Capítulo 7.

MAIA CARRIZALES.

—Mía, eres mía y muy pronto te voy a encon...

Abro los ojos cuando escucho como suena el temporizador de mi celular.

Me levanto del sofá (estaba acostada) y voy a la cocina para sacar el pastel del horno.

Me pongo los guantes, abro el horno, saco el pastel y lo dejo arriba de la encimera de la cocina al mismo tiempo en el que alguien toca la puerta de mi departamento.

—¿¡Quién es!?

—¡Soy Mauricio!

Arrugo las cejas confundidas y me acerco a la puerta para ver por la mirilla.

Veo a Mauricio afuera y después le quito los cerrojos a la puerta para abrirla.

—Hola.

—Hola —le digo— ¿Se te ofrece algo?

—Em... sí —me contesta— ¿Tienes harina? Se me ha acabado y como hoy es domingo y todo está cerrado, no voy a poder comprarla en ningún lado.

—Sí, claro —le digo—. Espérame aquí, por favor.

—Ok.

Cierro la puerta y voy a la cocina por una bolsa de harina.

Regreso, abro la puerta y le tiendo la harina.

—Gracias.

Agarra la bolsa de harina.

—De nada —le digo—. Bye.

Cierro la puerta y escucho un "bye" de él antes de escuchar sus pasos alejarse y posteriormente como entra a su departamento.

Regreso a la cocina y empiezo a terminar de preparar el pastel.

🌗🌗🌗🌗🌗

Toco la puerta del departamento como puedo y después vuelvo a sujetar bien el pastel.

Armin es quien me abre la puerta junto con Camila, la cual está siendo cargada por él.

—¡Hola! —me saluda— ¡Pasa, pasa!

—Gracias.

Entro al departamento y Armin cierra la puerta.

—¿Y Christa?

—En la ducha —me contesta—. Gracias por traer el pastel, ¿cuánto dinero fue?

—No es nada —le contesto— ¿En dónde puedo dejar el pastel?

—En la mesa —me contesta—. Y en serio dime cuanto fue para pagarte.

Dejo el pastel en la mesa.

—Ya te dije que no fue nada —le digo dándome la vuelta para verlo—. Y no insistas que aunque me pagues no voy a aceptar el dinero.

—Pero...

—Pero nada —le respondo—. El regalo es mi pastel para Christa.

Armín me mira confundido.

—¿Qué?

Me doy cuenta de lo que dije.

—Perdón —le digo—. Lo que quise decir es que el pastel es mi regalo para Christa.

—Ah —me dice— ¿Entonces que tienes en esa bolsa?

Señala con la cabeza la bolsa de regalo que tengo en la mano.

—Un regalo para Christa —le contesto.

Armin me mira sorprendido.

—Definitivamente te voy a pagar el pastel.

—Ya te dije que no.

—Eres muy terca.

—Y tú muy insistente.

—Ok, entonces no te pago el pastel —me dice—. Pero Camila te lo pagará.

Me río.

—Camila es una bebé —le digo—. Dudo mucho que tenga dinero.

—Pues lo tiene y te va a pagar el pastel de su mamá, ¿verdad, pequeña?

Ambos volteamos a ver a Camila, la cual me mira fijamente a mí.

—¿Verdad que no, preciosa? —le digo a Camila agarrando una de sus manitas.

La bebé ríe.

—¿Ves? —le digo a Armin—. Hasta Camila esta de acuerdo conmigo.

—Eso es trampa.

—No es trampa, es estrategia —lo corrijo.

—No sé por qué peleo contigo si eres demasiado insistente y siempre terminas ganando.

—Yo tampoco lo sé y no gano siempre.

Armin me mira con cara "¿es en serio?" Y yo alzo los hombros sonriendo.

—¡Maia, hola! —me saluda Christa caminando por el mini pasillo de las habitaciones hasta llegar a la sala en donde nos encontramos los tres.

—Hola —la saludo abrazándola—. Feliz cumpleaños.

—Gracias —me dice y ambas nos separamos— ¿Y eso?

Me dice viendo la bolsa que tengo en la mano.

—Es para ti —le tiendo la bolsa y ella la agarra—. Espero que te guste.

—No lo dudes —me dice—. Tú conoces muy bien mis gustos a diferencia de ciertas personas.

Ambas vemos a Armin, el cual ve hacia otro lado y le dice a Camila lo bonita que está la pared.

Nos reímos y empezamos a hablar.

🌗🌗🌗🌗🌗

—No, no, no, no y no, intrusa —me dice Armin—. Largo de aquí.

—Vamos, solo quiero ayudar —le digo—. No es para tanto y no me digas intrusa.

—Para mí sí lo es —me dice—. Primero me robas a mi esposa e hija y ahora quieres robarte mi cocina.

Arrugo las cejas.

—No me quiero robar tu cocina —le digo—. Solo quiero ayudar.

—Sí me respondes una pregunta te dejo ayudarme, ¿ok? —asiento— ¿Estudiaste gastronomía?

—Sí.

Me mira confundido.

—Creí que habías estudiado idiomas —me dice.

—Así es —le digo—. Pero también tome algunas clases de cocina y repostería, así que "estudie" de cierta forma gastronomía.

Me mira con los ojos entrecerrados.

—Mentirosa.

—Mal cocinero —le digo y él abre la boca indignado—. Por favor, ambos sabemos que cocinas terriblemente mal.

—Eso no es cierto.

Me cruzo de brazos y alzo una ceja viéndolo.

Armín hace lo mismo que yo.

Volteo a ver a Christa, la cual esta sentada en el sofá de la sala jugando con Camila.

—Christa —la llamo y ella voltea a verme—. Contéstame una pregunta, ¿quién de los dos —nos señaló a Armin y a mí— cocina mejor?

—Tú por supuesto.

Christa vuelve a jugar con Camila mientras su esposo la ve indignado por su respuesta.

—¿Ves? —le digo burlona—. Te lo dije.

Él me mira serio hasta que alguien llama a la puerta del departamento.

—Si quieres ayudarme, ve y abre la puerta.

—Ok —me doy la vuelta y empiezo a caminar— ¡Pero que conste que soy mejor cocinera!

—¡En tus sueños!

Me río y abro la puerta, pero mi sonrisa desaparece cuando veo a la persona que tengo enfrente mío.

—Hola —me dice Mauricio alzando la bandeja de mini hamburguesas que tiene en las manos—. Traje la comida.

Asiento y me hago a un lado para que él entre al departamento.

Cierro la puerta mientras escuchó como Armin y Christa lo saludan.

Voy a la sala y Armin me mira detrás de la espalda del brujo de magia blanca.

—Maia, supongo que ya conoces a Mauricio.

—Sí —le digo.

—¿Qué huele tan mal? —pregunto Mauricio.

Armin abre los ojos sorprendido y corre a la cocina.

—¡No! —dice viendo el sartén— ¡Mi comida!

Todos nos reímos de él mientras él intenta "salvar" su comida.

🌗🌗🌗🌗🌗

Le doy la mamila a Camila y ella no la acepta al principio, pero después de varios intentos por fin la acepta y empieza a beber la leche.

La veo poner su manita en el biberón mientras sigue bebiendo y sus ojitos se cierran constantemente.

—¿Eres muy buena con los niños, verdad?

Veo a Mauricio brevemente echar algo en un sartén antes de ver nuevamente a Camila.

—Supongo que sí, pero solo un poco —le contesto después de un rato.

—Eres muy modesta —me dice—. Además de alguien de pocas palabras, ¿verdad?

No soy alguien de pocas palabras, no te hablo porque no quiero.

—Creo que sí.

—O a lo mejor no te agrado y simplemente no me quieres hablar.

Lo veo sorprendida.

—¿Con qué es eso, eh? —me dice riendo—. No te preocupes, no eres a la primera persona que no le agrado. No agradarle a las personas es un don.

—Lo siento.

—No te disculpes —me dice cocinando—. Ya te lo dije, por alguna rara extraña razón no les agrado a las personas, lo cual es irónico.

La miro confundida.

—¿Por qué es irónico? —le pregunto.

—Porque soy alguien muy agradable una vez que las personas que me conocen bien —me contesta—. Digamos que las personas me juzgan por mi mala portada, pero una vez que me "leen" ven que soy muy interesante y muy bueno.

—Ah, ok.

Vuelvo a ponerle atención a Camila, la cual ya esta dormida, pero sigue bebiendo leche.

—¿Sabes por qué más es irónico que les disguste a las personas cuando me ven a pesar de ser extremadamente atractivo y buena persona?

Niego mirándolo.

Él se inclina un poco y me susurra en el oído:

—Porque soy un brujo de magia blanca y normalmente, generamos confianza desde el primer instante.

Se aleja de mí y sigue cocinando mientras yo lo veo sorprendida.

—Aunque supongo que eso ya lo sabes, ¿no?

Lo veo sorprendida y con miedo mientras él cocina tranquilamente.

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