EL SIN VERGÜENZAES

Dos semanas después de haber llegado a Las Vegas, Chris y yo habíamos conseguido empleo en una concurrida cafetería ubicada en uno de los distritos más visitados por los turistas. Afortunadamente no fue tan difícil como lo imaginé, ya tenía experiencia trabajando en uno de los restaurantes de mi padre en el pueblo, pero este es tres veces más grande y por eso al final del turno siempre tengo dolor de pies.—Oigan chicas nuevas— exclama Maddison, una chica afroamericana con un hermoso color de piel y unos raros ojos de color azul verdoso que la hacen muy llamativa.—Dime chica vieja— ella ríe estruendosamente.—Hace unas semanas abrieron un club aquí en la ciudad, he oído decir que es uno de los mejores hasta ahora y que se debe hacer reservación para poder entrar. En las afueras se hacen largas filas de personas que esperar correr con la suerte que u

—Anda Gia, no seas aguafiestas— insiste Hannah.—No, y es mi última palabra.—¿Cómo piensas que vas a encontrar un chico si no quieres salir?— ¡otra vez con lo mismo!—¿Olvidas lo acontecido en el club?—Por enésima vez Gianna, han pasado varias semanas de ese episodio ¡supéralo! Además, no vamos a ir a un club vamos a un restaurant— dice Maddy en tono cansino.—Un restaurante que por casualidad es un bar.—A ver ¿qué posibilidad hay que vuelvas a encontrarte una puerta misteriosa donde haya un mundo paralelo donde todos están dándose placer?— pienso un instante en sus palabras, tiene razón, no creo que todos los lugares sean como los de ese sin vergüenza. ¿Y si me arriesgo? ¿Qué es lo peor que podría pasar?—Está bien, iré

—Gianna.—¿Sí?—Te solicitan en la entrada— me indica la señorita Carrie, la gerente de la cafetería.—¿Quién podrá ser?—Es un mensajero, indicó que tiene órdenes expresas de entregar lo que trae solo en tus manos— inmediatamente mi curiosidad se eleva aún más y una vez que termino de ingresar el pedido en el sistema voy rápidamente hacia la entrada del local.—Buenas Tardes ¿en qué puedo ayudarle?—¿Es usted la señorita Gianna Ricci?—Si señor. ¿En qué puedo servirle?—Aquí tiene— me hace entrega de un sobre manila —Por favor firme aquí— estampo mi rúbrica en la nota de entrega —Muchas gracias, que tenga feliz día.—Igual— examino el sobre por fuera y no tiene

—Hey, Gianna despierta— escucho a lo lejos que alguien me llama, mis parpados están tan pesados que no quieren colaborar, hago un esfuerzo sobrehumano para abrirlos hasta que por fin lo logro —¡Gracias al cielo! Estuve a escasos segundos de llamar a urgencias— veo algo de preocupación su rostro.—¿Por qué?— pregunto confundida mientras me estiro cual gato, puedo sentir mis músculos entumecidos y adoloridos, en mi centro femenino siento como si ardiera el fuego y no precisamente por el deseo sino por el exceso de uso.—¿Cómo que por qué? Llevo aproximadamente quince minutos intentando despertarte.—¡Ah! Es que me cuesta mucho despertar en las mañanas, de hecho, tengo programadas varias alarmas en el móvil porque si no nunca llegaría temprano a la cafetería. Chris dice que yo no duermo, sino que entro en coma.&mdas

—Hey Gia, los clientes de la mesa 12 han pedido específicamente que seas tú quien les atienda— me dice Corinne, una de las meseras, rodando los ojos.—Te advierto que son un tanto difíciles.—Está bien, gracias— bien, llegó el momento, debo enfrentar mi destino. Con paso lento camino hacia la mesa que me fue indicada.—Buenas tar… ¡Papá! ¡Mamá! ¿Qué hacen aquí?— digo con fingido asombro.—Siempre fuiste mala para mentir cariño— dice mi madre —Debo suponer que Christal te advirtió de nuestra llegada— solamente asiento y agacho la cabeza.—¿Por qué Gianna?— pregunta mi padre.—Les prometo que les contaré todo, mi turno termina en una hora, así que les da tiempo de almorzar. Al salir de aquí podemos ir a mi departamento o a su