VI. Curiosa, hermosa y mía
Reino Witther La tarde se hizo presente, el sol seguía brillando y una fresca brisa acariciaba el rostro de Maximiliano. Después de haber rebuscado en el despacho de su padre, decidió tomar un descanso. Su mente divagaba, estaba atormentado y ofuscado. No encontró nada, ¿Felipe lo estaba distrayendo? Así que decidió darse un baño y luego observar el bello paisaje desde su balcón, no había querido almorzar. Por ahora su apetito era nulo, pero su sed de venganza era inmensa, sentía que algo le faltaba. Como si una parte de su alma estuviera vagando por alguna parte. Pero no lo descifraba, ¿qué era? Recuerda que solía esconderse de todos y encerrarse en su alcoba, donde lloraba en silencio y dejaba que su dolor se apoderara de él. Ahora estaba a punto de comenzar una nueva etapa, el ser un rey. Tendría tanto que resolver, cuidar un reino entero y al mismo tiempo vengar a sus padres. Se sentía
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