Después de trabajar por más de dos largos años para Lachlan Wright, el demonio dorado de la ciudad de Nueva York pensé que nada me podría asombrar. No cuando había sido sometida a enviarle miles de correos electrónicos en horarios extra laborales ( sí, a altas horas de la noche, cuando se suponía que debía estar descansando para otra jornada de trabajo el día después) y si decía alguna palabra me respondía que era «un derroche de quejas malgastadas », mucho menos cuando mis gritos de odio eran perfectamente ignorados, alegando que era un claro ejemplo de «admiración inapropiada» y que todas las veces que me había hecho trabajar más de cien horas a la semana eran « necesarios para forjar mi carácter». Tampoco era fácil de impresionar teniendo en cuenta que trabajaba con el hombre que hacía posible que a cualquier mujer se les mojara las bragas al oírle pronunciar una sola sílaba con esa boca perfectamente moldeada y hecha para besar. También estaban sus profundos ojos —de un tono entre plateado y verde esmeralda según el clima — que eran sin lugar a dudas, impresionantes. Para mayor inri, se me dificultaba más la tarea con la forma en la que hacía posible que cualquier traje pareciera confeccionado especialmente para él, pero como dice el dicho, nunca digas nunca, hoy, mi odiado e insoportable jefe alpha llegó marcado por un omega en el cuello. Aturdido y lleno de rabia me encomendó una misión, encontrar al causante de su infortunio y entregárselo en bandeja de plata. Mi problema en esta historia, ¿ cómo entregarme a la fiera? Jamás se ha escrito de un cordero que se entregue por voluntad propia al matadero. Ni en un millón de años yo seré la primera.
Leer más—¡Por favor! ¡Deja que me corra!—Dímelo.Mi esposa me enseña los dientes como una Alpha salvaje. Puedo asegurar que lo es por las marcas que tengo en la espalda, y no la querría de otra manera.Le pego el dilatador al culo mientras disfruto al sentir cómo lo empapa con su humedad y le acaricio el piercing con la lengua.—¡No!—Qué niña más terca. —jugueteo con el dilatador—. Seguro que cuando me introduzca toda mi polla en tu culito apretado, gritarás mi nombre y todo lo que quiera saber.Arquea la espalda y se pega a mí.En realidad, me importa muy poco adónde vamos, pero estar con Dream, sobre todo cuando estamos en mitad de una lucha de poder que llevamos a cabo desnudos, es lo que más disfruto del mundo.—Eso ya lo veremos—pronuncia las palabras entre dientes, desesperada por alcanzar el orgasmo que le niego, aunque al final le permitiré alcanzarlo, porque soy incapaz de negarle algo durante mucho tiempo.Cuando grita mi nombre, me enorgullezco de que se haya contenido para no de
DreamTres meses después —¿Adónde coño vamos? —Lachlan masculla la pregunta en voz baja mientras subimos la escalerilla de su avión privado. El que pedí que preparasen para la luna de miel que he planeado.Me doy media vuelta y lo miro con una sonrisa descarada.—¿Recuerdas que no me dijiste que eras mi pareja destinada hasta que no se te dio la gana? Pues considera que se han vuelto las tornas, como es justo. Además, puedes mascullar todo lo que quieras. Me pone muchísimo.—Dream...—Paciencia, esposo. Paciencia.Me fulmina con la mirada, pero no replica. Estoy segurísima de que le cuesta la misma vida no entrar en la cabina del piloto para exigirle que le diga el destino. El mismo al que he obligado a jurar que va a guardar silencio bajo la amenaza de despedirlo. Resulta que cuando hablo todo el mundo me toma en serio.Eso no quiere decir que los últimos dos meses hayan estado exentos de desafíos, claro. Todos los magnates alphas ue hacían negocios con Lachlan se quedaron boquiabi
Dream Al otro día cuando me levanto y entro en el salón principal, veo a Lachlan apoyado con gesto relajado en el marco de la puerta de su despacho . Está increíble con un traje gris oscuro de tres piezas que hace que sus ojos parezcan más claros de lo habitual. También tiene una caja negra en las manos.«Dichosas cajas negras.» —Si es otro dilatador anal, desde ya te digo en qué culo no va a entrar esta mañana–.Le tiemblan las comisuras de los labios, pero no sonríe... aunque sus ojos sí tienen una expresión risueña.Me gusta esa felicidad en su rostro.—No me tientes a ir a por la otra caja —replica—. Porque no bromeaba cuando te dije que hay más de uno.«Vale, no es un juguete sexual.»¿Qué es?Me ofrece la caja.—Un regalo.Miro fijamente la caja como si contuviera todos los misterios del universo, porque, la verdad, no tengo la menor idea de lo que estoy sosteniendo ahora mismo.Cuando intenté abrirla me detuvo.– Espera un poco, antes de abrirlo tenemos que ir a otro lugar.
Lachlan— ¿ Mi hija es buena en su trabajo? ¿ Tiene potencial como su asistente ejecutiva?—me pregunto la madre de Dream mientras íbamos camino al aeropuerto.Había dejado a su preciosa hija a cargo de una de mis negociaciones. Dream no lo sabía aún, pero la estaba preparando para ser una directora en una de las sedes principales. —No —repuse con sinceridad—. Creo que tiene potencial como directora. En cualquier otro puesto estará desperdiciando su talento.Sonrió y siguió tomando de su tazón con rodajas de manzana.—¿Sabes?, tiene el sueño ligero y odia las grandes declaraciones. —su madre me miró como si pudiera leerme la mente—. Dile ahora cómo te sientes. Es decir, yo lo haría si fuera tú.—No tengo idea de lo que está hablando. —sonreí—. Solo somos un jefe y su empleada.—He pasado los tres últimos días con vosotros dos, y este es el único momento en el que no os estáis tocando. —me lanzó una mirada de complicidad– Sois mucho más que eso, ambos están marcados, desde hace mucho t
DreamLa advertencia de Lachlan terminó cuando recibí una llamada muy importante. Un demonio incluso más temible que Lachlan había pisado suelo neoyorquino. El portero nos sonrió mientras nos dejaba entrar, y mi madre por fin se rindió.Revisé el buzón que llevaba mucho tiempo sin abrir y noté que estaba lleno de hermosas y brillantes tarjetas de empleados de Wright International.«Querida señorita Blackwell:Por favor, no nos deje con él.Gracias».«Querida señorita Blackwell:¿Puedo irme con usted? (Sí, solo yo). No creo que mi trabajo sea seguro si no está usted cerca.Gracias».«Querida señorita Blackwell:Los empleados de su jefe piensan que abandonaste el barco y están como locos .Ves por qué necesito tenerte a mi lado en todas formas posibles. Sin tí, mi imperio se vendría abajo.Lachlan Wright».Me reí y leí el resto, observando que por cada tarjeta de un becario había cinco más de Lachlan. Me sentí conmovida, no hubiera pensando jamás en el afecto que me tenían mis compañer
DreamAy, mierda. Sé que esto me viene grande cuando Lachlan se levanta y empieza a meterme y a sacarme la polla de la boca con embestidas premeditadas, a cual más profunda que la anterior, hasta que casi me ahogo.Me acaricia la mejilla y el mentón con el pulgar.—Despacio. Respira por la nariz. Puedes hacerlo. Te la vas a tragar entera, joder.Sus órdenes no avivan mi rebeldía en este preciso momento. No, estoy demasiado ocupada regodeándome en la victoria por cómo ha cortado la llamada y se ha concentrado por completo en mí.Lachlan es el dueño de mi placer , pero yo también lo estoy dominando a él.¿Y cuando ha arrancado el cable del teléfono? Impagable.La punta de la polla me llega al fondo de la garganta de nuevo antes de que esté preparada y me provoca más arcadas.Lachlan menea la cabeza.—La próxima vez, traga saliva cuando sientas ganas de vomitar.Me la saca y me la vuelve a meter despacio, e intento hacer lo que me ha dicho, pero soy incapaz. Me atraganto con su polla y e
Lachlan El color plateado de su pelo no le hace justicia a su temperamento. Dream Blackwell posee un espíritu combativo como no he visto en ninguna otra mujer.Ese gesto con el dedo corazón va a suponerle un castigo, de los que menos le gustan si no me equivoco mucho: nada de orgasmos. De esa manera me insultará y tendré otro motivo para inclinarla sobre mi regazo y darle unos azotes en el culo, donde ahora mismo lleva un dilatador algo más pequeño que mi polla, aunque se está adaptando al tamaño.Pronto estará lista.Pero antes voy a conseguir algo que llevo esperando desde aquella primera noche.Me siento en el sillón y señalo el espacio entre mis piernas con un gesto de la cabeza. El brillo rebelde que reluce en sus ojos me dice que tiene planes para mí.Exactamente la prueba que necesito para demostrarme que, sin importar lo que pase, ella es la reina que necesito a mi lado. Ya siento el triunfo correrme por las venas mientras le desabrocho la correa de la mordaza. Ella piensa
DreamNo quiero saber qué ha planeado Wright para hoy, pero hay una cosa que tengo muy clara: lo deseo.Miro la mesilla negra lacada y doy dos pasos hacia ella para abrir el primer cajón. En el interior hay una caja de una tienda de lencería carísima de la que nunca imaginé siquiera comprar. La saco, la abro y aparto el papel de seda para revelar un corsé, un liguero de encaje y unas medias tan finas que deben de ser de seda.Miro bien en la caja en busca de la última prenda que supongo que me ha dejado dentro, pero no hay tanga ni bragas. Miro en el cajón, pero lo único que contiene es una caja negra .En ellas nunca hay nada bueno, pienso y resoplo, pero al parecer la voz de mi conciencia quiere hacer de abogada del diablo: «Menos cuando te provocan orgasmos...» ¿Quiero abrirla? Sopeso la pregunta durante medio segundo antes de hacerlo.«¿Qué coño es esto?», me pregunto.Sobre un paño de terciopelo descansa una mordaza de bola y un dilatador anal plateado, más grande que el anter
Lachlan No pude esperar el amanecer, debía conseguir ese pequeño objeto antes que el diseñador permitiera que viera la luz del día. Pero, no hay tarea difícil para un hombre tenaz y poderoso como yo.Cuando entro la lámpara de la mesilla sigue encendida, y Dream está dormida sobre el cobertor, totalmente vestida, aferrada a lo que parece mi botella de vodka más cara. Una botella de vodka vacía, por cierto.Tiene el móvil junto a la cara y cuando lo cojo, espero que el movimiento la despierte. No es así. La veo abrir la boca y soltar un suave ronquido, y comprendo que no va a despertarse ni de coña antes del mediodía, algo que me viene muy bien.Con cuidado, le quito la botella de vodka y la pongo de costado, de modo que pueda bajarle la cremallera de la falda y quitársela, junto con la blusa. La lencería que lleva es muy sensual, pero son las curvas de su cuerpo lo que me la pone dura contra el forro de seda de los pantalones.«Esta noche no», me digo al tiempo que obligo a mi cuerpo