Roma, Italia. 15 años después. Como todas las mañana del último año, Nefertari se levantó al escuchar aquel balbuceo que le hincha el corazón de orgullo y se lo derrete a la vez. Una enorme sonrisa se le dibujó en el rostro al ver aquellos ojos grises tan pálidos que se podía pasar por trasparentes. La bebé al ver a su madre sonrió de manera angelical y alegre, eso son ellas dos unidas: libres, felices, ocurrentes y muy activas. —Ma… má… ma… má…— tendió sus manitos para que la tomara en brazos, su demanda fue cumplida inmediatamente. —Hola cielito hermoso…— Nefertari le dio un beso en su pelo rubio como el sol. La nena es de piel pálida como la leche —¿Lista?— la bebé apoyó su cabecita en el hombro de su madre y poco después la abrazó por el cuello. Nef sonrió ante el gesto amoroso de su hija y se dirigió a la cocina, no va a hacer un día fácil, odia los jueves de cada semana, los odia con todo su corazón y es horrible, ella nunca odi
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