2: El bar

Aquella noche el bar del centro de la ciudad se encontraba totalmente repleto por turistas que probablemente acababan de llegar a la ciudad hace unas cuantas horas, en cada esquina del bar se podía escuchar el sonido de los diferentes idiomas, el sonido de los diferentes tonos de voz y sobre todo las claras diferencias en las actitudes de los clientes.

  Harry que se encontraba en el segundo piso, sentado en uno de los asientos de cuero que había en la sala privada del bar, no podía alejar la mirada de una de las mesas que se encontraban en el primer piso del bar. Estaba aburrido de esperar por sus socios, llevaba más de una hora esperando y lo único que había conseguido había sido una botella de vino que detestaba. Beber costosas bebidas no le apetecía cuando se encontraba en un bar donde podía conseguir bebidas mucho más fuertes como un buen tequila que le hiciera olvidar todo el estrés de la semana.

—¿No han llegado? —preguntó al ver a uno de los meseros, trayéndole una bandeja de lujosos postres que ni siquiera se le antojaban en lo más mínimo.

El mesero negó tras dejar la bandeja de postres sobre la mesa de cristal.

—No, lamento decirle que los socios accionistas no han respondido nuestras llamadas y es probable que no se presenten esta noche.

—¿Entonces solo me han hecho venir para que perdiera mi tiempo y tuviera que perder mi vuelo a Rusia? —susurró para sí mismo antes de levantarse de su asiento y caminar hacia la puerta de la sala privada.

—Señor, ¿No va a comer?

 —No—respondió con una pequeña sonrisa en el rostro—. Puedes comerlo si así lo deseas—soltó antes de simplemente dirigirse hacia la planta baja del bar.

 La música alta inmediatamente llegó a sus oídos, por las escaleras, se pudo percatar que el bar se encontraba mucho más repleto de lo que parecía estar desde el segundo piso. No iba a negar que por un momento pensó en regresarse hacia la comodidad del segundo piso, la comodidad que únicamente le podía entregar el área privada. Pero ya estaba ahí, ya estaba harto de tener que estar esperando por sus socios que claramente no iban a llegar y ya no había nada más que hacer. No había oportunidad de qué él pudiera irse rápidamente hacia el aeropuerto y alcanzar el vuelo que se supone que debía de tomar. Ya no había nada más que hacer y por ello mientras bajaba las escaleras se prometió asimismo que iba a disfrutar esa noche como nunca. La mayoría del tiempo se la pasaba trabajando, estudiando y encontrando las mejores maneras para salir adelante. Porque lo que únicamente quería era avanzar, crecer su empresa y su nombre hasta que un día finalmente fuera el mejor médico del lugar.

Había crecido en una de las mejores familias del país, tenido dinero, tenido reconocimiento por parte de su familia, pero no quería que únicamente fuera reconocido por el apellido que acompañaba su nombre. Desde que había sido niño, desde que había sido separado de su hermano y lo habían obligado a vivir una vida diferente, había jurado que crearía un imperio a su nombre. Por ello se encontraba ahí, únicamente porque había querido ver a sus socios, pero ahora que se encontraba sin hacer absolutamente nada, sabía que al menos tenía que disfrutar una noche.

Su sorpresa fue cuando al final del bar, en una pequeña mesa de la esquina, la encontró. Llorando.

En aquella esquina, en aquella pequeña mesa que parecía no encajar en el bar, estaba ella con una gran botella de tequila mientras lloraba y se limpiaba cada una de las lágrimas caían por las mejillas. En realidad, ella se veía totalmente indefensa, ya no parecía la mujer que se había encontrado en la calle, aquella que a pesar de estar llorando le había contestado con fuerza. Mientras más la veía, más se percataba de lo mucho que estaba sufriendo y aunque sabía que posiblemente ella lo que menos quería era estar acompañada por un hombre como él, sentía que necesitaba acercarse. Y realmente estaba decidido a hacerlo.

Harry no necesitaba de mucho tiempo para percatarse que había unos cuantos hombres mirándola fijamente, como si estuvieran esperando que ella cayera por culpa de la bebida y aunque sabía que ella no era para nada su problema. Sentía la necesidad de protegerla.

Camila abrió los ojos con fuerza, con sorpresa al verlo sentarse en el asiento de enfrente. Por un momento pensó que estaba imaginando cosas, que el hombre acababa de sentarse frente a ella no era la misma persona que había conocido repentinamente bajo la lluvia, pero no era así, realmente lo estaba viendo. Aquel hombre de traje negro, con rostro serio y un aspecto de ángel… la estaba viendo fijamente.

—¿Me invitas un trago? —le pregunto con su gruesa voz—. Digamos que es mi favorito— añadió antes de regalarle una pequeña sonrisa.

—¿Acaso me seguiste? — le pregunto.

—Es mi bar—dijo él, mirándola limpiarse las lágrimas con la mano. Inmediata e inconscientemente metió la mano a su saco y tomó su elegante pañuelo de seda para ofrecérselo—. No sé qué te haya sucedido, no estás obligada a contarme que te haya sucedido, pero si necesitas ayuda o si necesitas llegar a casa a salvo… cuenta conmigo.

Camila suavemente aceptó aquel pañuelo de seda que le estaban ofreciendo, tímidamente le regaló una pequeña sonrisa aquel hombre que parecía un ángel caído. En realidad, estaba totalmente agradecida de qué él no le estuviera exigiendo lo que había sucedido, estaba segura de que, aunque quisiera contarle que era lo que había sucedido, no iba a poder hacerlo sin ponerse a llorar como una niña de corta edad. Lo único que pudo hacer fue agradecerle y limpiarse las lágrimas antes de tomar un caballito de vidrio y servirle un poco de su tequila.

 Harry sonrió al verla ofrecerle el pequeño vaso de tequila, que con mucho cuidado le acababa de servir Camila. Incluso bajo aquella poca iluminación podía verle las manos temblar.

—¿Es tu primera ronda? — le preguntó con una diminuta sonrisa en el rostro. llevándose aquel pequeño vaso de cristal hacia a los labios para poder disfrutar del pequeño trago.

—Lo es— respondió ella.

—Entonces, déjame invitarte tu segunda ronda— planteó antes de morder un limón—. Por cierto, me llamó Harry, pero tú puedes decirme como quieras esta noche...

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