Pidió disculpas con la voz entrecortada, se aferró a mi cuerpo mientras sollozaba y su calidez se impregnaba en mi piel. Aquella decisión ante sus ojos era mi salvación, pero el temor no podía abandonar mi corazón. ¿Acaso mi padre se atrevería a lastimarla en mi ausencia? Esa pregunta se repetía una y otra vez en mi mente atormentando mi corazón, aunque escuche la voz de Caleb pronunciar con firmeza que nadie se atrevería a lastimar a mi nana el miedo era inevitable. —Estaré bien, —pronuncio mientras tomaba entre sus manos mi rostro, observe fijamente sus cristalizados ojos y una lágrima surco mi mejilla— se feliz —pidió lentamente Negué rápidamente. —No sin ti —solté con dolor Ella había decidido quedarse, aquello penetro mi corazón y no pude quedarme callada. Le aclame con melancolía mi temor a dejarla, pero sus palabras fueron claras: Este es mi hogar, moriré aquí. Haz tu vida, Sol, se feliz. Siempre temí a la muerte, una palabra que dolorosamente arrebataba vidas y dejaba co
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