Amelia Era su día de graduación y se suponía que debía ser algo especial, pero no estaba resultando nada parecido a eso. Su educación era algo importante para sus padres, porque siendo parte de una familia con apellido importante en el mundo de los negocios, debías seguir un legado que muchas veces se sentía imposible de alcanzar, sin embargo, no podía dejar de intentarlo, eso sería incluso peor. Observó la tarima del auditorio donde sus compañeros pasaban para recibir su título y esperó a que fuera su turno. Los aplausos se escuchaban desde todas las esquinas junto a algunos gritos emocionados, aunque se suponía que aquello estaba prohibido. Su institución era demasiado formal como para permitir algún tipo de emoción real. La fila avanzó con rapidez y entonces fue su turno de levantarse para poder tomar el título que la alejaría de ese círculo de desconocidos con los que nunca había llegado a simpatizar del todo. -Amelia Walton- su nombre re

AmeliaElla había sido aceptada en la universidad del Este, como sabía que lo sería. Eso había encantado a sus padres que usando su cumpleaños como excusa añadida, había preparado una cena para celebrar sus logros. Habían invitado a todos los personajes influyentes que deseaban impresionar sin importarles lo que ella deseara. Con ellos habían acudidos los Higuera, la familia más detestable y más influyente después de la de ella. Para su mala suerte, el hijo de la familia llamado Carlos la acosó la noche entera.Amelia había intentado quitárselo de encima sin hacer demasiado escándalo, pero cuando él la acorraló en camino a su propia habitación, no lo quedó otra que enfrentarlo de la mejor manera que pudo para defenderse, gritó dejando que su contraparte, ese lado recién descubierto,

AmeliaEstaba emocionada, sus nervios casi no la habían dejado dormir. Se vistió con lo que había estado guardando para el inicio de clases y disfrutó de la sensación del nuevo inicio. Desayunó algo simple antes de salir despedida por las puertas del departamento, estaba consciente de que iba demasiado temprano, pero supuso que sería perdonada por ser una estudiante novata, nadie se quejaría por eso y aunque lo hicieran no podía importarle menos.Llegó al salón de clases luego de recorrer el campus con una sonrisa y sentó en el aula totalmente libre.-Y yo que pensé que estaría sola- dijo una voz conocida.Lucy la miraba desde la entrada con una sonrisa.-Pues ya ves que no- comentó ella con la misma sonrisa.-Me alegra saber que no soy la única que se emocionó por el primer día- comentó Lucy s

AmeliaLuego de una semana cansada, era su último día de trabajo en la cafetería. Maggie estaba bastante contenta con su trabajo y con lo rápido que había avanzado en su entrenamiento con los diversos procesos de la cafetería. Sus clases estaban bien y Lucy ya no se había quedado con ella luego de esa noche en la que se encontraron. Todavía no había podido hablar con su hermano acerca de sus tan cercanos amigos, pero tenía que hacerlo pronto. Todos esos pensamientos cruzaban su mente mientras atendía a un grupo grande que había entrado para ordenar.-Amelia, por fin te encontramos- se escuchó una voz conocida.Ella se volteó sorprendida para encontrar a sus padres entrando en la cafetería.-Mamá, papá, ¿qué hacen aquí?- Preguntó ella asombrada.-Vinimos para hablar contigo- afirmó

AmeliaDisfrutar de un hombre con el que sabes que podría arruinarte por completo es una sensación embriagadora y tan atemorizante al mismo tiempo. Te encanta estar a su lado, compartiendo su espacio y atención, pero sabes que abrirte demasiado puede ser un error incorregible. Amelia podría haberlo imaginado si alguna vez hubiera conocido a un hombre como Percy con anterioridad, pero eso sería incorrecto. Lo más cerca que había estado de un hombre con sensualidad era Ricardo y él se había comportado como una caballero.Las cálidas manos masculinas cubrían su espalda y su cadera con propiedad, como si buscaran marcarla. Su corazón había estallado en una carrera alocada cuando Percy la había pegado a su cuerpo, pero cuando la excitación inexplorada había sido mayor se había dejado caer contra su pecho con comodidad. Se sentía como