Capítulo 3

Alana.

INVITACIÓN.

—Qué hiciste, ¿qué? —torcí mis ojos cuando mi padre casi gritó, mientras que mi hermano mayor cruzaba los brazos demostrando su inconformidad por mi arrebato y desobediencia—. ¿Cómo eres de impertinente? ¡Te pudieron haber matado!

En el momento en que dijo la última frase, mi cabeza se bajó. Mi hermano menor, Bahir, había sido asesinado hace dos años por permanecer al grupo de rebeldes, que estaban en la causa por levantar la bandera de Yomal. Mi padre había estado en contra de sus ideales, al igual que mi hermano mayor, Omar, pero nadie pudo ver lo que se avecinaba, a la persona que aún consideraba mi mejor amigo.

Mi hermano menor, solo por dos años de diferencia, había sido mi confidente desde que éramos unos niños. Crecimos con los mismos sueños, y con una esperanza grande de ver a nuestro país libre de la opresión alguna vez.

Actualmente, Yomal tenía solo un ejecutivo nacional que dirigía con las uñas, pero ya había recibido muchas amenazas, y sus fuerzas eran muy pocas para mi gusto, además de que sus intereses habían cambiado significativamente.

La corrupción era el pan diario en Yomal.

Yo tenía 21 años, y pertenecía al mismo grupo de mi hermano, pero mi padre no lo sabía.

El 90 % de las familias Yomalís sobrevivían con el día a día, y aunque tratábamos todos los días de generar nuestro propio sustento, estábamos pasando una de las crisis más grandes de todos los siglos.

Mi país ya no lo aguantaba más, y este absurdo acuerdo, simplemente debía acabar.

—Papá… —levanté la cabeza con respeto—. Nadie sabe quién soy, pero tengo buenas noticias…

—¡Basta ya, Alana! No quiero escuchar una tontería más… ¿Quieres matarme de un infarto a mí también?

—Padre… tranquilo… —Omar llegó a él para tranquilizarlo, y esto volvió a adolecer mi corazón.

A causa de la muerte de mi hermano Bahir, mi madre no lo pudo resistir, y tuvo un ataque al corazón después de unos meses en depresión.

Vi como Omar sentó a mi padre en este mueble desaliñado en nuestra casa rural, mientras me senté también en un banco para soltar el aliento.

No podía seguir informando de mis pasos a mi familia, no cuando esto solo provocaba estos resultados.

No pude evitar pensar en los ojos de aquel hombre, y en la sonrisa que me envió cuando hizo una promesa.

¿Estaría hablando en serio? ¿Podía confiar en su palabra?

No podía entender como del rey Remuel pudiera salir una persona tan diferente como el príncipe, pero de alguna forma, sentía que las cosas cambiarían con su reinado.

Escuché como mi padre y hermano murmuraban bajo para que no los escuchara, y di por terminado mi momento delante de ellos.

Salí a la calle para tomar el aire, mientras comprobé como ni siquiera la noche podía embellecer mi ciudad. Todo aquí era viejo, anticuado, y muy deteriorado. Vendedores ambulantes con muy pocas provisiones, y, sobre todo, mucha gente pidiendo, mientras sus huesos podían notarse en su piel arrugada.

Apreté mi mandíbula, froté mis brazos, y negando, tomé el camino que me llevaba a la casa incógnita donde solíamos reunirnos, los que todo Yomal llamaban como “Rebeldes”.

Parecía haber una discusión cuando entré, pero en el momento en que los líderes me vieron, hicieron un absoluto silencio.

—Alana —Akim mencionó llevando sus pasos a mi sitio—. ¡Gracias a Dios, estás bien…! —él tomó mi rostro en sus manos, y sin pensarlo me dio un abrazo.

Akim Fayed, era uno de los líderes importantes de esta revuelta, y sobre todo el hombre que tuvo la visión de ir prontamente por la presidencia de Yomal en unos meses. Todo este grupo iba a sublevarse contra el sistema, y cuando estuvieran en el poder, ellos harían cambios significativos para lograr derribar estas murallas que nos estaban asfixiando.

—Estoy bien… —respondí quitando un poco sus manos frías de mi rostro—. Creo que tengo un mensaje importante para darte…

Él miró a sus secuaces, asintió rápido, y caminó conmigo hasta llegar al sótano, que era el lugar más grande de todas las reuniones, y por supuesto el más seguro.

Conocía el lugar como a la palma de mi mano, mi hermano fue quien me trajo aquí por primera vez, todavía recuerdo cuando me presentó a Akim, y esté sonrió orgulloso por su atrevimiento y sobre todo por el amor a la causa.

Cuando estuvimos solos en el lugar, que daba de salida a un túnel que nos conducían a un río, él se giró totalmente serio para decirme.

—¿Por qué tuviste la osadía de ir sola hasta ese lugar? Arriesgaste tu vida, Alana… —y tomándome del brazo, me acercó hacia él—. Dime quien se atrevió a sacarte de Yomal sin mi permiso… alguien tuvo que llevarte hasta Angkor… no pudiste hacer esto sola…

Me quité de su agarre para levantar mi mandíbula, ignorando totalmente a su pregunta.

—Lo importante aquí es lo que tengo para decirte… He hablado con el príncipe de Angkor… ¿Puedes creerlo? —Akim abrió los ojos consternados, un poco incrédulo por mi confesión.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—Parece buena persona… creo que él va a ayudarnos Akim… ¿Puedes imaginarlo?

Él se quedó muy quieto, pero al siguiente minuto, soltó una carcajada.

—No seas tonta, Alana… ¿Cómo podría ayudarnos el mismo príncipe de Angkor? El que es parte de la ruina de nuestro país.

—Me lo dijo… lo prometió… Akim… —sujeté su chaqueta—. Creo que este hombre, no es quien pensamos que es… no se parece en nada a Remuel, y si nos aliamos a su gobierno, Yomal podrá tener las oportunidades que…

—No repitas eso nunca más… —mis ojos se abrieron ante su rabia—. Es inevitable que lleguemos al poder… esto solo será cuestión de tiempo, y te juro, Alana… que Angkor incluso nos suplicará por todo lo que nos ha hecho…

—No… escucha… esta vez creo que… —sus dedos tocaron mi boca, y de un momento a otro, puso un pedazo de mi cabello detrás de mi oreja acercándose dos pasos más, que incluso tuve que retroceder.

—Es mejor que pienses en que lado estarás… porque tengo muchos planes contigo, Alana…

Pasé un trago duro, y en el instante solo pude sentir que, las cosas no iban a mejorar como lo pensaba.

***

Algunos gallos cantaron cerca de mi ventana y mis ojos se abrieron lentamente para ver el rayo de luz que entraba por la rendija, algo desbaratada.

Aquí en Yomal cada familia trataba de tener sus propios animales, así como se sembraba en cada patio algunas semillas que entraban ilegalmente al país.

Aunque de cierta forma, todo lo que podía entrar, era ilegal.

Me puse un pantalón negro y una sudadera, amarré mi cabello rebelde en un moño alto para ir a la cocina, y preparar algo de desayuno, antes de que mi padre y Omar llegaran del trabajo.

Se solía regar el suelo y sembrar antes de que el sol tocara la tierra, así que me apresuré para que estuviera algo listo para su llegada, a pesar de las pocas provisiones.

Estaba en el proceso cuando la puerta de madera vieja se abrió, y vi el rostro de Abigail sonriéndome con un atisbo de picardía en su rostro. Y no pude evitar negar a su gesto.

—Suéltalo rápido… mi padre y hermano están por llegar… y sabes que no les gusta que vengas a buscarme.

—Si… seré rápida… —su respiración estaba agitada cuando me quitó un poco de pan de la bandeja—. Es ese hombre… ya sabes, Hasan… el que te pasó y devolvió a Yomal en tu salida a Angkor…

—Baja la voz Abigail… no quiero imaginar si mi padre se entera de que hay alguien que me ayuda a salir… nadie debe saber quién es, menos Akim…

Abigail negó rápidamente.

—Escucha… este hombre me vino a buscar por la noche. Uno de sus contactos, exactamente estos hombres que me dijiste que te ayudaron a cubrir tu identidad, lo han buscado en todo el día, por petición de la corona.

Abrí los ojos expectantes, pero en el momento, mi padre entró con Omar por esa puerta, y me apresuré en disimular.

—Está bien, Abigail, creo que iré por la leche… esta mañana está en mejor precio… dejaré la bandeja, y voy… ¿De acuerdo? —Abigail me siguió la cuerda, y disculpándose con los hombres, salió de la casa.

—¿No te quedarás a desayunar? —Preguntó Omar sentándose a la mesa, mientras colocaba la bandeja de panes.

—No… voy al mercado de la plaza… parece que venderán leche económica, y… quisiera hacer un postre. Ya han pasado unos meses desde que hice el último… y…

—Vuelve pronto… y ten cuidado. Sabes que no me gusta que andes con esa chica…

Asentí, le di un beso a mi padre, y colocándome una chaqueta un poco gastada, salí cerrando la puerta por un cerrojo elaborado, ya que el nuestro estaba muy deteriorado y no cerraba en totalidad.

Caminé por las calles viendo hacia todas partes para localizar a Abigail, pero un sonido de chistazo, hizo que me volteara a una callejuela.

—¿Por qué te escondes?

—Escúchame… debo darte este recado, porque Hasan estará esperándote en unas horas…

—¿Qué? ¿Por qué? No puedo irme de Yomal por un tiempo, no cuando mi padre está tan enfadado por mi salida anterior.

—Alana… qué terca… sabía que con esto no te podía convencer, por eso le pregunté a Hasan de qué se trataba para poder convencerte, y a que no adivinas que es…

Ya tenía los nervios gastados con esta mujer, y negando solté el aire.

—¿De qué se trata?

—Él dice que un hombre importante en la corona de Angkor, ha mandado a buscarte, porque necesita hablar contigo un tema extra delicado… ¿Puedes creerlo?  Están esperando tu respuesta, Hasan te llevará con los hombres que te ayudaron a salir de Angkor… y ellos dicen que te llevarán directamente ante este hombre que te solicita…

Mi garganta se secó del puro miedo porque solo podían ser dos cosas. O el rey Remuel me había descubierto, o era el príncipe Farid… y esta última opción, solo me estaba estremeciendo entera…

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