Esposa No Amada
Esposa No Amada
Por: Ravette Bennett
EPÍGRAFE

MADDISON

Miro mi reflejo en el espejo, estoy satisfecha, hace mucho tiempo que Dorian no me invita a salir, de hecho, no lo hace por la carga de trabajo que tiene, es comprensible, después de todo, es el CEO de Dosse Company, la empresa en la que trabajo como su asistente personal. Sí, es mi jefe, y puede que no sea lo más correcto, pero me enamoré.

—Deja de verte tanto en el espejo, te ves bien.

La voz cantarina de Harley, mi mejor amiga, hace que salga de mi ensimismamiento. Volteo a verla y le sonrío.

—Estoy nerviosa —suspiro—. Sé que esta cena es para celebrar el trato que ha cerrado con los socios turcos, que lleva meses tratando de convencer, para que inviertan más en las acciones, sin embargo, hace mucho que no pasamos tiempo a solas.

Harley cambia su expresión, pasa de ser alegre, a una en blanco.

—¿Sucede algo malo? —inquiero con cautela.

—Sabes que ese tipo es…

—Pero lo amo —la interrumpo.

A Harley no le agrada Dorian, solo lo conoció una vez y tuvo una impresión muy diferente a lo que yo pensé.

—No lo amas, solo estás encaprichada con él —replica mermando el espacio que nos separa a las dos—. Escucha, afuera hay muchos hombres, no te conformes con el primer patán que se cruza en tu camino.

Frunzo los labios, todo mundo habla sobre eso, tienen una opinión falsa sobre Dorian Gillett, argumentan que es un jefe cruel, que no tiene escrúpulos ni corazón, pero no es lo que yo pienso de él, pese a haber mantenido por un año en secreto nuestra relación.

—Solo no quiero que te lastime —finaliza mi amiga, soltando un largo y tedioso suspiro.

Mi cuerpo se relaja y elevo las comisuras de mis labios en dirección al cielo.

—No me va a lastimar —le aseguro.

—¿Cómo lo sabes? —enarca una ceja con incredulidad.

—Por qué es buena persona, hasta ahora no me ha hecho nada y me trata como a una princesa, ¿está bien?

Harley no parece demasiado convencida, es mi vecina, y lleva su servicio de medicina en el hospital Beaumont.

—Tú ganas —se rinde—. Sin embargo, si te llega a romper el corazón, le arranco las bolas.

Niego con la cabeza esbozando una forzada sonrisa debido a los nervios, reviso la hora que marca mi reloj y sé que ya ha llegado el momento de irme, me despido de mi amiga y salgo para tomar un taxi, mientras voy en camino, le mando un mensaje de texto para que no desespere.

Luego de un par de minutos, por fin llegamos al hotel, pago el servicio del Uber y me dirijo a la recepción, ahí, la chica pelirroja de ojos negros, me atiende, digo mi nombre y enseguida me da una copia de la llave de la habitación que ha pedido Dorian, subo al elevador, las manos me sudan, el corazón me palpita y comienzo a impacientarme mientras subo.

Llegando a la puerta indicada, tomo una larga bocanada de aire, abro la puerta, y enseguida me recibe un camino hecho de velas, todo está a oscuras, solo la tenue luz que emiten es lo que hace visible la estancia principal. Me quito la gabardina, dejándome solo el vestido rojo que me puse para la ocasión.

—¿Dorian? —pregunto llena de emoción.

Sigo el camino de las velas hasta la habitación principal, abro la puerta y enseguida choco contra un duro pecho.

—Por fin llegas.

La voz ronca de Dorian me recibe, sus manos rodean mi cintura y me estrecha contra él.

—Un poco tarde —sonríe—. ¿No te parece?

—Lo siento, tuve algunos contratiempos —miento.

—No importa, ya estás aquí.

Tiene solo los bóxer puestos, le miro bien, es un hombre apuesto, alto, delgado, ojos grises y cabello caoba alborotado, en la empresa muchas mujeres babean por él, no obstante, es mío.

Por encima de su hombro alcanzo a divisar que la cama está llena de pétalos de rosas, algo verdaderamente cliché. Sus manos se deslizan hasta mi trasero y lo estruja.

—Creí que celebraríamos el trato con los turcos —musito.

—Y lo haremos —besa mi cuello hasta llegar a mi oído—. Tú serás mi premio.

—¿Qué quieres decir? —juego a la tonta.

—Te voy a hacer mía, ya he esperado demasiado tiempo, he respetado tu decisión de esperar, pero deseo follarte ahora mismo —dice.

Las alarmas en mi sistema se disparan, yo quiero entregarme a él, aunque creo que debería saber que yo soy virgen, antes de empezar.

—Dorian —coloco las palmas de mis manos sobre su pecho, con la intención de alejarlo de mí—. Tengo que decirte algo, antes de…

No presta atención, calla mis palabras cuando sus labios se aplastan contra los míos. Toma todo de mí, sus manos viajan por todo mi cuerpo como si me estuviera esculpiendo, un espasmo estomacal me golpea y me remuevo inquieta entre sus brazos.

—Dorian…

—Shhhh.

Sus dedos se mueven audaces por los tirantes de mi vestido, hasta desatarlos, estos caen sobre mis hombros, es la primera vez que me voy a mostrar desnuda ante un hombre, contengo la respiración sintiendo como la tela se desliza liberando mis pechos, mi vientre, hasta caer como cascada sobre el piso.

—Maldición —arguye con intensidad—. Eres tan hermosa.

Abro los ojos y me encuentro con su mirada recorriendo cada parte de mi desnudez. La piel se me eriza, él se baja los bóxers y no me atrevo a mirar su miembro, da igual, porque de hecho no me da tiempo para admirar su belleza masculina, Dorian me da un ligero empujón, no es brusco, pero si lo suficientemente fuerte como para hacerme caer de bruces sobre la cama.

Él se dirige hacia sus pantalones y saca un condón, es entonces que despierto de mi ensoñación y antes de que ocurra, decido decirle que soy virgen.

—Hay algo que tienes que saber —trago grueso mientras observo su miembro duro.

—Ya habrá tiempo para hablar.

—No, espera…

Dorian abre mis piernas, se coloca en medio y está a punto de hacer algo cuando una voz femenina estalla por toda la habitación.

—¡Dorian!

Las luces se encienden de golpe y abro los ojos como platos, al ver a una mujer castaña de ojos tan negros como si fueran dos hoyos negros a punto de absorbernos. Cubro mi cuerpo desnudo con la sábana sin entender quién es ella y qué hace aquí.

—Araceli —la voz de Dorian se tambalea.

Le miro y la palidez en su rostro me hace saber que la conoce.

—¡Lo sabía!

En menos de un pestañeo, la mujer está frente a mí, junto los brazos para cubrir aún más mi desnudez, pero eso no impide para que ella me dé una fuerte bofetada que me voltea el rostro.

—¡Tú, eres una cualquiera! —brama—. ¡¿Crees que te vas a quedar con mi marido?!

Siento que el mundo se paraliza cuando escucho la palabra "marido"

—¿Qué? —mi voz tiende en un hilo y trato de enfocarme en buscar la mirada de Dorian.

No obstante, él solo está pendiente de la mujer.

—¡Ahora no te hagas la mosca muerta, sé muy bien que eres una de esas que solo busca el dinero! —intenta darme un golpe más.

Pero Dorian la detiene, agarrándola por oa cintura.

—Cariño, yo te puedo explicar, es ella quien me sedujo —miente.

Mi corazón galopa con fuerza, no puedo creer lo que estoy viendo y escuchando, mis ojos se llenan de agua y mi pecho arde.

—¡No es verdad, la ibas a follar! —le reclama.

—¡Mi amor, te digo que ella es la culpable, siempre me coquetea! —exclama Dorian como si se le fuera la vida en ello.

Quisiera hablar, no puedo, estoy en shock, las palabras se atoran en mi garganta, Dorian me engañó, todo este tiempo ha tenido esposa y debido a que nuestra relación la mantuvimos en secreto, nadie me advirtió, en la oficina no se hablaba de la vida personal del CEO, solo laboral. La barbilla me tiembla, los ojos me pican y las lágrimas se derraman.

Mientras yo lo amaba con locura, él solo jugaba conmigo.

—¡No me mientas! —grita su esposa—. ¡Sabes qué, desde ahora quedas fuera de la empresa, y quiero el maldito divorcio!

Su mujer se da la media vuelta, no sin antes lanzarme dagas de fuego por los ojos, él me odia, sale de la habitación hecha una furia, maldiciendo y llena de odio hacia mí.

—¡Mierda! —grita Dorian vistiéndose.

—¿Por qué me has mentido? —logro articular—. Todo lo que ha pasado entre los dos, ¿fue un simple juego para ti?

Su mirada es gélida. Termina de colocarse la ropa.

—¡Cómo pudiste hacerme esto! —elevo la voz.

—Maddison —su tono es burlón—. Eres tan ingenua, tan inocente y tan rompible, claro que no somos nada, de hecho, tenía planeado dejarte una vez que te hubieras entregado a mí, no eres nada, mi esposa es la única mujer que en verdad me importa, solo has sido un medio para un fin.

Mi mundo se derrumba sobre mí, la carga de dolor que siento en el pecho, me sofoca, me ahoga en la miseria en la que me ha dejado Dorian, sin decir nada más, se dirige hacia la puerta, pero antes de cruzar el umbral, me mira por encima del hombro.

—Es que ni siquiera hubieras sido buena en la cama, eres una mojigata.

Sale y por fin suelto en llanto, este iba a ser un día memorable para mí, y lo será, solo que de forma distinta. Me quedo en la cama llorando mis penas hasta que el sonido de mi móvil hace que rompa mis pensamientos. Es un mensaje de Harley, deseándome suerte, termino por apagarlo.

Con el corazón roto en mil pedazos, voy hasta el baño y me doy una ducha, al terminar, observo mi reflejo en el espejo empañado debido al calor, mis ojos están inyectados en sangre, aún me cuesta asimilar lo que realmente acaba de pasar.

Enrollo una toalla a mi alrededor, hasta que escucho ruidos de afuera, provienen de la habitación, seguro algo se le habrá olvidado a Dorian, con la tonta y pequeña esperanza de hablar con él, salgo con solo la toalla cubriendo algunas partes importantes del cuerpo.

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