¿Estás borracho?

Odiaba caminar solo, ya sea en la calle, en el bar de Manhattan o en la fiesta de la escuela. Pero tenía que hacerlo con la esperanza de encontrar el amor de mi vida en algún lugar. La fiesta fue en el gimnasio del Instituto. El lugar era grande. Pero no imposible encontrar a alguien a pesar de que estaba lleno. Caminé alrededor de media hora, dando vueltas y vueltas y no lo encontré. Cansado, me acerqué a Alissa y Val, que estaban terminando su turno vendiendo licor.

- ¿Lo encontraste? preguntó Vale.

- No... Creo que debe haberse ido.

- Pero estuvo aquí... Te lo juro.

- Yo también vi. dijo Alisa.

- Yo creo en ustedes chicas. Pero realmente no lo encontré.

- Vamos tras Saul... Mira lo que hace. ¿Vamos juntos? - invitó Alissa.

- No... Estoy asquerosamente cansado. Media hora dando vueltas buscando al ser bendito que ronda mis sueños. - Confesé.

- Entonces espéranos. Nos encontraremos aquí en breve.

- DE ACUERDO. – solo yo, la chica que estaba casi aterrorizada de estar sola.

Salieron de la mano, emocionados de seguir a Saúl. Subí a las gradas y me senté unos diez escalones más arriba, desde donde tenía una vista privilegiada de todo. Miré alrededor por un rato más y no vi nada. Así que apoyé la espalda en el respaldo y apoyé la cabeza, cerrando los ojos para descansar un poco. La fiesta había sido aburrida. Nada fue como esperábamos.

Si hubiera estado bebiendo, habría jurado que dormí allí un rato, solo. Abrí los ojos con miedo y miré a mi alrededor en busca de Alissa y Val, que aún no habían regresado. Miré hacia un lado y ahí estaba él, sentado solo a unos metros de mí... Carlos Eduardo, el amor de mi vida, el chico que llenaba mis sueños, del que hablaba las 24 horas, que me había besado como si el mundo se acabara esa noche y luego desapareciera durante seis meses sin saber nunca más de él.

Nuestros ojos se encontraron. me desvié Pensó que podía ir con él, decirle cualquier cosa, tal vez incluso amarlo. Pero al final mis piernas estaban como clavadas al piso y mi corazón se sentía como si se me saliera de la boca. Ese no fui yo... O fui yo en su presencia, porque no sabía lo que era estar cerca de Cadu.

Antes de que pudiera pensar más, lo vi levantarse y caminar hacia mí. ¿Esto realmente me está pasando a mí, después de largos 180 días de espera?

Se sentó a mi lado... Cadu, existes... Eres real... Llegué a pensar que era imaginación de mi mente.

- Hola Ju.

- Hola, Cadu. - dije tratando de no mostrar el nerviosismo que sentía.

Apoyé mis manos en las gradas para que no notara mi temblor. Sería muy humillante si se diera cuenta de que estaba completamente desconcertado por él.

Puso su mano sobre la mía, que estaba junto a la suya, y se acercó un poco más a mi costado, dejando solo unos centímetros de distancia entre nuestros cuerpos.

- ¿Viniste a dar un paseo? Pregunté, tratando de quitarme la tensión, pero sin quitar mi mano de debajo de la suya.

- Sí... De vez en cuando es bueno salir un poco.

- Verdad.

- ¿Has estado en Manhattan? - le preguntó.

- A veces... Me gusta mucho estar ahí.

- Nadiny me invitó a ir un par de veces... Dijo que estarías allí...

- ¿Así que no fuiste? – Traté de romper el hielo con un juego de decir la verdad.

- No me gusta mucho Manhattan. Prefiero el Lounge 191. ¿No te gusta?

- Nunca fui. - Confesé.

- Creo que lo disfrutarás. Me gustan más las canciones que suenan allí. Y el público que asiste es un poco más serio.

- ¿Quieres decir que los clientes del Manhattan Bar no son serios?

Él se rió:

- Tu entendiste...

- Tengo algunos amigos que van a menudo al Salón 191 y nunca lo encuentran allí.

- Hmm... ¿Quieres decir que me estabas buscando?

- ¿YO? – pregunté avergonzada. - No quise decir eso...

- No tienes que sonrojarte. - él se rió.

- No me estoy sonrojando...

- Estás tan sonrojado como yo borracho.

- ¿Estás borracho? Yo pregunté.

No me di cuenta. ¿Y cómo te darías cuenta? Apenas lo conocía. ¿Y por qué me dijo eso? ¿Quería estar con un Cadu borracho? Tal vez ni siquiera se acordaba de mí el otro día. Pero, ¿qué diferencia recordaba o no?

Antes de que pudiera decidir, tomó mi cara con ambas manos y la acercó a la suya, besándome. Su boca era caliente y dulce y sabía a alcohol. Estaba en peligro de emborracharme con ese beso perfecto. Joder, estaba borracho y no me había dado cuenta. Aún así me fue a buscar. Nadie lo obligó a sentarse ahí a mi lado... Al menos eso esperaba, porque me perdí un poco de lo que pasó cuando creo que me quedé dormido unos minutos en la grada.

Envolví mis manos alrededor de su cuello y lo acerqué a mí, sintiendo su lengua vagando por mi boca. Cuánto tiempo esperé por eso... Su beso fue absolutamente perfecto... Y terminó en un beso. ¿Cómo no voy a enamorarme de él? La forma en que ese chico me trató fue como si fuéramos amantes, como si nos conociéramos desde hace tanto tiempo. Salí con muchos chicos, pero él era diferente... Era especial. Y ni siquiera supe cómo explicar por qué no fue el beso perfecto, porque ni siquiera intentó tocarme más atrevidamente.

Sin embargo, eso no fue lo que sucedió en el segundo beso. Me puso en su regazo y me senté frente a él. Nuestro beso se intensificó y en poco tiempo sentí su duro miembro debajo de mí. Ya me había sentido excitada e incluso había perdido mi parte superior con un hombre en una cama, aunque había sido en la casa de Alissa y no había hecho nada más.

Las manos de Cadu bajaron hasta mis nalgas, las cuales apretó, acercándome aún más a él. Mi lengua buscó la suya con avidez. Alisé su cabello lacio y pude quitarme la ropa y perder mi virginidad con él allí mismo en las gradas del gimnasio.

- Gente...

Rompimos el beso y continuamos como estábamos, mirando a Alissa. ¿De verdad está interrumpiendo mi momento perfecto y tan esperado?

- Lo siento, pero la maestra Marta te pidió que te bajes de su regazo, Julieta. Dijo ella un poco incómoda.

- ¿Como asi? No estamos haciendo nada...", respondió.

- Dijo que es una fiesta al final de la tarde con toda la escuela...

Sin moverme de su regazo miré hacia atrás y vi a la profesora Marta observándonos seria y atenta. Bajé de mala gana y él puso el abrigo sobre su miembro endurecido. Alissa se fue y nos quedamos allí, completamente avergonzados.

- Podemos ir a otro lado si quieres. - dije sin creer lo que estaba diciendo.

Él me miró. Pero antes de que pudiera responder, dos muchachos se detuvieron al pie de las gradas y dijeron:

- Nos vamos... ¿Quieres que te lleve o te quedas?

El me miró. ¿Necesitaba decir con palabras que me gustaría mucho que se quedara? Creo que lo dejé muy claro.

"Me tengo que ir..." dijo.

- ¿Necesitas o quieres? Yo pregunté.

Él sonrió y me dio un beso en la mejilla:

- Realmente necesito... No quiero ir solo después... Ni siquiera tomar un taxi. Viven en el mismo edificio que yo. Tengo una cita más tarde también. Así que realmente no puedo quedarme.

- OK no hay problemas.

- Prometo compensarte la próxima vez, mi hermosa. - Dijo dándome un beso en la frente y saliendo.

Lo vi alejarse, sintiendo una mezcla de enojo conmigo mismo y al mismo tiempo completamente encantado por “mi hermosa”. Carlos Eduardo definitivamente destruiría mi cordura. No creo que ni Cenicienta corriera tan lejos... Todo lo que tenía que hacer era dejar su zapato para que yo lo encontrara. Miré el reloj... No era cerca de la medianoche sino las veintiuno.

Hubiera ido con él a cualquier parte… Hubiera tenido sexo con él en un motel, en un asiento de auto, debajo de las gradas, en un baño o incluso en la pared oscura del fondo del gimnasio. Aún así se alejó y me dejó mirando barcos, empapado y lleno de amor para dar.

Dormimos en la casa de Alissa esa noche otra vez. Y por primera vez lloré frente a ellos por un niño. No sabía si estaba más enojada con él o conmigo misma por dejar tan claro que estaba completamente enamorada de él.

- Ni siquiera podemos decir que está jugando contigo porque en ningún momento te prometió nada. - Dijo Alissa alisando mi cabello.

- Creo que deberías irte... y decirle que no la próxima vez. - aconsejó Valquiria.

- Nunca podré decirle que no, Val... Porque lo único que quiero es decir que sí. Lo espero todas las noches cuando salimos. Quiero que tome mi virginidad. - Confesé.

- Juliet... No creo que pudiera hacer eso. Me parece que tiene tiempo de llegar a casa. - dijo Alissa.

- Creo que los amigos que lo dirigen. - intentó Val. "Pero le gustas... O no se hubiera detenido a tu lado y te hubiera besado... Y hecho lo que hizo."

- Ya pensé que... Estaba lleno de chicas y me buscó. Pero al mismo tiempo literalmente se escapó.

- No creo que sea buena persona para quitarte la virginidad. dijo Alisa.

Empecé a reír y ellos dos también. Fue gracioso que lo dijéramos tan naturalmente. Sí, lo había elegido a él. Pero parecía que no quería ser el elegido. Ese chico era completamente extraño y diferente a los demás. ¿Quién en su sano juicio rechazaría a una chica que se propone ir a cualquier parte para continuar con lo que empezamos? Si él no me hubiera querido como yo lo quería, no habría sido duro conmigo. Sentí un escalofrío al imaginarnos a los dos desnudos en una cama... Él besando mi cuerpo... Yo besando el suyo... Saboreando cada parte de su suave piel...

Acabé durmiéndome imaginando cómo sería mi primera noche de amor con Carlos Eduardo.

El lunes, claro, el tema era la fiesta y apareció Cadu y lo besé y la maestra Marta me hizo bajar de su regazo y él se emocionó y se puso el abrigo encima. Menos mal que no tendríamos clase con ella hasta el viernes. Me moriría de vergüenza si la viera en ese día casi post-fiesta, tan reciente todavía. Al final, era mejor que me hubiera llamado la atención ella que el director. Imagínate a mi madre siendo llamada en la escuela por eso... Ella nunca me perdonaría y me daría un castigo eterno. Le encantaba castigarme. Estaba tomando un tiempo para que no sucediera, incluso.

- Vi a Cadu el domingo. - dijo Nadina.

Ahora ya le creí. La miré, dándole toda la atención que se merecía.

"Y yo dije.

- Dijo que estaba borracho... Pero recuerda lo que pasó.

- ¿Borracho? preguntó Alissa. - ¿Como asi?

- Si dijo eso, es un tonto. - dijo Dani furioso. Y me aseguraré de que nunca más te toque.

- Creo que bebió demasiado. - admití, aún sin haberlo visto beber, considerando lo que me dijo.

- ¿Y necesitaba decirle eso a Nadiny, como para justificar algo? - continuó Dani.

"Él recuerda lo que pasó..." dijo Val. – ¿Qué recuerda, exactamente?

- Que te "quedaste". - dijo Nadina.

Val, Alissa y Dani me miraron y supe que no estaban muy contentos con lo que había pasado esa noche.

- Quiero volver a estar con él... Ayúdame, Nadiny, por favor.

- Claro querida. Te llevaré a la próxima fiesta, lo juro. - Dijo Nadiny saliendo.

- Si te quedas con él de nuevo, te mataré. - dijo Dani.

- No puedes estar bien de la cabeza. – observó Val.

- Olvídate de todo lo que dije sobre que Cadu me gustaba... Lo odio desde hoy. – completó Alissa.

- Chicas, ¿por qué es eso? ¿Qué hizo mal?

Simplemente no me respondieron y sentí un dolor dentro de mí. No había nada más que ahora que pensaban que Cadu no era una buena persona y me estaba engañando. Por supuesto que no estaba... Sabía muy bien lo que estaba pasando. Y exactamente lo que quería: él. No importaba qué forma era.

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