Cuando el carruaje se detuvo, Luana se apresuró en bajar de este, Dian iba con ella y también algunos guardias que por obligación debían acompañarla a todo lugar fuera del palacio y vigilar cualquier amenaza que pudiera poner en peligro a la reina.Luana siempre había creído que más que vigilar el peligro, la vigilaban a ella.Por eso, procuraba siempre estar perfecta, siempre sonriente, siempre como una reina. Cualquier cosa, conversación o movimiento extraño sería informado al rey, había renunciado a su vida cuando se convirtió en reina y se la había entregado a él, a su esposo.Una suave brisa le recorrió las mejillas y las hojas de los arboles danzaron con ella. La enorme y hermosa residencia donde había nacido y crecido, de columnas de mármol y paredes blancas combinadas con jardines exuberantes llenos de flores de colores no tenía comparación con el palacio en el que ahora vivía, eso lo sabía, el palacio era mucho más extenso y hermoso, pero misteriosamente ambas residencias ten
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