qué será de mí si pierdo a las dos mujeres más importantes y constantes de mi existencia.Me es imposible no sentirme mal por Julio cuando, entre cervezas, me narra sobre su madre, el dolor que sintió y cómo se vio afectado al no tener una figura materna en su vida
Caminamos a paso lento sobre la arena, mojados por el agua de la playa. Nos despedimos de la fantasía y el paraíso en donde nos pasamos horas compartiendo anécdotas y tomando cerveza. Extrañaré este lugar. El hecho de pensar regresar a hospedarme en el hotel dentro de algún tiempo me resulta dolorosa y desolador. Dentro de poco me iré a Santo Domingo. Es el más triste adiós que he tenido en la vida. No me he sentido tan angustiada desde que mi abuelo falleció.—Dejemos las cosas en el baúl —comenta.Me coloco el sobretodo.—Claro.Terminamos de acomodar las cosas y las cervezas.La brisa de las seis de la tarde enloquece a mi cerebro. Oscurece.El mar se ve inquieto y violento desde aquí.—Vamos adentro antes de que cojas una gripe y te veas obligada a quedarte conmigo. —Sonríe y abre la puerta del copiloto.—Qué más quisiera yo —suelto sin pensarlo.Cuando me percato de que esas palabras se escaparon de mis escu
¿Cómo es que puedes entregarle tu alma a alguien que sabes que no te pertenece? ¿Cómo es que te sientes en tu hogar con alguien que apenas conoces?Preguntas y más preguntas rondan por mi cabeza mientras subo las escaleras.Después de sacar las toallas mojadas del maletero, me sentí acongojada, triste y desolada.Tuve sexo en un carro en medio de una carretera a mitad de la noche.¡Sexo en la calle!Le hice sexo oral a un hombre del cual me siento dueña y señora. Sé que no tenemos un futuro, solo unas horas del presente que se escapan de mis manos.Quiero llorar, pero no puedo. No puedo porque, si dejo que las lágrimas crucen por mis mejillas, no podré parar su fluir. Mi corazón se aprieta.Llego a la habitación de Julio y entro enel baño. Me doy una ducha rápida.Necesito salir de esta casa y de la vida de Julio de una vez por todas.Mientras seco las gotas de agua de mi cuerpo, pongo el celular en altavoz.—¿Se pued
—¿Quieres un trago, Jonathan?La voz de mi madre inunda la estancia.Mi abuela conversa con Julio sabrá Dios sobre qué.¡Claro que yo también no sé sobre qué!Las malditas miradas cargadas de burla y deseo en los ojos de Julio son irritantes. Mi abuela, en cambio, tiene esos ojos conocedores que adoran ver a su nieta casada y más con alguien que va tan bien vestido. Ella tiene buen ojo para la gente. Sé que Julio es un hombre encantador.«Maquiavélicamente encantador y arrogante».Puedo seguircon una lista eterna de apelativos y calificativos que harán desear golpearle la cabeza y hacerle recapacitar sobre su estadía en mi casa.—Claro —contesta Jonathan.Es un buen muchacho, eso aparenta, aunque esté aquí arruinando mi escapatoria de una noche del país y un magnífico día que a lo último dañó una de las tantas barreras que llevaba como capas de antibalas.Mi abuela se sienta con Julio en la sala de estar, comparte historias y
Las calles están tupidas y húmedas por la llovizna que seguramente cayó en la madrugada mientras todos dormíamos. Los negocios de frutas —manzanas, uvas, peras y pasas— están abarrotados y con filas exuberantes de personas que han dejado todo para última hora. Pude haber sido una de esas si mi madre y la abuela no hubiesen hecho la compra sin mí para nuestra cena. Después de repasar todo y de haberlo colocado sobre la mesa de acero inoxidable en medio de la cocina, me di cuenta de que todo estaba allí. Desde la pierna de cerdo sin condimentar y cruda hasta las papas y zanahorias para la ensalada rusa. Ellas compraron unas cuatro botellas de vino tinto tempranillo y un galón de ron. Si algo está claro en nuestra diminuta familia es que en las Navidades se debe tomar unos cuantos tragos y celebrar que estamos juntas un año más. Julio y Jonathan salieron primero que yo sin decir si volverán o no, aunque la carencia de una despedida por sus compinches y cómplices, mi abuela y mi madre,
La mesa rectangular para seis personas está puesta; seis platos bases color blanco con líneas doradas en los bordes colocados con su cubertería al lado derecho y una copa de cristal en la esquina superior derecha. Mi abuela es una de las mujeres más delicadas que he conocido en mi vida. Estoy segura de que ella fue quien puso el mantel rojo con untopedorado alisado. Hay flores de pascua en las cuatro esquinas. No vi la necesidad de comprar una mesa de ocho o doce sillas si siempre estábamos solo nosotras tres y la mayor parte del tiempo ellas dos. Mi madre se puso un vestido negro con un pequeño escote en V; un broche redondo con pedrerías adorna el espacio entre los senos y el abdomen. Baja con soltura y llega a sus rodillas. Parece mucho más joven. Sentada en el asiento principal está nerviosa. Me extraña sus manos al retorcerse, pero imagino que se debe porque tiene a un hombre como Julio en su cena navideña. Llevamos más de cinco años cenando solas. Desde la
Julio se coloca la camisa antes de bajar del carro y me mira. Creo que va a decirme algo, pero solo se acerca y me besa con lentitud,sin ese ardor característico que me demostró estos días. No, él me besa como si quisiera conectar más que sus labios conmigo. Quiere sentir mi alma en su boca. Se aleja de mí después de unos segundos y me observa con ojos brillantes.—Eres una mujer excepcional. Dale la oportunidad a tu madre de ser feliz sin que te interpongas. Ella ya es mayorcita para soportar cualquier cosa que le suceda. Asegúrate de mostrar tu apoyo por su felicidad y, en caso de ser necesario, dale tu hombro para que llore. Es lo que debemos hacer por nuestros padres si tenemos la oportunidad.Dicho eso, se aleja de mí y sale, me abre la puerta y me brinda su brazo para caminar a su lado. Esta posición se siente tan correcta.«¡Detente ahí, cenicienta! Que mamá encontrase el amor otra vez no significa que sea una epidemia y fuese a sucederme la mierda de a p