Michelle, es una chica de quince años que lleva una vida normal, como todos los días, asiste a la escuela y toma el autobús donde aprovecha para tomar su siesta matutina; Sin embargo, este día tiene una pequeña diferencia al resto y es que la vida de Michelle ha llegado a su fin. Cuando despierta se encuentra en un lugar que claramente no es el cielo. Ella tendrá que descubrir cómo regresar a su mundo mientras se enfrenta a nuevos desafíos que jamás creyó experimentar. En su camino se interpondrá Marcus, un príncipe de pésimo carácter que buscará la forma de deshacerse de ella por completo.
Leer másMICHELLEAlguien mece mi brazo, mis ojos se abren y veo a la persona causante de que mi siesta haya sido interrumpida.—Michelle, ya estamos en descanso —me informa Lina, parada aun lado de mi pupitre.—Que sueño tenía. Ayer no dormí casi nada —levanto los hombros y me estiro.—Porque te acuestas muy tarde —menciona burlándose de mis ojeras—. Voy a la cafetería, ¿Quieres algo? —niego con la cabeza.—Te espero en el pasillo —me levanto del asiento y salgo del salón.Apoyo los codos sobre la baranda de concreto. Observo a los estudiantes en el campo de futbol, a los grupos de amigos que se reúnen en las bancas a chismosear y a los que se dirigen a comprar su merienda.Ha pasado un año desde que desperté del coma. Me caí del tercer piso y tuve una grave contusión. Durante el tiempo que estuve dormida, mi alma viajo a otro mundo. A un mundo mágico y medieval. Viví aventuras inolvidables, conocí gente maravillosa y me enamoré. Aún puedo recordar todas aquellas vivencias. Me pregunto si no
MICHELLEYa adentro, el castillo es un chiquero. Hay raíces de árboles por todas partes. La pintura de las paredes está caída, los objetos están desperdigados por doquier y la humedad está presente. Al parecer se abrió un hueco en el techo y la lluvia ha estado regando a las plantitas que se han colado en el interior. Hay charcos empozados y suelos recubiertos de hierba. Siento que todavía estamos en el bosque, el suelo de mármol es apenas visible.—¡Esto es un asco! —exclama Gracie.—¡Isabela, te dije que debías amaestrar sirvientas! ¡¿Cómo limpiaremos todo este desastre?! —Priscy se jala los cabellos rubios.—¡Cállense! ¡No ven que tenemos visitas! —Delila las regaña. Aún no sale de modo Destrucción. Suelto un suspiro y su rostro se vuelve angelical—. Príncipe, te llevaré donde están los tesoros.—Primero el portal —dice tajante.—Oh, cierto. Debes querer despedir a nuestra Michelle —posa la cabeza sobre la mano. Su gesto da a entender que le ha causado ternura su petición.El Prínc
MICHELLECuando llegamos al castillo, Selina me dice que dejemos las túnicas en la entrada. Me deshago de la prenda que había ocultado hasta ahora mi uniforme. No negaré que me siento libre.Selina me conduce a la habitación del sabio. Al entrar lo encontramos en la misma posición de siempre, sentado en el sillón hojeando un libro. Sonríe ampliamente al verme.—Michelle, ha llegado el día de tu partida. He de suponer que estas contenta —cierra el libro.—Sí, no puedo creer que al fin me voy —hago una pausa y prosigo—. ¿Usted sabía que yo era la reencarnación de la diosa Ilse?—¡Chiquilla! ¡No soy un oráculo! —exclama risueño mientras acaricia su barba abundante—. Intuí que tenías un gran destino; aun así, mis teorías no se acercaron ni un poco a la verdad. Quede impresionado con la noticia; pero basta de hablar de ello, Marcus debe estar en camino, se le aviso que estarías en mi oficina.Selina se interpone entre nosotros y extiende el brazo de forma extraña frente al sabio.—Sabio… a
MICHELLEEntramos a Ishrán. Hay cientos de pancartas anunciando la aparición de las diosas ancestrales. De los techos cuelgan guirnaldas confeccionadas con flores de distintos colores, en las calles los bazares regalan comida y venden productos para orarles a las diosas. Los mercaderes están haciendo negocio con esto, es increíble. Lo más disparatado es que los pueblerinos lo compran; veo a muchos con rosarios, hierbas y velas. La celebración es claramente evidente. Todos sonríen y lucen emocionados. No reparan en esconder su felicidad.—No sabía que la gente adorara tanto a mis hermanas —comento con el rostro cubierto bajo la capucha negra.—Yo tampoco… —dice algo perdida—. El sabio me contó que son consideradas las creadoras de este mundo.—Pero ellas no lo crearon.—¿No? Bueno, eso fue lo que escuche. —Nacimos con un gran poder mágico y con el tiempo se nos consideró una deidad; sin embargo, no éramos más que magas. Me pregunto si así será con todos los seres que se les confiere e
MICHELLE—¿Qué paso con mis acompañantes? —pregunto disimuladamente sobre el paradero de su alteza.—El Príncipe regreso a Ishrán porque lo solicitaba el rey Rivas. Los caballeros se marcharon con él, pero dejaron a Selina para que te escoltara —responde Analu. Su semblante serio no me dice más nada.—El Príncipe es un desconsiderado. En todo el mes que estuviste durmiendo no se apareció, ¡Y así dice amarte! ¡Yo que tú le restriego en la cara una vez más tu inexistente amor! ¡Eso le enseñara a apreciarte, Hermana! —espeta Priscy con aparente rabia. Me sonrojo al escuchar pronunciar en la boca de otra persona que El Príncipe me ama.—Priscy, cuida lo que dices. Michelle no debe enterarse del poco interés del Príncipe hacia ella —rebate Delila con suma seriedad.—¡Pensé que me defenderías! —refunfuño. Delila es tan cambiante. Puede ser amable y cruel en intervalos de segundos.—¡Yo opino que se está haciendo el interesante! —Isabela levanta la mano para hablar. Quiero morirme—. Como sab
MICHELLEDespierto en una cama acolchada, las sabanas que me envuelven son tersas y la almohada me invita a seguir durmiendo. Me siento distinta, he despertado de un largo sueño. He estado soñando con los recuerdos de Ilse. Su vida entera me paso velozmente, aun despierta puedo percibir las sensaciones que experimente entre sueños. Se sienten míos, son tan vividos como si hubieran sucedido ayer. Sé que no son sueños, sino recuerdos. Recuerdos que pertenecieron a mi vida pasada. La línea entre las memorias de Ilse y las mías está bien marcada. Afortunadamente, puedo diferenciar mis propios recuerdos.Es tan extraño albergar ambos. Con esto puedo comprender más el dolor que cargaba Ilse, un dolor que cóncavo en lo más profundo de su ser y la dejo sin alternativas.Ella era como yo, cargaba con una responsabilidad demasiado grande; sin embargo, su carga era más pesada y supo sobrellevarla mejor. Es increíble lo tenaz, comprometida y luchadora que fue. Peleo por los derechos de los humano
MARCUSAnulación gira sobre sus talones y toca el pecho de Invocación. Un fuerte viento azota el cuerpo de la invocadora de monstruos. La melena púrpura vuela con ella, en su cabeza se materializa el lazo rojo y los trolls desaparecen del terreno de batalla. Anulación la ha sacado del trance, eso ha provocado un descontrol en su estado físico. Finalmente, baja las pestañas y pierde el conocimiento. Su cuerpo cae sobre los brazos de Anulación, está la abraza dulcemente, con una sonrisa mucho más extensa que la anterior.—Pronto recuperaremos nuestros recuerdos, Invocación —murmura. Pasa sus dedos por el cabello de su hermana.Su gesto denota afecto. Luce un poco distinta a cuando solía ser una piedra mágica. Ahora se ve más expresiva.—¡¿Qué está pasando?! ¡Mis muñecas no deberían tener consciencia! ¡Yo las cree para que cumplieran mis órdenes! —se queja asustado. Esto no se lo esperaba.—Soy inmune a la magia —confiesa y arrastra el cuerpo de Invocación hasta un árbol—. Usaste como in
MARCUSHe dejado el cuerpo de Purificación escondido entre unas ramas. Las ansías que tengo por asegurarme que Michelle está bien me carcomen. Me voy aproximando al lugar donde ella está, al círculo de Diomedes. Observo a Farell rondando los alrededores, su pose altanera y petulante me enerve la sangre. No me importa que me vea, corro hacia su dirección mientras desenvaino la espada. Encojo los brazos con la intención de hundir el filo de la espada en su vientre; sin embargo, una lluvia de flechas viaja sobre mi cabeza, estas se clavan en la tierra a unos centímetros de Farell, el lugar donde estaría parado si no fuera por la obstrucción. Él se conmociona, percibo por su reacción que no creyó que las flechas caerían tan cerca. Tuerzo los ojos, uno de los vasallos de Farell se quedó a protegerlo. El molesto arquero que se entromete siempre.—Te has librado de una de mis muñecas, príncipe Marcus; pero pronto llegarán las otras y será tu fin —se regocija en su supuesta gloria. Su sonrisa
SELINAEso es todo. Pierdo los cabales. La energía negativa de la tierra se condensa en el espacio de la batalla. Nubarrones cubren el sol, el cielo se agrieta de oscuridad y mis poderes malditos ondean ansiosos en mis manos.—Imperdonable… —murmuro resentida. Mi voz se torna lúgubre y grave—, ¡Imperdonable!Las fuerzas de la oscuridad viajan en forma de vendaval. Arraso con los árboles, flores y todo lo que se interponga en mi camino. La tierra se torna negra, las plantas mueren, todo es consumido por mis maldiciones. En el torbellino veo volando a Invocación, gira sin poder parar. Esta bajo mi absoluto poder.—¡Te lo mereces! —exclamo con risa histérica—. ¡Cerberos va a ser mío! ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde lo escondiste?!De la maraña de oscuridad, sale Granizo montando a mi Cerberos. La sangre se me sube a la cabeza, la rabia es incontrolable, ¡¿Cómo se atreve a montarlo antes que yo?! ¡Yo fui la que pacto con Invocación! ¡No ella!—¡Te voy a matar! —sentencio y me abalanzo sobre ambos