Padres

Rogel

Es la segunda vez que tenemos contacto y es tan raro este sentimiento que siento, solo ver sus hermosos ojos me ponen nervioso. Hace tanto que no me sentía así, desde que era un adolescente. Lo más extraño es que se nota triste, sobre todo cuando hablamos de su país, el dolor fue evidente.

—Debo decirte hermano, tienes suerte, tu mujer es hermosa.

—¡Hey! No te pases Donal.

—¡Seh! Tranquilo, no estoy interesado, solo digo.

—Lo sé, pero hay algo raro en todo esto, ella no tiene buena relación con su padre.

—¿Cómo lo sabes?

—Hable de sí su padre viniera a visitarla que debíamos hacer y su cara no cambio, pero sus puños apretaron con fuerza el pantalón. Luego me dijo que no lo dejáramos pasar, así que hay problemas entre ellos evidentemente. Quizás no acepto tan tranquila como cree mi progenitor esta situación. Debemos investigar más a fondo, pusieron a la persona que pedí dentro Fer.

—Si no te preocupes, ya está todo en su lugar.

—Bien, volvamos.

—De verdad no piensas contarle quién eres.

—Aún no puedo confiar en ella Donal, necesito más información y conocerla mejor. —Mi móvil suena—. Si… Entiendo, mañana estaré ahí sin falta.

—¿Quién era?

—Mi padre, quiere que este mañana temprano en casa. Dile a Alex que prepare el cuarto de ruido Fer.

—Entendido.

Sé que esta noche no podré dormir, la curiosidad por saber que tienen que decir el tal señor Xaham me come vivo. Como dije no pude dormir, así que antes que los demás despierten salgo a ejercitarme. Eso siempre me relaja y logro centrarme mejor en la tarea que tenga por delante. En el regreso veo la ventana abierta de la habitación de Sahar y ella está sentada en el borde. No sé por qué la sangre se me heló, pensé que quizás trataría de quitarse la vida, pero no paso. Solo se sentó a observar el amanecer, mientras yo la observaba a ella.

Era diferente a toda chica que he conocido, a pesar de verse delicada, desprendía un aura de fuerza increíble. Muy orgullosa, además, podía perder los dientes en la dichosa escalera que no pediría ayuda. Es una joven muy seria, no sé por qué algo en mí desea verla sonreír de forma sincera, aunque sea una vez. En cuanto la veo entrar decido continuar mi camino y prepararme para el encuentro en la casa principal.

Cuando llegamos los tres mosqueteros, ya Alex nos esperaba en la puerta para dirigirnos al dichoso sitio. Este no es más que la habitación escondida justo al lado de la oficina de mi padre, donde se puede ver y oír, además de tener un acceso a través del enorme espejo que adorna la pared. Solo se puede acceder cuando el señor Batiosta lo permite claro está, incluso tiene en su lado un botón para apagar todo de ser necesario.

Entramos a la habitación, la cual siempre está fría, debido a los equipos de última tecnología; nada, debíamos pasar curso de pingüino. En fin, ocupamos nuestros asientos y nos colocamos los audífonos para escuchar la conversación ya empezada entre los hombres que estaban sentados dentro.

—Mi hija ha sido siempre muy fuerte, es mi orgullo. —Alce una ceja, porque me sonaba tan falso como él—. Debido a que tuve que huir de mi país, no quise que me viese como un cobarde. Por eso le pedí a la madre que le dijera que las abandone, pero ahora que la tengo de vuelta a mi lado, le he contado la verdad. Aun así, le cuesta abrirse conmigo y no la culpo. Aunque el día de la boda se abrió y dijo que me amaba, no obstante, delante de los demás nunca lo reconocerá, si no que demostrara desprecio.

>> Estoy aquí como padre para pedirle que hable con su hijo, quiero que me permita verla al menos una vez a la semana o que ella me visite a mí.

Mi padre aclaró su garganta, podía sentir su incomodidad.

—Trataré de hablar con mi hijo, a ver si la convence, sin embargo, no puedo obligar a nadie a que haga lo que no quiere.

—¡Claro! Eso es evidente, solo vine ante usted movido por amor, realmente quiero recuperar a mi hija. Usted como padre debe entenderme, uno hace por sus hijos… Lo que sea.

Su voz fue fría y hasta algo desagradable o quizás fui yo quien lo percibió así. Pasaron hablando unos minutos más sobre negocios, estos dos zorros viejos se tiraban mordidas, pero ninguno resbalaba. Era impresionante, es como ver a dos políticos en acción, se llenan las bocas de decir mentiras mientras sonríen. Cuando al fin se fue, por suerte, salimos de allí casi corriendo, ya estaba congelado hasta las bolas.

—Es que tu padre no puede bajarle un poco al aire hombre.

—Siempre eres un quejica Fernando, compórtate como un hombrecito.

—¡Oh! Creo ver a Maciel por ahí.

En nada Donal entró en un baño del pasillo y yo solo miré a Fernando, ese truco nunca fallaba por lo que empezamos a reír. Si había algo que hacía aflojar las piernas al hombre más rudo que conocía, eso era Maciel sin dudar. Deje al hermano de esta, tratando de convencer a Donal de que podía salir, que ya no estaba, en lo que me dirigía al encuentro con mi padre.

—Al fin entras, que te entretuvo tanto.

—La falta de calor se puede decir, ese lugar es un congelador, no una oficina.

Por primera vez mi padre se carcajeó, lo cual me impresiono, pues conmigo siempre es más frío que ese tal cuarto del ruido.

—Ya veo… le diré a Alex que lo regule cuando alguien tenga que volver a entrar. Por ahora dime qué crees de lo que oíste en este sitio.

—No le creo nada.

—¿No crees el amor por su hija?

—No dije eso, aunque no considero que ese hombre sea capaz de amar a alguien. Lo que no digiero es eso de que ella lo perdono. Cuando le dije a Sahar si quería ver a su padre, la reacción fue de una persona que tiene sentimientos de odio. Además, ella fue quien pidió que no lo dejáramos pasar.

—Puede ser perfectamente una forma para confundirnos, incluso se ve la unión de los vértices, ¿no crees? Él llorando aquí diciendo que ella lo ama, pero dice que no lo quiere ver y ella justo diciéndote que no lo dejes entrar a la casa, cerrando el círculo. Para mí es claro que están confabulados y tratando de tocar una fibra amorosa en nosotros.

—Yo pienso que es él quien trata de explotar el odio de ella por su existencia.

Veo que achica sus ojos y me mira fijamente.

—No me digas que ya caíste en la trampa de esa mujer.

—¿De qué hablas?

—Esa mujer no es inocente, no permitas que gane tu corazón o te envenenara el cerebro y lo perderemos todo. Haz lo que tienes que hacer, usarla a la inversa para obtener información sobre él.

—¿Cuál es la diferencia entre tú y el padre? Ambos son viejos zorros utilizando a una inocente para ganar.

—¡Mira a ver como hablas conmigo!

—Padre, no tengo interés en pelear contigo y menos por este tema. Yo sé perfectamente lo que hago y como lo hago. Ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.

—Quédate a almorzar, Eli dice que quiere cenar con todos.

—Okey.

Es una orden a la que jamás podría negarme, si mi madre quiere que me quede, eso haré.

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