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POV Leonardo:

Esa mañana los diarios, las redes sociales y los noticieros de la farándula, estallaban con la noticia de mi compromiso. Por supuesto, soy el maldito hombre mas codiciado de esta ciudad; no hay mujer que no desee estar conmigo, claro, a excepción de ella. Angela aparecía en aquellas fotografías, fingiendo ser la mujer mas feliz del mundo. Me gustaba verla con esa cara, aunque supiera que era mentira. Ella era una mujer hermosa, la mas bonita de toda nuestra generación, y no eran pocos los que la pretendían entonces. Ahora, esa orgullosa mujer seria mi esposa…mía.

Angela siempre me gusto, aun cuando la aborrecía tanto, me gustaba mucho. No es de un carácter dócil, conquistarla siempre fue una misión imposible, pero ahora, tenia una oportunidad. Aunque claro, ese no era mi principal objetivo, si que tenia curiosidad de saber como ella era en la cama, mas ahora que la había vuelto a ver y estaba mucho mas hermosa de lo que podía recordar.

Las puertas de mi habitación se abrieron sin ser tocadas primero y yo no tenia ni que esforzarme en adivinar quien entro sin mi permiso, el fastidio se apodero de mí.

—Leonardo, tenemos que hablar —

La voz ronca de mi padre resonó en su casi grito. Evidentemente estaba exaltado.

—¿Tiene que ser ahora? Voy a ver a mi prometida — le dije mientras me acomodaba mi corbata.

—¿Desde cuando sales con la hija de Antonio Luján? ¿Por qué no habías dicho que estabas detrás de la niña de mi principal rival de negocios? Esto es un gran logro que tiene que celebrarse, si logramos absorber la empresa de Luján a través de su hijita, seremos la constructora más grande e importante del país, una estrategia brillante de tu parte, sin duda eres mi digno heredero —

Sabia que aquello funcionaria, mi padre odiaba al padre de Angela, pero como hombre de negocios, podía ver el potencial de mi matrimonio con ella, era el momento de impresionarlo y asegurar que seria yo quien lo heredera todo y no mi detestablemente amable hermano menor.

—No queríamos que nadie lo supiera hasta que decidiéramos hacerlo formal — le respondí sin mirarlo.

—Brillante, aunque, ¿no está furiosa contigo por verte con esas mujerzuelas del bar? No debes echar al piso una unión tan importante, las mujeres se ponen locas por pequeñeces como esa —

Sonreí. Sabia bien el tipo de hombre que era mi padre quien jamás respeto a mi madre. — Ella sabe que es la única en mi corazón — respondí con simpleza y el me palmeo el hombro.

—Hijo, estoy orgulloso —

Sentí asco de que me dijera eso.

Sali de mi mansión para ir a buscar a Angela, le había llamado minutos atrás, avisándole que pasaría por ella, pero se negó a ello, nos encontraremos en uno de los restaurantes más finos de la ciudad. Al llegar allí, la mira, estaba hermosa, realmente hermosa, no parecía la misma chiquilla que me hacía bromas de mal gusto en la universidad. Pude notar muchas miradas de hombres sobre ella, y ella, hablando casualmente con el mesero, la sonrisa cálida que le regalo a ese mocoso, no se parecía en nada a las cínicas que me daba a mí, parecía tan dulce como alguien que no rompe un plato…y me molesto verla charlar con ese tipo tan relajada. Me acerque a paso firme, no me gustaba que se metieran con lo que es mío, y aunque sea solo un maldito contrato, durante todo un año Angela Luján seria solo mía.

—Cariño, ¿llego tarde? — pregunte mirando inquisidoramente a ese joven que la atendía. Él se sintió intimidado y se fue de inmediato. Ella me miro como si estuviera demente.

—Bien, es bueno verte hoy Leo, porque quería aclararte algo — me dijo con seriedad ella. — Se demasiado bien la fama que tienes, y, aunque no tendría que haber necesidad, de una vez te lo advierto, no vas a poner ni uno solo de tus sucios dedos sobre mí, no me voy a meter en tu cama y no tengo interés en ti de ninguna manera. Para mi sigues siendo ese bruto al que una vez le hice calzón chino — me dijo dibujando esa sonrisa cínica que odiaba y me excitaba aun cuando aquellas palabras me insultaban de todas las maneras posibles. Pero, ¿ella hablaba en serio? ¿De verdad no quería acostarse conmigo?

—Vamos, no me dirás que ni una sola vez me imaginaste en tu cama, ¿o sí? ¿De verdad es en serio que no te gusto ni un poco? — le pregunte sin realmente aceptar aquella “aclaración”

Ella me miro como si fuera un imbécil, tal y como me había mirado desde siempre.

—Oh cariño, nunca en mi vida he hablado más en serio. Solo quería que esa parte quedara en claro antes de empezar a fingir, porque si te atreves a tocarme mas de la cuenta, no dudare en volverte a hacer calzón chino frente a los medios —

Ella me miro con aquellos ojos cínicos ojos verdes. Sabia que hablaba en serio, ella era así, capaz de hacer lo impensable. Trague duro.

—Vamos Lottie, no tenemos ya 16 años, ambos somos prodigios, siempre lo fuimos, ya no estamos en edad para esas bromas, ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿10 años? — le respondí sintiéndome algo intimidado por ella.

—No me retes Leo, ni tampoco retes a mi intelecto, se bien que te imaginaste otra cosa, pero será mejor que lo olvides, yo no me voy a acostar contigo nunca —

Me dijo con toda la arrogancia que su ser podía expresar. Aquello me excito, lo sentí como un reto, como el reto más grande que jamás había tenido. Me acerque peligrosamente hacia ella, aun a sabiendas, de que era capaz de golpearme allí mismo, frente a todas esas personas, lentamente, en su oído, susurre.

—Eso esta por verse An-ge-la — dije y luego la besé en los labios, los mismo que me supieron a la más dulce miel, los mismos que siempre tenían un insulto para decirme cuando éramos demasiado jóvenes. Apartándome de ella me sentí orgulloso, pero lo que vi, me dejo un poco sorprendido y sin palabras, ella estaba sonrojada y con los ojos muy abiertos, posiblemente sorprendida de ver como esta vez, no me deje intimidar por ella.

Ella se acerco a mi y me beso con fiereza, no con un beso casto como el que yo le había dado. Aquello me sorprendió, pero luego el deseo se convirtió en dolor al sentir como ella me mordía. Apartándose de mí, me miro con cara triunfal.

—No olvides Leo, que tu nunca vas a ganarme —

Dijo triunfal, y note, como todos se nos quedaban viendo. Avergonzado, me senté de nuevo en mi silla. Angela era fuego, siempre había sido fuego, y siempre terminaba quemándome en ella…como cuando tenia 16.

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