Ahora fueron las dos, madre e hija, las que gritaron y se pusieron de pie, inclinándose sobre la chica, que se ponía cada vez más pequeña, tratando de evitar la furia de su familia. Luego de calmarse ante el llanto de Rebeca, la madre le preguntó en un tono más suave para calmar los ánimos.—¿Se puede saber en qué gastaste los quinientos dólares?Rebeca demoró un poco, pero al final confesó.—El mes que viene —alcanzó a decir entre sollozos—, van a dar un concierto aquí, en Londres, y es la única oportunidad en la vida que tengo para verlos en vivo.La chica no soportó más la presión y echó a llorar a lágrima tendida, con tal sentimiento que las dos acusadoras se miraron arrepentidas de presionarla tanto, ablandándose sus corazones. La madre, luego de consultar con la mirada a su hija ma
Leer más