— Sólo unas cuantas pinceladas más y estará listo — habló una niña cómo toda una profesional. Todos los empleados de la mansión Macbeth se encontraban en la habitación de arte de la señorita Amelie, la linda niña se encontraba pintando a una de sus empleadas. Con tan sólo 10 años era de admirse que la niña hacía tan bellas obras de arte, era cómo si hubiera nacido sólo para eso. Sus manos se deslizaban de un lado a otro sobre el lienzo postrado en el caballete, la sonrisa de Amelie no podía ocultar su emoción, pintaba paisajes, animales, pinturas abstractas pero lo que más le encantaba era pintar los rasgos humanos. — Listo, eh terminado, ven a ver — habló la niña con una sonrisa de satisfacción. Todos se acercaron para observar la obra de arte de Amelie, aplaudieron al ver la preciosidad de su trabajo, era digna de llevar el apellido Macbeth, su abuelo igual había sido un gran pintor. — Le ah quedado de maravilla señorita, es una pintura que voy a atesorar mucho — sonrió con lág
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