Capítulo 35. Los enemigos son como las culebras

—Tengo muchas pruebas en contra de Mackenzo —dijo Sebastián y el hombre empezó a interrogarlo.

—¿Qué clases de pruebas? —preguntó Enzo con interés.

—De todas las actividades ilegales de Mackenzo, sus crímenes, actos ilegales.

—¿Puedo verlas? —inquirió y ambos se quedaron viendo por un par de segundos.

—No las traje conmigo… aunque puedo hacértelas llegar —mencionó con tranquilidad, pero no pudo evitar sorprenderse cuando le dijo.

—Siempre puedes bajar a la bóveda de seguridad y extraer las que tienes allí —mencionó con tranquilidad —Sebastián, ¿Crees que alguien que forma parte de la vida de mi enemigo va a traer a guardar algo bajo mis narices y no me daré cuenta? —de pronto se quedó pensativo y agregó con una expresión de tristeza—. Solo una vez, cometí ese error de subestimar a alguien, no quería interferir mucho en la vida de mi hermana, averigüé el nombre del hombre, incluso la vi varias veces con él… y me mantuve al margen, no hice nada en su contra, debí presionar más, amenazar
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