CAPÍTULO 4 UN BUEN PLAN

CAPÍTULO 4

UN BUEN PLAN

El rostro lleno de furia de Dante me paralizó, no hice más que ver cómo se marchaba sin mirar atrás. Me quedé ahí, de pie, mirando mi reflejo en el gran ventanal de aquella mansión. Definitivamente no había forma de que mi situación empeorara, tenía el cabello enmarañado, la ropa salpicada de vómito, el maquillaje corrido y el semblante lleno de preocupación. Había destruido la relación de alguien que solo tuvo la mala suerte de conocerme.

Apenas y podía creer lo que pasó, ¿en qué maldito momento se me ocurrió embriagarme?, sólo yo tenía esas pésimas ideas. Se me vino a la mente una frase que mi padre repetía, — Siempre se puede estar peor— decía cada vez que me notaba afligida por algún problema. ¡Qué razón tiene!, yo creyendo que mi vida estaba arruinada por el divorcio y resulta que ahora cargaba en mi conciencia el sufrimiento de dos personas más.

— Señorita — me llamó una mujer que salía de la casa — el joven Benji me ha pedido que le entregue esto — me tendió mi bolsa y mi saco, ni siquiera me había percatado que no traía ninguna de aquellas cosas, — pidió que el chofer la llevara a su casa, ya la está esperando — informó antes de que yo dijera algo.

    No es necesario, puedo pedir un taxi — aseguré mientras tomaba mis cosas.

— Es una zona muy exclusiva, no permiten el ingreso de taxis, señorita —.

¡Lo que me faltaba!, se me caía la cara de vergüenza al aceptar la ayuda de estas personas después de lo que les había hecho, pero no me iba a quedar de otra, deseaba salir corriendo de aquel lugar.

— Está bien, ¡gracias! — dije sin oponer más resistencia. Un par de minutos después ya me encontraba rumbo a mi casa, no crucé ni una palabra con el chofer, de todas formas ¿qué podía decirle?, “hola soy la idiota que destruyó el compromiso de tu jefa”, ¡claro que no!, me limité a agradecerle cuando me dejó a las afuera del edificio donde vivía.

Entré arrastrando los pies, a mi resaca no le importaba que mis ánimos estuvieran por los suelos, seguía causando estragos en mi cuerpo, poco me faltó para devolver el estómago en el vestíbulo. Mi apartamento se encontraba en el tercer piso y a mí me pareció que era el décimo.

Apenas salí del elevador, hice acopio de las pocas fuerzas que aún tenía y me apresuré hacia mi puerta, no quería encontrarme con mi vecina amante del chisme, desde lo del divorcio siempre tenía una excusa para esperarme fuera de mi entrada. Gracias a Dios hoy no se encontraba ahí, me habría bombardeado con preguntas si me hubiera visto llegar con aquellas fachas.

Lo primero que hice al entrar al apartamento fue correr al baño y tomar una ducha larga, mi cuerpo se aligeró al toque del agua tibia, sin embargo, mi mente seguía cargando el peso de la culpa. Duré alrededor de dos horas dejando que el agua me abrazara y reconfortara y no fueron suficientes. Tenía que encontrar una solución a lo ocurrido, pero por más que la buscaba, nada se me ocurría.

Me preparé una taza de té y me dejé caer en el sofá, analizando cada detalle de lo sucedido. No sabía nada sobre la vida de Dante, pero a juzgar por la apariencia de Ciara, su padre, Benji y hasta él mismo, podía pensar que se movían en un círculo social influyente, por así decirlo.

Parecían muy preocupados por el escándalo y precisamente esa palabra salió a relucir en cada frase, eso significaba que estaban bajo el ojo público, mis vagos pensamientos me llevaron a la conclusión de que buscar en redes sociales era mi mejor opción en aquel instante.

Sin dudarlo tomé mi teléfono y comencé a buscar el perfil de cada uno de ellos, para mi decepción, de Dante no encontré absolutamente nada y los perfiles de Benji y Ciara eran privados, lo único que pude encontrar fue una liga que llevaba a la noticia sobre el compromiso.

Según el artículo, Ciara Weber era una conocida modelo que acaba de iniciarse como diseñadora de modas creando su propia línea de ropa, cosméticos y perfumería, su familia era dueña de WBR, la empresa de telecomunicaciones más importante del país, mientras que a Dante lo describen como un empresario en ascenso, la joven promesa en el desarrollo de nuevas tecnologías.

— ¡Dios santo! — con razón no sabía nada sobre ellos, se manejaban en otro ámbito social, digo, no es que me fuera mal, venía de una familia clase media alta, pero no a este nivel. Mi familia tiene una empresa dedicada a la minería, fundada por mi bisabuelo, heredada a mi abuelo, luego a mi padre y ahora, mi hermano y yo nos hacemos cargo, él en el trabajo de campo, mientras que lo mío es lo administrativo.

No era de extrañarse que jamás hubiera escuchado de los Weber o de Dante… o tal vez sí, pero igual nunca les presté atención. Su vida no tenía absolutamente nada en común con la mía. Continúe saltando de un artículo a otro hasta que di con el problema, ahí estaba el gran escándalo: “Compromiso entre Dante Ridchet y Ciara Weber se cancela tras infidelidad del él…”, “Escándalo en despedida de soltero del joven empresario Ridchet”.

El internet está repleto de títulos amarillistas sobre lo mismo, el peor de todos fue uno en el que se aseguraba que se le exigía que reconociera su paternidad. Sí, según el artículo, una mujer, mejor dicho, yo, me había presentado como desquiciada en su despedida de soltero y le había exigido se hiciera cargo del hijo que esperaba de él. Afortunadamente ninguna de estas notas daba el nombre de la tercera en discordia, no podía ni imaginarme lo que pasaría si mi hermano o mi padre se enteraran de lo sucedido.

Cansada de leer tantas mentiras exageradas, aventé mi celular al sofá, lo más lejos posible de mí. Recosté mi cabeza sobre el respaldo de mi asiento, en un vano intento de descansar de mis pensamientos.

— ¡No, no puedo hacerlo! — me dije en voz alta. Me incorporé y volví a tomar mi teléfono, pero esta vez dejé las notas de chismes a un lado y comencé a buscar información sobre Ciara, ella era mi principal objetivo, tenía que hablar con ella, explicarle todo y suplicarle que perdonara a Dante. No viviría tranquila hasta que todo este embrollo se resolviera.

Leí artículo por artículo, nota por nota… hasta el Wikipedia. Los ojos me ardían después de pasar horas pegada al teléfono recopilando cada detalle de la vida de Ciara, desde que nació, hasta su compromiso con Dante.

Sentí que la suerte comenzaba a sonreírme cuando en uno de los artículos mencionaba que la joven, sería una de las invitadas especiales a un desfile de modas a beneficio del albergue para niñas y adolescentes, organizado por una reconocida universidad de la ciudad.

Tenía dos días para prepararme. Debía formular cada palabra, ser rápida y no permitir por ningún motivo que me interrumpieran, afortunadamente el evento era abierto al público, no sería necesario invitación.

Para el anochecer ya tenía todo un plan bien estructurado. He de admitir que esto de organizar y planear todo fue un hábito adquirido de Martin, yo era la persona más desordenada de este mundo, hacía frente a la vida como viniera, mi única preocupación era encontrar el amor, una vez que lo encontré todo lo demás dejó de importarme, grave equivocación, lamentablemente hasta ahora lo comprendía.

— ¡No es momento para pensar en eso! — Me dije a mi misma — ya habrá tiempo para sumergirme de nuevo en mi miseria—.

Repasé de nuevo el plan. Primero localizaría a Ciara, luego me acercaría a ella, si por algún motivo eso no funcionaba, usaría el plan B, el cual era simple, consistía en armar todo un escándalo. A este punto estaba dispuesta a todo, además, parecían temer demasiado a los escándalos… como si éstos fueran la lepra.

Los párpados comenzaron a pesarme, después de lo turbio que había sido ese día, mi cuerpo me exigía descanso, así que decidí hacer caso de sus exigencias e irme a descansar, al fin y al cabo iba a necesitar todas mis fuerzas para llevar a cabo el plan con éxito.

Para ser sincera, me costó demasiado poder conciliar el sueño. Mi mente se negaba a descansar, los recuerdos sobre mi encuentro con Dante y la familia de su prometida se repetían una y otra vez dentro de mi cabeza. Por un momento mis pensamientos se detuvieron en Dante… era todo un hombre, no quedaba en él ni rastro del chiquillo marginado de secundaria, me habría encantado volver a verlo, bajo otras circunstancias, por supuesto. Con mi arrebato no solo perdí eso, sino también la oportunidad de conocer su vida, saber por todo lo que había pasado, tal vez, hubiéramos sido amigos de nuevo.

Era consciente de que volver a ser su amiga era imposible, el hombre me odiaba y cómo no hacerlo después de que destruí su futuro, y más, cuando él juraba que jamás se casaría. Debía amar demasiado a Ciara para llegar al matrimonio, decidir pasar el resto de su vida con ella.

Con esos pensamientos en mente fui cayendo en la inconsciencia hasta que me sumergí en un sueño profundo. Por la mañana, el rechinar de mis tripas me despertó, tenía mucha hambre, ya ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que había comido algo.

Me levanté de la cama, antes de hacer caso a mi estómago tomé una ducha y me vestí para ir a la oficina, ya me había ausentado bastante. Un conjunto de saco y short en color caqui, un crop top en color café obscuro y unos botines, fueron el outfit del día. El elegirlo requirió los pocos ánimos que tenía así que no me maquillé, opté por unos lentes obscuros y muy grandes, junto con el cabello suelto recargado en mi hombro derecho.

A pesar de mi hambre feroz, solo me comí dos rebanadas de pan tostado con mermelada y una taza de café, en cuanto di el último sorbo a éste, tomé las llaves de mi auto y salí rumbo a la oficina.

— ¡Vecina!, ¡gracias a Dios que está bien!, estaba muy preocupada por usted — con su tono cizañoso, mi chismosa vecina apareció apenas y abrí la puerta.

— Buenos días, Nat — qué bueno que llevaba las enormes gafas de sol, así ella no podía ver cada vez que le torcía los ojos.

No tenía nada de ganas de lidiar con ella esta  mañana así que seguí mi camino.

— Martin vino a buscarte — soltó a mis espaldas provocando que me parara en seco, preguntándome qué diantres hacía Martín buscándome.

— Estaba desesperado por hablar contigo — informó con una sonrisa triunfante por haber captado mi atención — Me pidió darte un recado — dijo, analizando mi reacción.

— ¿Qué? —  quise saber con impaciencia, ¿por qué no solo me lo decía y ya?, pensé.

— Que lo llamaras. Por cómo se veía, creo que es muy importante lo que quiere decirte — dijo.

 Eso lo dudaba mucho.

    Gracias, Nat — dije sin más y seguí mi camino hacia el elevador.

— Lo llamarás, ¿verdad? —  quiso saber.

— Que tengas buen día — respondí secamente.

Un día de estos terminaría  arrancándole los tubos que traía en la cabeza con todo y cabellos, estaba segura que hasta dormía con ellos. Nat me recordaba mucho a un personaje de televisión a la que llamaban “Doña Florinda”.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo