CAPÍTULO 1

Capítulo 1

Soy Alani Tremblay, me mudé a Canadá, precisamente a Ontario; cada cuatro años, mi familia y yo debemos mudarnos, por el trabajo de mis padres.

Cuando era pequeña, me costaba acostumbrarme, cambiar de escuela, de casa y tener que hacer nuevos amigos, en cambio ahora, con 17 años, ya no me cuesta acostumbrarme, por el contrario, no me encariño a un solo lugar, ya que cuando me estoy adaptando me toca partir.

Por eso soy algo fría, y trato de no demostrar mucho afecto hacia otras personas, por el hecho de que no tengo la suerte de conocerlos del todo y no hablemos de enamorarme. Para mí es difícil mantener una relación, son solo relaciones pasajeras.

Hace unos tres días llegamos a Ontario, así que estoy desempacando algunas de mis cosas, en mi nueva casa temporaria, a veces creo y pienso en esos niños, que no tienen familias y van a hogares temporales, creo que ni ellos han cambiado tantas veces de sitio como yo.

Mañana, supongo que iré a conocer algunos alrededores. Mientras tanto estoy ordenando mis cosas personales en mi habitación temporaria. No voy a esforzarme mucho porque la verdad no sé exactamente cuando deba empacar todo nuevamente.

Estoy escuchando algo de música, pero puedo oir a mi madre, trato de ignorarlo un rato.

—¡Alani! —gritó su madre—¡Baja, por favor!

—¡Ya voy! —gritó Alani— ¿Es de suma urgencia?

—cuestionó.

Sabía que cuando su madre no respondía era porque era de «suma urgencia». Bajó las escaleras corriendo y se encontró con una familia que de vecinos que habían venido a darles la bienvenida.

Su madre, muy alegremente le dice: —¡Baja, querida! Ven a saludar a nuestros vecinos. Ellos son los Gag non.

Alani, bajó las escaleras y se presentó —¡Es un placer! Soy Alaní. La hija mayor.

—Es un gusto conocerte, Alani —dijo la mujer —¡Soy Ellyanna Gagnon! Él es Lewy, mi hijo menor, ella es Luna, mi hija del medio y él es Eliot, mi esposo. Tengo un hijo, casi de tu edad, Lían, pero en estos momentos no se encuentra en casa. Cuando quieras salir a conocer algún lugar puedes pedirle a él que te acompañé. Ya vas a tener la oportunidad de conocerlo.

Alani, le sonrió por cortesía y pensó para sí misma «¡será una perdida de tiempo, seguro estaremos aquí un par de meses!»

—Bueno, voy a seguir desempacando mis cosas ¡Gracias por su visita! ¡Que tengan una maravillosa tarde!—y se retiró a su habitación.

La familia Gag non, se quedó un buen rato. Alani, desempacó algunas cosas y se sentó sobre su poof turquesa a mirar por la ventana. En la casa de los Gagnon, estacionó un auto y un joven bajó con una gran caja, era esbelto, vestía jeans de color gris y una camiseta blanca. Su cabello era algo rubio oscuro, Alani, se dio cuenta de que aquel muchacho era el hijo mayor de la familia, Lian Gag non.

A la semana de haberse instalado en Ontario, Alani, fue hacer unas compras y al salir de su casa, en su bicicleta color púrpura, se topó con el joven Lían.

Él, iba de camino al conteiner de la basura a dejar los residuos y cruzaron una breve mirada. Él, no la saludo ni se presentó, por tanto, ella, actuó de la misma manera, indiferente y pensó por dentro, «¡presumido!»

—No soy presumido, solo no me gusta hacer sociales, a excepción de mi familia —gritó Lían.

Alani, sorprendida, detiene su bicicleta en medio de la calle, da medio giro y voltea a mirarlo —¿Me hablas a mí? —preguntó de manera irónica.

—Sí, a ti te hablo —respondió Lían, de manera cortante y poco agradable.

Ella, se volvió hacia él, y digo: —Yo, no te he dicho nada. Quizás, escuchas voces o cosas que no son reales

Él, arquea su ceja y dice: —No, lo dijiste literalmente, lo pensaste, me miraste de reojo y dijiste ¡Presumido!

Alani, quedó boquiabierta, sabía perfectamente que lo dijo para sus adentros. Se sonrojó, dio media vuelta y se marchó.

Al llegar a su casa, deja los paquetes en la mesa de la cocina, se sirve un vaso de jugo, se sentó a mirar hacia la casa de los Gagnon, y vio al extraño Lían, arriba de la azotea, observando el cielo con su telescopio.

—¿Qué tal te fue? —interrogó su madre.

—Bien. No me perdí —contestó ella— ¿Crees que existan personas que puedan leer la mente o los pensamientos de otros? —le preguntó a su madre, bastante confundida. Como el profesor de los Xmen.

Su madre, quien estaba guardando los lácteos en la nevera, asoma su cabeza y frunce el ceño.

—No me mires así mamá, no digas nada, conozco esa expresión en tu rostro —refunfuño Alaní.

La vida de Alani, era muy normal y aburrida, al menos ella, lo sentía así. Ontario, era un hermoso lugar, pero como estaban en etapa de vacaciones, no había mucha gente para socializar, solo los lugares turísticos que iban recorriendo con su familia.

Debía esperar para hacer nuevos amigos, y Lían, no era precisamente un ser muy amigable a simple vista por el momento Alaní debía conformarze con la compañia de su hermano y la de sus padres.

Ella, le daba vueltas a lo ocurrido aquella mañana y a pesar de que los días habían pasado y se encontró con Lían, en más de una ocasión, nunca cruzaron palabra alguna. Él, la ignoraba por completo, como si ella no existiera.

Una noche, al cumplir un mes de su llegada, la madre de Alani, para festejar, invitó a los Gag non a cenar.

—¿Son los únicos vecinos que tenías para invitar a cenar? —preguntó Alani, algo molesta— ¿No era mejor mandar una tarjeta de invitación a nuestros amigos de Texas?

—Alani, estamos lejos, y hay que hacer nuevos amigos. Tu padre está trabajando todo el día. Y las personas más cercanas que tenemos hasta que acabe la temporada de vacaciones, y arranquen la escuela, el club, son los Gag non. Son simpáticos y buena gente —aclaró su madre.

Alani, se mordió el labio y no retrucó las palabras de su madre porque sabía que estaba en lo cierto.

Para matar un poco su aburrimiento, Alani, fue de compras, luego a la peluquería para que retocaran su blanco cabello y su original mechón negro que caí a lo largo en su flequillo.

Ella, era una adolescente promedio, tenía sueños y metas como todo adolescente, le gustaba hacer amistades, salir a fiestas y a divertirse, pero a causa de tantas veces deber mudarse por el trabaja de su padre, era como si hubiera perdido un poco la magia, se había vuelto algo solitaria. Ella era una joven muy amable, sencilla y solidaria; su cabello le caía hasta los hombros, era de cara rodenda y algo cachetona. No era muy alta, tampoco era muy baja, tenía una estatura promedio. Le gustaba mucho vestir jeans, remeras básicas y tenis blanco.

Al llegar el atardecer, la madre de Alani, había preparado una gran y delicada mesa. Estaba feliz y ansiosa, únicamente quería que sus invitados se sintieran a gusto.

—¿Creo que alguien fue a la peluquería hoy? ¡Es una buena señal! —murmuró el Señor Tremblay Xander a su esposa Julia, y le guiñó un ojo.

La Señora Tremblay, da medio giro hacia su izquierda y observa a su hija y comentó: —¡Te quedó muy bonito el cabello!

—¡Gracias! —dijo Alani.

A eso de las 19 horas, suena el timbre de la casa de los Tremblay.

El hermano menor de Alani, Luca, salió corriendo y abre la puerta para darle la bienvenida a los Gag non.

—¡Hola! Pasen, por favor —dijo Luca— ¡Mamá, ya llegaron los papás de Luna y Lewy!—gritó el niño— Luna, Lewy, ¿quieren ir a jugar dominó conmigo? —preguntó Lucas muy contento.

Luna, Lewy y Lucas, ingresan corriendo y van a la sala de juegos a jugar domino. Xander y su esposa Julia, le dan la bienvenida a Ellyanna y a Eliot.

—¡Pasen, por favor! —dijo Xander, y al ingresar los Gag non, notó que detrás de ellos estaba Lían —¿Tú, debes ser Lían, verdad? —preguntó el Señor Tremblay.

Lían, le extiende la mano y dice: —¡Es un gusto, Señor Tremblay! Soy Lían.

Se acomodaron todos en la sala de estar, y los padres de Alani, estaban muy risueños conversando con los Gag non.

Los niños estaban jugando y correteando por toda la casa, en cambio, Alani y Lían, estaban sentados en silencio. Cada tanto, Lían, participaba de las conversaciones, era muy centrado, a pesar de tener 19 años, también era muy inteligente. Sin embargo, Alaní, se mensajeaba con sus antiguas amigas, en verdad, se sentía aburrida, se pone de pie y da aviso que se iba a retirar.

Toma una cerveza, y se sienta al borde de la piscina, coloca sus pies y se pone a chapucear con el agua. El atardecer era agradable, una pequeña. Y suave brisa corría y en ella, dejaba la estrella del delicioso y delicado aroma de los jazmines de su madre.

—¿Puedo hacerte compañía? —preguntó Lían, y se queda parado detrás de Alani.

—Sí, siéntate —dijo ella.

Lían, se sentó al lado de ella, y se mantuvieron un rato en silencio.

—¿Qué haces cada noche en la terraza de tu casa? —preguntó ella.

—Observo las estrellas. Me gustan, soy un aficionado a la astronomía —respondió él— Cuando quieras, puedo invitarte.

—Gracias —dijo ella— ¿No tienes muchos amigos, verdad?

Lían, estaba observando el atardecer, y no respondió a la pregunta de Alani.

—Yo, trato de no hacer muchas amistades. Ya que cada tres o cuatro años debo estar mudándome. —comentó ella, como para romper un poco el hielo. De todas maneras ella era una persona muy expresiva que no guardaba sus sentimientos para sí misma.

Él, la miró a los ojos, con sus hermosos ojos pardos y le sonrió.

—Se me hace difícil encontrar buenos amigos. Personas puras y sinceras. Pero no lo entenderás, al menos no por ahora —comentó Lían, susurrando.

—¡Chicos, la cena está servida! ¡Entren en la casa, por favor! —gritó la madre de Lían.

La velada fue encantadora, hasta que llegó la hora del postre.

Los padres de ambos, ya estaban un poco pasados del ponche de la Señora Tremblay. Se encontraban muy risueños y parlanchines.

Eliot, el padre de Lían, narró anécdotas divertidas de su trabajo y de los viajes familiares, al igual que el padre de Alani. Entre tantas anécdotas divertidas, la madre de Lían, recordó una tragedia familiar sucedida hacía 3 años atrás.

—Mamá, no es necesario narrar la misma historia una y otra vez —manifestó Lían, bastante molesto.

—A mí me gustaría escucharla —dijo la madre de Alani.

—Lían, tuvo un accidente tres años atrás. Fue un golpe muy duro para la familia. En verdad, creí que lo perdíamos. Estuvo en coma por casi un mes. Es un milagro que hoy esté aquí con nosotros. Fue a una dura recuperación y tuvo que ir al psicólogo. Cuando despertó hablaba y escribía en una lengua que aún están investigando de donde proviene —comentó Ellyana, la madre Lían, entre lágrimas.

Alani, miraba a Lían, quien estaba ruborizado con la vista mirando hacia abajo, como avergonzado. Los padres de Alani, hicieron preguntas a las cuales Eliot y su esposa respondían con mucha sinceridad. Lían, se levantó de la mesa y salió por la puerta principal.

—Lo usaron como conejillo de laboratorio por mucho tiempo. Fue y es un caso único lo sucedido. Muchas personas despiertan de un coma, pero él, fue especial. Por el lenguaje que hablaba y escribía. Aún lo hace, lo hemos notado en algunos de sus apuntes, él, no sabe que sabemos que sigue escribiendo en esa lengua tan extraña. No es arameo, ni griego, menos latín —siguió contando su padre— Científicos y maestros de todo el mundo aún siguen el caso, pero no han hallado respuestas.

Alani, quedó sorprendida y algo fascinada. Aquel, no era un simple chico ordinario. Ella, sabía que había algo más en su ser. Y le resultaba más atractivo ahora de lo que ya era para ella. Se levanta de su silla y sale a buscar a Lían.

Sabía donde se encontraba Lían. Sube por una escalera de madera, que estaba apoyada sobre la pared que daba al patio trasero de la casa de los Gag non, escala muy cuidadosamente y sube a la terraza.

—¿Puedo hacerte compañía? —preguntó en voz baja.

Lían, le extiende una botella de cerveza y dice: —Llegaste a tiempo ¿Alguna vez has visto una lluvia de estrellas?

—No, jamás vi una en vivo. Solamente en los programas de Discovery Channel —respondió con una amplia sonrisa, y se corre su largo mechón negro que cubría su rostro.

—¡Ven conmigo! —expresó Lían, y la toma de la mano.

Ella, sintió un escalofrío recorrer toda su columna vertebral, le suelta la mano de una manera brusca y tosca. Jamás había sentido esa rara sensación con nadie y por un momento sintió miedo.

Lían, se queda parado, dándole la espalda y dice: —Alani, sé lo que sentiste. Sé que no es normal, pero con tiempo, a medida que vayamos siendo amigos, quizás, te cuente la verdad.

Se voltea hacia Alani, se le acerca muy lentamente, la mira a los ojos y le dice: —No me tengas miedo.

Sus ojos pardos se habían vuelto de un color celeste brilloso, radiaba una luz como las estrellas. Alani, da un paso hacia atrás. Quería escapar, pero sentía que algo la detenía, como una fuerza imantada que la atraía, como un simple alfiler a un imán.

—¡Creo que el alcohol me está haciendo ver cosas que no son! —manifestó ella, se sonríe y se rasca la cabeza con su mano derecha.

Ambos, miran la lluvia de estrellas y aprovecharon el tiempo para conversar y conocerse un poco más.

—¿Crees en Dios? —preguntó Lían.

Alani, arquea su ceja y dice. —¿Por qué lo preguntas?

—Por el tatuaje de alas de ángeles que llevas en el cuello —comentó él.

—¡Mm! Pues, no considero en religiones, soy una mujer de ciencias. Difundo en la ciencia y la materia ¿Y tú? —dijo Alani.

—Provengo de una familia que era como tu familia, no consideraban en la religión, y no tenían fe alguna, hasta que sucedió lo de mi accidente. Desde ese día, ellos se han vuelto cristianos —murmuró Lían —Aquel día, podía escuchar sus súplicas y aquí estoy, fui enviado desde lejos, pero nada volvió a ser igual para ellos. Hubo cambios, y muchas veces siento que vivo una vida que no me pertenece, pero mi trabajo es adaptarme y aprender. Aprender a querer y amar.

Alani, lo miraba algo confundida y dice: —Es normal que a nuestra edad tengamos ese sentimiento de no pertenecer a un lugar, o a veces sentimos que nuestros padres no sean nuestros padres ¡Es normal! ¡A todos nos pasa!

Lían, la miraba como entiendo a su nueva amiga, pero él, no hacia refencia a esa clase de pertenencia. Era complicado de explicar y sabía que ella no lo entendería.

—Pero, ¿crees en Dios? —preguntó ella.

—Él, es nuestro creador, la gente debe tener fe y considerar. El mundo necesita de más fe. Por eso estamos como estamos —dijo él.

Alani, quedó pensativa, pero en verdad ella quería saber más del accidente, pero no se animaba a preguntar. Lían, la observaba de reojo, y sabía lo que ella estaba pensando y sonrió.

—No recuerdo que clase de vida llevaba hasta antes del accidente, fue volver a nacer, aprender a hablar, a caminar y a explorar los aromas y los gustos de cosas tan simples como el agua o una rodaja de pastel de limón —comentó Lían.

—¿Entonces no recuerdas si hubo alguna novia? —preguntó Alani.

Lían, baja la mirada y se sintió avergonzado y dice: —No, no lo recuerdo. Hay fotos, de amigos y una supuesta chica en mi pasada vida, pero. Ya te lo he dicho. No lo recuerdo.

—Entonces, al vivir nuevamente, no recuerdas ni como era un simple beso —dijo ella.

Él, se pone de pie y algo molesto dice: —Si te pone feliz, mi respuesta es NO, y tampoco me interesan esas cosas. Ya no quiero seguir hablando. Creo que lo mejor es que te vayas.

Alani, quedó sorprendida y se molestó con el tono de voz con el que Lian le había hablado. Enfadada, se pone de pie y dice: —¡Como gustes, también creo que debería irme!

Esa noche, Alani, estaba en su habitación y pensaba en aquella conversación con Lían. Trataba de recordar aquello que vio en sus ojos, pero supuso que aquello había sido parte de su imaginación y el efecto del alcohol. Le resultaba un muchacho extraño, pero a su vez extraordinario.

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