¡Y por contrato! Casada
¡Y por contrato! Casada
Por: Yubel Writer
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Aquí vamos de nuevo, aunque, novedad no es, ¿Leonardo Melgar cometiendo un error garrafal? A nadie le extrañaría eso. La miro sentada desde fuera de la cafetería, la misma que solíamos frecuentar cuando apenas éramos universitarios. Ella es el tipo de persona que nadie quiere cerca, demasiado sincera para ser tolerada, una mujer que no tiene “pelos en la lengua”, con un sentido del humor demasiado acido para mi gusto, y la mejor en jugar bromas pesadas, en eso, nadie se le iguala. Recuerdo aquella ocasión cuando ella coloco aquel cojín de bromas en mi asiento; el sonido de esa flatulencia falsa me costo una cita con la chica de mis sueños, o aquella otra en que lanzo mi mochila hacia el techo del edificio de literatura…de verdad me sigo preguntando ¿Cómo es que logro hacerlo?, pero para Angela Luján, nada era imposible, y aquellos momentos fueron seguramente de los más divertidos de su vida universitaria.

Realmente me cuesta un poco creer que haya aceptado aquella locura que le propuse por teléfono, pero, estoy realmente desesperado. Mi padre me ha amenazado con desheredarme si no le demuestro que soy una persona estable; este ultimo año ha sido una cosa tras otra, y esta ultima vez, a mi padre no le agrado nada que me fotografiaran con esas mujeres saliendo del bar, fue todo un escándalo, y es que, como “heredero de la importante familia Melgar”, mi padre cree firmemente que debo de seguir un muy aburrido y recatado estilo de vida.

Entrado a la cafetería, los recuerdos me invaden, y ella, me ha mirado fijamente en cuanto he puesto un pie adentro. Ha dibujado esa sonrisa que tanto llegue a aborrecer, esa que deja ver lo cínica que es y que su boca pequeña la hace inigualable. Sus ojos verdes lucen igual de alegres y animados como siempre, y su cabello rubio que antes llevaba muy corto, ahora luce largo, logrando con ello acentuar esa preciosa cara de muñeca de porcelana que ha tenido siempre, se ha levantado de la silla, presumiéndome ese cuerpo de super modelo que con los años solo ha mejorado. Realmente, habría caído como un loco a sus pies, si ella no fuera una persona tan insoportable.

—Vaya, pero miren quien está aquí, ¿Cómo estás niño rico? —

Aquella voz, aquel apodo, sin duda alguna no es nadie mas que Angela, la misma chica que volvió mi vida universitaria un caos por completo.

—Angela, te vez…bien — solo pude decirle eso, ¿Qué se supone que debo decirle?

Ella sonrió de nuevo de manera desvergonzada.

—Por supuesto que me veo bien, yo soy hermosa —

Dijo volviéndose a sentar y luego de guiñarme un ojo. Había olvidado lo egocéntrica que es. Me senté frente a ella, y no pude evitar notar un pequeño collar con una inicial que no pertenece a su nombre. ¿Estaba saliendo con alguien más?

—Angela, ya sabes porque te he citado aquí, lo que te dije anoche por teléfono, no era mentira, puedo pagarte muy bien si aceptas ser mi esposa durante todo un año, solo mientras entra en vigor la cláusula de mi padre, el ya se retira en un mes y yo tengo que demostrarle que soy un hombre serio, de lo contrario, mi hermano menor será quien tome el control de todo y eso no es algo que estoy dispuesto a permitir, así que, ¿firmamos el acuerdo? — le dije sin rodeos.

Ella me miro con sus grandes ojos verdes, y esta vez sonrió en un tono mas amable.

—No tan rápido cariño, vine aquí solo por una razón, quiero saber, ¿Por qué entre todas tus mujercitas me escogiste precisamente a mi para cumplir esta tarea? —

Ella me pregunto aquello mirándome fijamente. Y la verdad, en ese momento no supe que responderle con certeza, lo que una vez sentí por ella, hacia mucho que se desvaneció. Quizás es porque, a pesar de todo, Angela es la persona mas real que yo conozco. Sin embargo, no la dejare creerse mucho por eso así que no se lo diré.

—Eso es fácil pequeña Lottie, eres la única persona que conozco que es demasiado cínica, pendenciera y demente para algo como esto, solo tu podrías aceptar esta tarea sin querer nada mas que el dinero, ya sabes, tu me odias, lo has hecho siempre, así que no habrá sentimientos de por medio — le respondí con audacia y ella sonrió.

—Muy bien Leo, aun me llamas por ese ridículo apodo, realmente, eres el tipo mas arrogante, despreciable y tonto que jamás conocí, el niño rico de papi y mami que siempre creyó que a todos compraría con su dinero, pero dime, ¿qué harás si te dijera que no es dinero lo que quiero a cambio de cubrir tu trasero para que papi no se enoje más contigo? —

¿Algo mas que dinero? No pude evitar preguntarme que es lo que esta demente mujer quería en realidad.

—¿Qué es lo quieres Lottie? — le pregunte directamente. Ella sonrió cínica de nuevo. ¡Dios! Como odio que sonría de esa manera tan…excitante.

—Quiero la granja que una vez perteneció a nosotros los Luján, la misma que tu ladino padre le quito a mi abuelito aprovechándose de su ignorancia, dame la granja que es mía por derecho, y yo seré tu linda esposa todo un maldito año —

Me dijo aquello con la misma determinación que había tenido siempre. Era difícil no mirarla, era difícil no notarla, aquella personalidad tan avasalladora que tenía, la hacia resaltar entre todos, Angela siempre conseguía lo que quería y no se detenía cuando iba a por algo. Sin embargo, aquello que me estaba pidiendo, no era tan sencillo como depositar algunos millones de dólares a su cuenta bancaria. Aquella granja de la que hablaba, había pertenecido a Ángel Luján, el primer socio de mi padre y de quien, ciertamente, mi padre se aprovechó quitándole la posesión mas valiosa que tenia de maneras poco legales y la consideraba como su más preciado trofeo, aunque, al igual que muchas otras casas, pasaría a mi poder cuando heredera. El viejo aquel había quedado en la ruina después de aquello, aunque su hijo, Ángel Antonio, el padre de la mujer que tengo delante, supo levantar de las cenizas lo que su padre una vez tuvo, y lograr ser la competencia directa contra los negocios de mi padre, su constructora era tan famosa como la nuestra y últimamente estaban abarcando mas terreno. Un matrimonio con Angela le convenia a mi papá, por eso es que ella era la candidata mas que perfecta para esta farsa. Aunque quizás, el padre de ella no estará mas feliz al respecto.

—Muy bien Angela, aquella granja pasará a mis posiciones dentro de un año, si te casas conmigo, te la regresare, estará a tu nombre y nadie más podrá quitártela, es una promesa — le asegure, y si cumplía, se la entregaría sin chistar.

Angela me miro con algo de desconfianza, sin embargo, sin decir nada extendió su mano hacia mí.

—Bien niño rico, tenemos un trato —

Apresurándome, saque el anillo de compromiso que compre esa mañana, recordé que, en la universidad, a ella le encantaban los rubies, la escuche una vez decírselo a una de sus amigas, así que compre el más costoso que encontré en la tienda. Quizás quería impresionarla, aunque no se porque razón. Ella parecía un poco sorprendida de ver ese anillo, por primera vez, me sentí un paso delante de ella. Coloque el anillo en su dedo, y luego la mire directamente a esos encantadores, vivaces y cínicos ojos verdes.

—Angela Luján, ¿Aceptas ser mi esposa? — le pregunte y me hinque ante ella. Todos en esa pequeña y acogedora cafetería, nos aplaudieron imaginando seguramente, que éramos la pareja mas feliz y enamorada del mundo.  

Angela sonrió, ella, por supuesto, tan inteligente como era, me siguió el juego. Pude ver por el rabillo del ojo, como muchas personas nos tomaban fotografías, estaba seguro que las redes sociales estallarían con eso, y que mi padre terminaría por verlas. Todo saldría como lo tenía planeado… ¿Qué podría salir mal?

Esa tarde, en mi costoso auto deportivo, Angela y yo firmamos un acuerdo, seria mi esposa de contrato durante todo un año. Estaba hecho.

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