Cuando conocí a Elliott Brown, lo primero que hice fue envidiarlo. Su madre era una de las actrices más talentosas del mundo y yo seguía sus pasos. Nunca creí que hablaría con su hijo y que luego él me trataría como basura. Tiempo después, ya en la secundaria pensé que me evitaría luego de nuestro mal rato en prepararatoria. Pero no lo hizo. -¿Qué rayos haces?- pregunté mientras me sostenía del brazo. -¿Quieres ser actriz? -Sí. -Bien, entonces prepárate. -¿Para qué?- antes de que pudiera decir otra cosa el gritó: -¡Luces, cámara acción!
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