CAP 3 COLEGIATURAS ALTAS

Marcos la tomó de la cintura mirando que Melody ya no estuviera. “Si”.

Grace se abrazó a su cuello y lo besó, Marcos la arrastró hacia adentro, cerrando la puerta.

Melody dejó su bolso en el sillón cercano, observó la mesa, había algunos papeles, recibos y facturas que Grace recogió.

Melody encontró una en especial, era de una escuela muy prestigiosa en la ciudad, la abrió y leyó el contenido.

En la puerta de una de las habitaciones había una pequeña silueta de pie, mirando a Melody.

Ella sintió la mirada. “Walter, ¿Por qué no estás dormido?”.

El niño se acercó tenía siete años. “Te estaba esperando”. El niño le entregó un pantalón de vestir, era el uniforme del chico, está roto de una rodilla.

Melody respiró profundo. “¿Por qué están rotos Walter? No puedo comprarte nuevos ahora”.

El niño le explicó. “Jugaba fútbol y me caí, es parte de las actividades físicas ¿Quieres que no las realice?”.

Ella respiró calmándose y le dijo. “Lo reparare por el momento, cuando tenga algo más de dinero te compraré uno nuevo”.

El chico hizo una mueca. “No quiero ir hasta que me compres uno nuevo”.

Melody le advirtió. “No puedes faltar a clases solo por usar un pantalón arreglado”.

“Entonces cómprame uno nuevo”. Él seguía discutiendo.

Melody le mostró la carta. “Ves esto”. Ella movió la carta frente al chico. “Es sobre las colegiaturas pendientes, tengo que pagar mañana o no te dejarán entrar”.

El chico se quedó en silencio molesto, giró y se encerró en su habitación azotando la puerta.

Melody cansada solo suspiró. Había ganado buen dinero en el bar esa noche, pero tenía que pagar las colegiaturas y ver la manera de conseguir un pantalón nuevo, que solo lo vendían en la escuela y tenía un costo alto.

Grace cuidaba al pequeño mientras Melody trabajaba en el bar, era vecina del mismo edificio, pero en otro piso.

Melody se desvistió en el baño y se metió a la regadera, mientras caía el agua en su cabeza, ella recordó al hombre sombrío en el bar. Sacudió la cabeza pensando lo loca que estaba de acordarse de él.

En otro lugar…

Adam entró a su departamento, su teléfono sonó. “Hijo”. Era su abuelo, el señor tosió trágicamente.

Adam se sentó en la orilla de la cama. “Abuelo ¿Qué pasa?”.

Su abuelo tomaba un trago de té despacio y después de tragar le dijo. “Estoy un poco mal de salud, ¿Puedes venir a verme mañana temprano?”.

Adam se levantó. “Iré ahora mismo para checarte”.

El abuelo gritó. “¡No! Mejor mañana te espero a las ocho de la mañana”.

Su abuelo colgó antes de que dijera algo su nieto, Adam sintió que su abuelo estaba algo raro, pero lo dejó pasar después de mandarle un mensaje al ama de llaves para que le avisara todo sobre su abuelo.

Después de darse un baño se recostó en su cama, puso su brazo detrás de su cabeza y observaba el techo, recordaba a la chica que cantaba en el bar, no podía sacar la voz de ella de su mente.

Al día siguiente…

“¡Walter! Es hora de irnos”.

El niño salió con Pijama. “No iré”.

Melody asombrada porque no estaba listo se puso furiosa. “Arregle el pantalón, solo póntelo, la próxima semana iré a comprarte uno nuevo”.

El chico seguía negándose. “No iré, compra el pantalón y después iré a la escuela”.

Melody seguía discutiendo con el chico cuando la puerta se escuchó. Melody abrió, era Marcos. “¿Qué pasa? Se escucha como discuten”.

Walter se acercó a Marcos mostrándole la prenda. “Mi pantalón se rompió y no quiero llevarlo así a la escuela… se burlarán de mi”.

Marcos examinó el pantalón y sacó algo de dinero de su cartera, Melody le advirtió, no le gustaba deberle a nadie.

Marcos le sonrió a Walter. “Toma, esto es un préstamo para que compres el pantalón, me pagarás sacando la basura de mi departamento por una semana”.

Walter asintió y tomó el dinero guardándolo en su mochila. Estaba de acuerdo con el trato.

Miro a Melody. “Vamos a la escuela comprare un pantalón ahí”.

Melody estaba disgustada, pero dejó pasar por esta vez todo, al final Walter tendría que pagar el dinero con trabajo.

Salieron juntos, al llegar a la escuela Walter se despidió secamente afuera. “Adiós”.

Melody quería darle un beso y abrazo pero él se negó. “Voy tarde y tengo que comprar el pantalón primero”.

Ella asintió y dejó que se fuera. “Está bien, vendré por ti más tarde”.

Walter la ignoró y entró, un chico lo esperaba en la puerta.

El chico miró a Melody. “¿Y esa quién es?”.

Walter giro para ver a Melody que se despedía de él con la mano. “Es mi nana, mis padres están de viaje de nuevo”.

Los dos chicos entraron, Melody esperaba entrar después de que cerraran las puertas, tenía que pagar las colegiaturas o no dejarían entrar más a Walter al instituto.

En una mansión cerca de ahí…

El abuelo de Adam, el señor Pablo miraba por la ventana esperando a su nieto, al ver el auto estacionarse corrió a la silla de ruedas y se cubrió con la manta los pies, se acomodó y puso una cara de pocos amigos, parecía enfermo y cansado.

Adam entró. “Abuelo estoy aquí”.

Su abuelo le sonrió poco. “Hijo. Qué bueno que llegas, vamos a desayunar”. Le hablaba de forma lastimera.

Adam se acercó. “Primero déjame hacerte un chequeo”.

El abuelo no se negó, necesitaba tiempo para que llegaran los invitados.

Minutos después Adam le dijo. “Estás muy sano abuelo, solo un poco de irritación en la garganta, te recetare algo”. Tenía la garganta irritada por estar fingiendo toser y estar enfermo.

El abuelo asintió y se asomó a la puerta al escucharla.

Adam giro también, el ama de llaves abrió y les avisó. “La familia Torres ha llegado”.

Entraron una pareja ya muy mayor junto a una chica de cabello negro y ojos negros, llevaba un vestido rosado y coqueto con zapatillas altas.

El abuelo movió su silla hacia ellos muy sonriente. “Pasen, bienvenidos”.

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