Capítulo 3: Sin Retorno

MADDISON

—¡Joder, lo sabía, ese maldito…! —exclama ella cuando termino de contarle todo.

Mis ojos están hinchados de tanto llorar, me siento perdida aún en su compañía, los analgésicos ayudan a calmar el dolor físico, más no el interno.

—Seguro borraron la evidencia —bufa—. Eso es lo que hacen los ricos.

Levanto la mirada.

—¿A qué te refieres?

—Vamos, piénsalo bien Mad, dices que los agentes actuaron bien al principio, luego ese tipo recibió una llamada y su actitud frente al problema cambió —me explica—. Está claro que borraron la evidencia de las cámaras de seguridad, lo que quiere decir que quien te violó, es alguien pesado, alguien poderoso.

Sopeso sus palabras, ya se había cruzado por mi mente esa teoría, no obstante, tenía la esperanza de que fueran ideas mías, al parecer no estaba equivocada, y todo comienza con aquel tipo raro en la recepción del hotel.

—Como sea, tenemos que encontrar otra solución —finaliza Harley.

Estoy a nada de hablar, cuando mi móvil suena, no reconozco el número, pensando que quizás se trata de la estación de policía y que han encontrado algo, respondo.

—Hola.

—¿Señorita Cox? —pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.

—Sí, soy yo.

—Hablamos desde el hospital Central, se trata sobre su madre.

Me congelo, me pongo de pie.

—¿Qué tiene mi madre? —las palabras apenas brotan firmes de mis labios.

—Me temo que ha tenido una recaída, tuvimos que hacerle más estudios, se encuentra fuera de peligro, pero si no se cuida, con su enfermedad, puede…

—¿Enfermedad? —me altero—. ¿Qué enfermedad?

—¿No lo sabe?

—No, dígame qué es lo que tiene mi madre.

Hay un breve silencio y luego la vida le da el golpe de gracia.

—Su madre tiene cáncer.

El móvil se me resbala de las manos, veo que Harley me dice algo, pero no logro escucharla, todo me da vueltas hasta que mi vida se detiene y sucede; me desvanezco dejando que la oscuridad me trague.

[...]

Escucho atenta todo lo que me dicen los doctores, y conforme van avanzando en sus teorías, resultados de análisis, más me doy cuenta de que mi madre me ha estado ocultado todo este tiempo su enfermedad. Al parecer descubrió que tenía cáncer hace dos años, y desde ese entonces, ha estado en tratamientos, pero ahora el cáncer vuelve con fuerza y por ello tuvo una recaída.

Tenso el cuerpo, la vida me está golpeando duro. Me hacen firmar un par de documentos para que la puedan dar de alta, me recomiendan algunas clínicas con el mejor equipo para esta clase de situaciones, equipo que solo se pueden dar el lujo de pagar los ricos, porque tan solo la estancia es demasiado costosa.

Los doctores terminan por darme varias opciones, unas son mejores que las otras, no obstante, al final es el mismo resultado, la falta de dinero no hace posible siquiera que tome una en cuenta.

—¿Puedo pasar a verla? —rompo el silencio en el que había permanecido desde que llegué.

—Por supuesto, su madre está consciente.

—Gracias.

El doctor que atendió a mi madre, le ordena a una de las enfermeras que me lleve hasta la habitación, eso hace, en cuanto entro, el olor a productos de limpieza hace que mi pique la nariz, la enfermera nos deja a solas y me acerco a mi madre, quien intenta sonreír, ella es muy parecida a mí, excepto por los ojos, ella los tiene color avellana y yo grises.

—Siento que me tengas que ver en este estado, cariño —habla.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —la pregunta brota de mi garganta como cascada.

Detallo su rostro, baja la mirada y la coloca en el único lugar seguro que encuentra, sus manos.

—Sabes la respuesta, no quería que te preocuparas —dice con voz débil.

—Pues ahora lo estoy —replico—. Eres mi madre, no pienso dejarte sola, y este cáncer no va a acabar contigo.

Ella ancla sus ojos sobre mí, nos quedamos en silencio un par de segundos y luego suelta un largo suspiro.

—No pienso ser una carga, sé que el tratamiento es muy costoso, ni siquiera yo podría costear esa cantidad en menos de un año, no tenemos familia o amigos que nos apoyen —arguye—. Estamos solas, yo estaba sola en esto, y ahora, por un descuido, te acabo de meter en mis asuntos.

—Tus asuntos son mis asuntos de ahora en adelante —refuto.

No tiene nada más que decir, el resto del día esperamos a ver si hay algún cambio, los doctores la revisan una última vez hasta que por fin nos dejan ir, tomamos un taxi luego de convencerla de que es lo mejor. Mientras vamos en camino, por un par de segundos, me veo tentada de contarle que me violaron, sin embargo, al voltear a verla con ese aspecto tan agotador, llego a la conclusión de que no puedo preocuparla más de lo debido, por su estado.

Al llegar a su casa, decido darle parte del dinero que me dio Dorian como liquidación, me cuesta trabajo hacer que lo acepte hasta que se ve obligada después de tanta insistencia por mi parte.

—No es necesario que hagas esto, cariño —arguye tocando mi rostro con la palma de su mano—. Yo voy a estar bien.

—No lo dudo, pero quiero que lo tengas, esto te servirá para que compres algunas medicinas.

El brillo vuelve a resplandecer en sus ojos, siento que hay algo que me quiere decir, solo que niega con la cabeza y no me da más que las gracias.

—¿Vas a estar bien? Puedes mudarte a mi departamento si te sientes sola —le sugiero.

—Para nada, voy a estar bien, te lo prometo.

—Voy a encontrar una solución para este problema, solo tenme un poco más de paciencia.

Mi madre me envuelve en un fuerte abrazo de oso, uno que me corta el aliento y me hace querer decirle todo lo que está pasando, estoy a nada de hacerlo, hasta que su móvil comienza a sonar, es como responde.

—Tengo que atender, es una amiga —apunta.

Me despido una última vez de ella, sabiendo que está un poco más tranquila, decido marcharme, aprovecho el viaje y me dirijo hacia la estación de policía, donde me dirijo hacia el agente que supuestamente lleva mi caso, el hombre, al verme de nuevo en su oficina, frunce los labios y me lanza lo que parece ser una amenaza silenciosa.

—Señorita Cox —saluda.

—Agente —tomo asiento delante de él—. Vine a ver como va el avance en las averiguaciones de mi atacante.

—Creí haber dejado claro que nosotros le llamaríamos cuando tengamos algo —habla en tono molesto.

Me muerdo el labio inferior, últimamente las cosas no me salen bien, y ahora no solo tengo que lidiar con el asunto de encontrar al culpable de mi violación, sino, con el cáncer de mi madre. Trago duro el nudo que se vuelve a formar en mi garganta, y me inclino hacia él.

—Escuche, solo quiero saber por qué no han hecho nada al respecto —musito, recordando lo que me dijo Harley—. ¿Es porque se trata de alguien poderoso?

De pronto, mis palabras son suficientes para alterar el estado de ánimo del agente, porque enseguida se crispa y se pone de pie, yo me sobresalto y retrocedo, el miedo me paraliza, y el nerviosismo el palpable en él.

—¡Escuche, señorita Cox, no tengo tiempo en estos momentos para atenderla, en cuanto tengamos más avances con la investigación, nosotros se lo haremos saber! —exclama con respiración acelerada.

Y es así como me dan la patada y me cierra la puerta en las narices, sin poder hacer algo más, decido que lo mejor es irme a casa, tengo mucho que pensar. Cuando por fin llego, las lágrimas salen con fluidez por mis ojos, si pudiera desear algo en estos momentos, es no tener que lidiar con tanta carga, me doy una ducha de agua caliente, respondo algunos mensajes que me envía Harley, en donde me dice que llegará tarde, pero que mañana pasa a verme.

Aunque somos vecinas, cada una tiene su vida, hacemos todo lo posible por pasar tiempo de calidad juntas, sin embargo, eso ha sido difícil en estos días, ella ha estado estudiando mucho para sus exámenes, y yo… bueno, ahora tendré que buscar con mayor ansiedad un trabajo.

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