Capítulo 1

Serene

- ¡ARRIBA! - El frio del viento se esparce por todo mi cuerpo.

- ¡SERENA!, ¡SERENA!, ¡Apúrate! ¡Levántate rápido! ya no hay tiempo, solo lo esencial – Me grita mi madre histérica, observo mi cuerpo descubierto sin mi caliente cobijita. Ma está metiendo mis cosas en el bolso, y sin decirme más se lo lleva.

Me levanto tambaleante con lagañas en mis ojos, todavía me salía baba de mi boca, estaba bien dormida, lo admito.

Veo a mi madre metiendo nuestras cosas en su viejo Chevrolet Sonic color vino, salgo con lo que esta empacado en la sala como zombi, no es la primera vez que me saca de la casa sin previo aviso.

La madrugada esta terriblemente fría, me subo en el asiento del copiloto, en los asientos de atrás veo varias maletas en desorden, estoy somnolienta no puedo evitar bostezar varias veces, escucho como cierra de un golpe la puerta de la casa. Veo el reloj del auto 2:07 a.m.

Ella se sienta al volante bastante ansiosa.

-Dios está cerca. ¡Abróchate el cinturón! - Lo cual lo hago sin protestar. Mi madre mete el pie en el acelerador y comienza a conducir a gran velocidad.

Conduce en silencio viendo los retrovisores constantemente. El movimiento del auto me arrulla y pronto Morfeo me abraza, por lo que, recuestó mi cabeza en el vidrio de la puerta. Siento pesados mis ojos y de inmediato todo se oscurece.

La incandescente luz del día me despierta, veo que todavía vamos en la autopista. Mi madre tiene unas grandes bolsas en sus ojos. A veces pienso que no sería mejor que nos atrapen.

-Por fin despiertas, según el GPS hay una cafetería de veinticuatro horas cerca, nos urge hacer unas llamadas. Mi madre me ve de vez en cuando, pero la mayor parte su mirada esta fija en la carretera.

- ¿A dónde vamos, está vez? - Le digo adormilada, tratando de sentarme bien, me duele el cuello y el trasero de estar en este maldito auto. De hecho siento que he estado la mayor parte de mi vida en este bendito vehículo.

-Después de las llamadas, te daré la respuesta a esa pregunta- En su voz notó un indicio de esperanza.

-La verdad no importa Ma, mientras estemos juntas, no importa donde vayamos- Le digo con sinceridad.

-Gracias amor, por ser tan considerada conmigo- Me da una hermosa sonrisa.

Mi madre es una mujer hermosa, de un metro setenta, la tez blanca ojos azul oscuro, tiene una perfilada nariz, en serio no miento es hermosa. Su cabello es castaño claro. Ella dice que ser hermosa es de mala suerte.

Lo irónico es que para ella, soy super hermosa, tomando en cuenta su creencia puedo concluir que tenemos mala suerte al cuadrado. En realidad mi madre me ama mucho, por eso me ve hermosa.

Para mi mala suerte me parezco mucho a mi tía. En fin soy de tez blanca, de un metro sesenta, mi cabello es negro como la noche, así como se ven mis ojos, a veces pienso que desentono.

Observo los árboles avanzar rápido, de verdad que mi madre abusa de la velocidad a los pocos minutos llegamos a la cafetería.

- ¡Qué bien! ¡Muero de hambre! - Le digo quitando el seguro del auto.

-Yo también, ojalá tengan sándwich de carne, en verdad que necesito cafeína- Dice mi madre mientras baja del auto.

El lugar es el típico restaurante que sueles ver en las películas con ventanales que permiten ver hacia afuera un gran rotulo con luces, y una puerta que avisa cuando llegas.

- ¡Buenos Días! ¿En qué les puedo servir? - Nos reciben una amable chica de unos veinte años, con uniforme de mesera bastante corto, pero se le ve bien, tiene lindas piernas.

-Serene, ve pidiendo mientras hago la llamada- Dice acercándose al teléfono público que está cerca de la barra.

-Queremos sándwiches y café bien fuerte? - Le digo ocupando la mesa más cercana a la puerta, costumbre aprendida de mi madre, por si tuviéramos que escapar.

-Tenemos de carne, pollo, jamón y queso, solo jamón o solo queso- Me dice la chica con una libreta y lapicero en las manos.

-Dos de carne ¡Por favor! – Le digo algo apurada. Tratando de disimular que estoy nerviosa.

Escucho el sollozo de mi madre, deseo correr a su lado pero sé que debo disimular que no pasa nada. Y estar vigilante de la carretera.

-Serene, ¿Ya ordenaste? -Me dice mi madre con los ojos rojos.

-Si, mamá. Por fortuna si hay de carne- Le digo para animarla.

-Tengo buenas noticias, pero tendrán que esperar, cuando estemos en el auto. ¡Cielos como dura esa muchacha! – Menciona viendo su aparato localizador, la verdad no es cierto que este durando, lo que pasa es que nunca tenemos tiempo, ese hombre siempre está cerca de alcanzarnos.

- ¿Cuánto le podemos dar? - Le pregunto escuchando a mi estómago gruñir

Mi madre observa la aplicación y me vuelve a ver apenada.

-Me temo que solo diez minutos- Se muerde el labio inferior, costumbre que tiene cuando está demasiado nerviosa.

Me levanto para acércame a la barra llamo a la camarera.

- ¡Joven! Lo pone para llevar ¡Por favor! - La chica asiente con la cabeza. Casi de inmediato me trae los sándwich envueltos en papel metálico, y las bebidas de vasos térmicos sobre una bandeja para transportar.

Pago y salimos casi enseguida, mi madre había logrado implantar unos dispositivos en varios autos de Damián Baltodano un importante empresario de mi tierra natal.

El hombre fue el esposo de mi tía, pero algo pasó entre mi tía, mi madre y él. Ahora por alguna razón reclama a mi madre como suya, aún no se bien la historia. Espero algún día conocer toda la verdad.

Lo que sí sé es que, mi madre lo detesta en especial cuando me golpeo porque por accidente rompí un jarrón chino.

Recuerdo que me dijo, que además de estorbo, imbécil me dolió tanto que llore toda la noche. Mi madre estaba furiosa, tengo la convicción de que mi madrecita daría lo que fuera por mí, por eso la amó mucho. Y daría lo que fuera por ella.

- ¡Ma! Llevamos rato en carretera ¿No me vas a contar? - No aguantaba más el suspenso. Ni cuenta me di cuando me comí el sándwich.

-Me puse en contacto con la familia de mamá específicamente sus hermanas- Dice emocionada.

- ¿Y? – No entendía, cuál era la emoción.

-Ellas están dispuestas a recibirnos, de hecho pensé que nos darían la espalda como lo hicieron la familia de papá. Sin embargo, ellas están felices que las buscáramos- Después de mucho tiempo escucho en la voz de Ma verdadera alegría.

-De hecho sentí como que ya estaban esperando nuestra llamada- Dice mi madre pensativa.

-Mamá ¿No has pensado que el señor Baltodano, ya pensó también en ellas?

-Si, pero ellas están en un lugar remoto de difícil acceso. Ellas me aseguran que él no nos podrá alcanzar. Además es otro país con leyes diferentes- Me dice con mucha seguridad.

-Tengo más buenas noticias. Las tías me consiguieron trabajo en la construcción de una represa, necesitan mano de obra y en especial un maestro de obras- Dice entusiasma.

Mi madre es una gran arquitecta, su carrera ha sido truncada gracias a las maniobras de mi tía, que utilizo toda su influencia y dinero para arruinar a mi madrecita.

Por otro lado el Señor Baltodano utilizo todo su poder para que Ma no consiguiera trabajo y tuviera que pedirle ayuda a él.

Si no fuera por esos dos personajes, nosotras tendríamos una vida feliz y prospera en mi tierra natal.

-Excelente mamá, tal vez por fin, tengamos un hogar- Veo como sus ojos se llena de lágrimas. Me siento mal por mi inapropiado comentario.

- «Soy una bruta, porque no pienso antes de hablar, bruta, bruta»- Me quedo callada pensando. Mi madre me mira.

-Se que no te he dado, un hogar como se debe, pero te prometo que haré todo lo posible para que lo tengas- Su voz se escucha quebrada.

Y ahora si me siento más que culpable. Decido poner música para tratar de alivianar el ambiente.

Veo el velocímetro va a más de 200 kilometro por hora a conducido así por largo tiempo, por fin vemos una estación de gasolina. La verdad estaba preocupada de quedarnos varadas en medio de la nada.

- ¡Buenas tardes! Me podrían llenar el tanque.

-Por supuesto, ¿Ustedes no son de por aquí? – Nos dice el hombre observándonos un poco incomodo.

-Venimos a visitar a una familia cercana- Le dice mi madre tratando de no dar muchos detalles ni ser descortés.

-Ojalá vivan antes del bosque de los lobos, quien entra ahí nunca sale- Nos dice en señal de advertencia.

-Tranquilo viven varios kilómetros antes no se preocupe gracias por su amabilidad- Dice mamá pagándole el importe.

-Ma que raro, ese hombre se ve como asustado, la casa de las tías abuelas están antes del dichoso bosque.

-La verdad, no lo sé, ellas me dijeron que encontraríamos un pueblo. Al llegar debíamos de buscarlas. También me aseguraron que estaríamos a salvo.

-Ma, te vez cansada, déjame conducir para que duermas algo, y te despierto cuando vea el pueblo- Le digo poniendo mi cara de consentida

-La verdad sabes que me da miedo, te falta practica- Me dice mirando la calle cuando la veo que se orilla.

-Hagamos una cosa conduce no mayor de 100 km/h y cualquier cosa me despiertas ¿De acuerdo? – Le asiento con la cabeza. Estoy feliz que me permita ayudarle, siento que ella carga todo sola. La verdad puedo ayudarla.

Cambiamos de lugares, mi madre se coloca el cinturón y me mira hasta que me pongo el mío, me pongo en modo piloto y me concentro en la carretera.

A los pocos minutos, veo que Ma cae rendida ¿No sé de dónde saca tantas fuerzas? No cabe duda de que quiero ser como ella.

Vivíamos en la mansión de mis abuelos, en ese tiempo mi madre estudiaba, trabajaba y me cuidada. Mi abuela era quien más nos apoyaba, mi abuelo por otro lado no se metía con nosotras.

Mi abuelita pasaba hablando de los logros de mi madre en todos los campos, pienso que por eso mi tía le sentía envidia a Ma. E hizo todo lo que hizo para perjudicarla.

Cuando apenas tenía diez años, comprendí que el esposo de mi tía sentía algo por mi mamá. Lo peor vino, cuando una noche hace seis años mi madre me saco de la casa de los abuelos, con solo mi pijama, escuche al abuelo gritarle.

- “Entrega a esa mocosa, no vez que arruinará tu futuro” Quiero pensar que no se refería a mí.

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