Liberando los demonios

Sahar

En el momento que Susana miró a través del espejo, lo supe, lo había descubierto. Solo vi que se movió, sentí ruidos como desarmando algo y de la nada apareció con un tubo de cortina, y, ¡Zas! Desbarato el espejo y me protegí como pude de los cortes. Sentí que me agarraron por el pelo, me queje mientras me jalaban hacia afuera, tome en el camino dos cristales en cada mano y cuando estuve frente a ellas, corte el brazo que sostenía mi pelo.

Su grito fue elevado y aproveché cuando se agarró el brazo para alejarme y verlas de frente. El dolor era insoportable, pero nadie va a llevarse a mi hijo, no sé qué pasará, pero voy a luchar hasta perder la conciencia. Creo que ese momento no está lejos, de la forma en que siento como mi hijo está buscando salir.

Gracias a Dios, tanto las heridas en mis manos como el miedo me tenían en pura tensión, lo que me hacía equilibrar por ahora mi cuerpo. Cuando la puerta se abrió de golpe y vi a mi esposo aparecer, vi los cielos abiertos. Todo paso m
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