Mates, los Gemelos Alfas
Mates, los Gemelos Alfas
Por: S. Brooks
Los gemelos Alfas

Desde el punto de vista de Mina

¿Has pensado alguna vez cómo sería la vida de un hombre lobo si su destino no lo decidiera la diosa Luna? Todo sería muy diferente, se podría elegir qué camino tomar y a quién amar.

Lamentablemente, ese no es mi caso. Mi destino ya estaba sellado desde el día que nací como hombre lobo. El hecho de haber nacido como Omega significaba que estaba entre los más bajos. Mi propósito era servir a los más superiores, los Alfas, y complacerles en todo lo que ellos querían. No debía hablarles, ni mirarlos a los ojos.

Una de mis tareas era ser sumisa y dejar que el alfa me criara a su antojo hasta que pudiera producir tantos cachorros como él quisiera: yo quería libertad, pero solo así la obtendría. Ese era el destino de un Omega en nuestra manada.

Esa estúpida regla fue creada por el hombre lobo original, que, según cuenta la leyenda, fue el primero en hablar con la diosa Luna.

En realidad, yo creo que el imbécil lo hizo porque vio que los omegas eran más débiles. Notó que los Alfas se volvían más posesivos para con ellos, y pensó que un Alfa con Omega era más poderoso que uno sin él.

Cada vez que un Alfa se retiraba para dejar que su hijo se hiciera cargo de la manada, los Ancianos daban al nuevo Alfa la oportunidad de elegir un Omega para ser su Luna y tenerla a su lado.

Pero eso no significaba que fuera su pareja, no. Aunque teníamos que tener un compañero, la regla no se aplicaba al Alfa o al Omega indistintamente. Dado que un Alfa elegía inmediatamente a un Omega, ambos estaban directamente destinados a rechazar a sus compañeros para cumplir con las reglas de la manada.

Después de que el alfa eligiera a un omega que complaciera su corazón, el beta tenía la oportunidad de elegir también, pero su regla era diferente. Un beta, a diferencia de un alfa, podía elegir o rechazar un omega.

Luego de la ceremonia, cuando la noche del ritual de selección termina, el alfa se dirige a su cámara para estar con la omega hasta que ésta quede preñada o se le permita salir de su habitación.

Entonces la omega pasa sus días sirviendo al alfa hasta que su propósito se cumpla, luego él le concede la libertad necesaria después de haber destetado a sus cachorros.

El reinado continuó así de generación en generación hasta que un incidente sucedió hace unos cinco años.

Nuestra manada fue invadida por los gemelos Alfa. No había ninguna manada que no hubiera oído hablar de ellos... de Ivar y Kon. Sus nombres significaban fuerza y guerrero, respectivamente.

Los atormentadores de territorios y asesinos de toda vida, por muy fantásticos que sonaran sus nombres, la realidad era que hacían honor a ellos, pero para mal.

Mataron a nuestro Alfa, Beta, guerreros y a la mayoría de nuestros hombres mayores de veinte años. Luego nos exigieron que poniéndonos de rodillas jurásemos nuestra lealtad a ellos.

Les habíamos visto matar sin remordimientos o vacilación, y nosotros ni siquiera éramos lo suficientemente fuertes como para intentar luchar contra ellos.

Así que, hicimos lo que cualquiera en su sano juicio haría. Todos nos arrodillamos y les juramos lealtad. En ese momento, yo sólo tenía doce años y mi corazón estaba lleno de ira y rabia hacia ellos porque entre los miembros de la manada que mataron estaba mi padre, al que tanto adoraba y amaba.

Mi madre murió cuando yo nací, así que me quedé sola con él, me enseñó lo que era el amor y me dio todo lo que podía desear. Para mí era todo lo que tenía y era tan feliz, que nunca en mi vida había pensado en huir o suicidarme.

Sin embargo, el día que los gemelos se hicieron cargo de nosotros, intenté hacerlo más de una vez. Y debido a eso, me castigaron severamente, durante una semana estuve encerrada en un lugar oscuro sin comida ni agua y me encadenaron a una cadena de plata que era muy dolorosa para cualquier hombre lobo.

Después de esa experiencia cercana a la muerte, dejé de huir o de hacerme daño. Elegí vivir en el reino del infierno que todos en mi territorio llamaban hogar, pero sabía en el fondo que no todo el mundo estaba muy contento con ellos.

Los gemelos eran los alfas más famosos entre todos los países, ganándose su primer apodo como gemelos de Lucifer a los quince años.

Los gemelos no siempre fueron así, según algunos de los ancianos de la manada que quedan, que rara vez hablaban de ellos por miedo.

Hace años, ocurrió un incidente que los convirtió en los peores alfas de toda la historia de los hombres lobo.

Aunque eran fríos y peligrosos, había unas cuantas lobas que intentaron seducirles, pero desgraciadamente acabaron muertas o heridas.

Muchos pensaron que eran homosexuales, y yo también empecé a creer que los rumores eran ciertos porque habían pasado cinco años y todavía no tenían ni luna, ni criadora, ni pareja.

En realidad, no les importaba lo que dijeran sobre ellos los miembros de la manada, y en esos cinco años nadie les había visto con una mujer, ni en la cama ni en ningún lugar.

Los gemelos eran los hombres más atractivos de nuestra manada, muy tranquilos, trabajadores, inteligentes, pero también muy despiadados, peligrosos e inflexibles.

Hice todo lo posible por alejarme de ellos y de todos los de arriba, pero se hizo difícil porque hace apenas una semana, los alfas gemelos ordenaron a los mayores que siguiéramos con las reglas originales, la cultura y la vida de nuestra manada. Esto significaba que la elección de un Omega se produciría tarde o temprano. Muchos pensamientos pasaron por mi cabeza.

«¿Por qué han retomado las reglas y la cultura de nuestra manada después de todos estos años? ¿Fue porque querían un cachorro, o porque estaban cansados de los rumores?»

Nadie podía responder mis preguntas, sólo sabía que mi cumpleaños número 18 sería dentro de una semana. De encontrar a mi pareja, le rogaría que huyera conmigo. Debido al vínculo de pareja que compartiríamos, estaba muy segura de que accedería a mi petición, después de todo, nadie querría hacer daño a su pareja pasara lo que pasara.

Me levanté de mi pequeña cama y me dirigí a la ventana con un suave suspiro. Mi deseo de cumpleaños era que si iba a estar emparejada que fuera con un guerrero. No quería que fuera un Delta o un Beta porque había visto cómo se comportaban con una compañera y no todo eran rosas y corazones como creía. La mayoría eran espinas y vasos rotos.

Así que yo, dentro de mis posibilidades, mantendría un perfil bajo y lucharía por mi libertad de una forma u otra.

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